Definitivamente la estrategia de Castillo Peraza y la dirigencia panista, ajena a la confrontación política de ideas, de golpes bajos a Cárdenas pues a Del Mazo no lo tocan, ha fracasado por completo. Después de dos semanas de diarios ataques, el candidato del PRD a la jefatura de gobierno del Distrito Federal ha resistido la presión y continúa en ascenso. Las más recientes encuestas del Centro de Estudios de Opinión de la UdeG, del diario Reforma, Indemerc Harris y la Fundación Rosenblueth, indican un crecimiento importante de las preferencias electorales en su favor y una ventaja sustancial sobre sus oponentes del PRI y del PAN.
Cárdenas no cayó en el juego de Castillo Peraza, donde asomó la mano de Córdoba Montoya; aclaró lo necesario y aplaza o elude atinadamente un debate con el candidato panista cuyo único propósito, a estas alturas del proceso y a la vista de su fracaso construido tenazmente por él mismo, tiene como único objetivo enlodar a Cárdenas, no debatir sus enfoques y propuestas, con muchas de las cuales seguramente difiere el panista.
Detrás de las encuestas --más allá de su metodología-- se pueden sentir tendencias sociales favorables al cambio, como se expresó ya en las elecciones de Morelos, estado de México, Hidalgo y Guerrero, donde hubieron avances sustanciales de la oposición y el PRI empezó a perder su papel hegemónico. La inconformidad con la dirección gubernamental del PRI es consistente, y anchas franjas del electorado en el DF seguramente han alcanzado una clara conciencia de la necesidad de sustituir al partido dominante desde hace decenios y darle una oportunidad a la oposición. En esta región, tal vez la más informada y politizada del país, escenario de grandes confrontaciones sociales y políticas, debe recordarse, Cárdenas, como candidato a la Presidencia de la República ya ganó unas elecciones, las de 1988, y hoy todo indica que puede repetirse la historia.
A poco más de mes y medio del 6 de julio, los partidarios de Cárdenas tienen razones suficientes para estar satisfechos, e incluso optimistas. Desde su postulación, que indiscutiblemente fue un acierto completo, todo ha salido bien; ha recabado un apoyo sólido, el cual se refleja aproximadamente en las encuestas; su desempeño y su imagen son mejores. Además, disminuyeron sustancialmente los ataques oficiales y si se exceptúa la ofensiva de Carlos Castillo Peraza y la mala leche del canal 13, los estrategas del PRD y el equipo de campaña del candidato perredista para jefe de gobierno del DF pueden afirmar que las cosas en términos generales marchan bien.
Sin embargo, existe el gran riesgo del triunfalismo paralizante y desmovilizador. En política, y sobre todo en una confrontación tan importante en la cual se juega no sólo el gobierno del DF, sino la posibilidad de cambiar sustancialmente la correlación de las fuerzas políticas de cara a la disputa por el poder en la República en el año 2000, no hay nada irreversible. El PRI y el PAN en la capital no están en la lona, van a pelear hasta el final lanzando contra Cárdenas todo lo que tienen y puedan; utilizarán, si lo consideran necesario, los medios más sucios y las provocaciones sin principios. Cuentan con enormes recursos para intentar sobornar las conciencias de las capas más empobrecidas y atrasadas de la capital, y harán lo posible para manipular al electorado a través de los medios electrónicos de comunicación. No puede olvidarse que el Presidente de la República se puso su camiseta priísta y está en campaña. En el debate del día 25, si se realiza, incluso Alfredo del Mazo puede dar sorpresas desagradables.
Para afianzar sus ventajas de hoy en la capital, la candidatura de Cuauhtémoc --además de su intenso trabajo personal-- sólo tiene la movilización de su base social, la partidaria y la de sus simpatizantes y seguidores. Hasta el momento no se siente o se siente muy débil y sólo en algunos distritos. Al parecer se confía demasiado en la publicidad en los medios, pero ésa no sustituye el contacto personal con los electores de los barrios y distritos, que es más eficaz y ayuda a crear organización para defender el voto y para las luchas poselectorales. Cárdenas realiza esa actividad personal, pero seguramente él no lo puede realizar todo y las llamadas brigadas del sol no pueden sustituir a la base social cardenista.