Carlos Bonfil
Underground

Las primeras secuencias de Underground (Había una vez un país), del realizador bosnio Emir Kusturica (Papá sale de viaje, Arizona Dream), describen en un tono abiertamente alegórico el primer bombardeo nazi a la ciudad de Belgrado en abril de 1941.

Las bombas destruyen el zoológico municipal y las bestias que sobreviven deambulan por una ciudad devastada. Este es el inicio de la primera parte de Underground, el tríptico que es radiografía satírica y burlesca de la historia contemporánea de Yugoslavia: de los años de la resistencia antifascista a los de la guerra fría, el estalinismo y el culto a la figura de Tito, hasta llegar a 1991, cuando la nación, concebida como fortaleza asediada e inexpugnable del comunismo balcánico, se desintegra en medio de luchas fratricidas.

En Underground, Marko oculta a los amigos de antifascistas de Blacky en el sótano de la casa de su abuelo. Este espacio crece al paso de los años hasta volverse una red de túneles subterráneos que comunican entre sí a diversas capitales europeas. Quienes habitan ese espacio son engañados por las figuras protagónicas que les ocultan el fin de una guerra o el inicio de otro conflicto.

Ese mundo subterráneo es metáfora enorme de una sociedad, la yugoslava, que de un sistema político a otro padece la persistencia de mitos que son una sucesión de mentiras: la visión ortodoxa de la resistencia antinazi donde el pueblo entero es héroe antifascista, la ``modernización'' y el liberalismo del mariscal Tito, la gran unidad nacional.

A esta historia oficial, Kusturica la subvierte por medio de la teatralización fársica. El director bosnio habla de Yugoslavia como una patria perdida, un país que siempre vivió en estado de guerra, incluso en aquellos momentos de paz que eran el preludio o la fachada triste de una guerra fría. En Belgrado, cuando cesaban los bombardeos alemanes, seguían los ataques de los aliados, que completaban en la ciudad la tarea de destrucción de los nazis. En esa época, dice Kusturica, ``Belgrado sufría una fractura en el alma''.

Underground mezcla los géneros: es sucesivamente western balcánico, comedia bufa, cine dentro del cine, teatralización burlesca, documental y psicodrama. En su propio estilo resume la atomización que describe. Al bloque de verdades oficiales, el realizador opone el disparadero de fantasías desmistificadoras.

Los personajes cruzan de una época a otra, mueren y resucitan según el capricho de un guión que maneja con destreza el delirio y las situaciones absurdas. Kusturica trabaja imágenes de archivo a la manera de Forrest Gump o de Zelig y coloca a un actor dentro del fotograma documental. Al espectador mismo lo conduce tras bambalina para que asista a la realización del film que está viendo o a otro de título irónico, Llega la primavera en un caballo blanco. A la desmesura carnavalesca y a sus momentos reminiscentes del cine de Fellini (La nave va o Ensayo de orquesta), los acompañan los acordes de Lili Marlene o como recurrencia obsesiva la música grandiosa de Goran Bregovic.

Esta fábula antiautoritaria remite también a la estupenda Arrepentimiento (Tenguiz Abouladze, 84), una sátira barroca del estalinismo. Underground, la película más esperada del foro, ha sido también la más estimulante.