Educación, el mejor destino para el dinero del país: Zedillo
Rosa Elvira Vargas Ť El mejor destino para el dinero de los mexicanos es la educación, dijo el presidente Ernesto Zedillo, y aseguró que el gobierno ha hecho su máximo esfuerzo para apoyar las condiciones salariales y de prestaciones del magisterio. Afirmó, además, que para lograr que la escuela llegue a todo el país deben darse más apoyos y atención con el fin de contrarrestar las carencias y rezagos subsistentes en materia de enseñanza.
Al encabezar los actos oficiales por el Día del Maestro, el Ejecutivo señaló que el sistema educativo mexicano atiende este año a 27.5 millones de alumnos, de los cuales 90 por ciento acude a escuelas públicas. Aludió a los programas compensatorios que reciben varios estados para programas educativos y cuyos montos, dijo, se elevaron este año 15 por ciento en términos reales respecto a 1996 y se atiende con ellos a 3.8 millones de estudiantes.
Tema central en los discursos de ayer fue el de las reformas introducidas a las instituciones formadoras de docentes. A éstas, indicó Zedillo, en 1997 se destinan 90 millones para su rehabilitación y en el otoño se iniciará la aplicación de nuevos planes y programas de estudio. También se refirió a los maestros de educación básica en servicio, para los cuales en los dos últimos años se han producido más de 70 títulos y están ya en operación 314 centros de apoyo al docente.
``Al invertir en la formación de maestros lo hacemos en quienes habrán de formar a los mexicanos del siglo XXI'', apuntó.
Por su parte, el titular de Educación Pública, Miguel Limón Rojas, manifestó que si bien todo lo valioso que el país ha logrado se debe a la labor del magisterio, también es real que ``mucho de lo que aún no se ha podido alcanzar'' se debe a las carencias que aún se enfrentan en la materia.
Gobierno y magisterio, añadió, han actuado juntos para vencer la adversidad en tiempos de severa restricción económica; las tendencias demográficas no han derrotado la vocación por la justicia y la equidad ni la crisis financiera ha paralizado ni oscurecido el horizonte para la superación. Además de conservarse los logros en la enseñanza, también se ha ampliado la cobertura para los más necesitados y se les dota de mayores elementos para una educación de calidad, ``la única que puede garantizar el desarrollo social''.
Capacitación de docentes
En la ceremonia en la que se entregaron reconocimientos a maestros destacados en su desempeño en la carrera magisterial, y a otros por su labor en las áreas de educación indígena, rural y especial, el dirigente de los maestros, Humberto Dávila Esquivel, dijo que los profesores del país ``están esperando que la sociedad y el Estado les hagan justicia''.
La sociedad requiere un maestro que genere confianza y certidumbre a las próximas generaciones. El reto educativo es complejo, apuntó, pero el SNTE no abandonará su lucha por un maestro digno, por uno que no se sienta agobiado por presiones económicas y sí, en cambio, ejerza su profesión con emoción y orgullo y tenga, además, la certeza de que su trabajo y su vocación son reconocidos y se le asuma como el forjador del destino de la patria.
Limón Rojas también centró su discurso en la capacitación de los docentes. Admitió que las normales, por múltiples factores, han menguado su presencia en la educación nacional, y dijo que las reformas que se impulsan están destinadas a formar el maestro necesario del siglo venidero: ``El que domine el conocimiento básico de las disciplinas y sea capaz de enseñarlo a seres humanos que nunca son iguales entre sí; que conozca la escuela por la práctica; que con una clara idea de lo que somos como nación, entienda la riqueza de lo regional y actuar en ella''.
Un docente, precisó, que esté al tanto de los nuevos recursos educativos y los use con aptitud y buen juicio, que sea consciente de su función ética y aliente el crecimiento de sus alumnos en la libertad y la responsabilidad; que crea en que cada uno de los educandos encierra posibilidades ilimitadas y que trabajar con ellos es un privilegio que requiere disciplina, alegría y perseverancia.
En otro punto, Limón Rojas puso énfasis en la atención que se dará en la enseñanza para menores con algún grado de discapacidad. Ofreció, como después lo ratificó Zedillo, que se aumentarán los recursos para la educación especial y se crearán estímulos en la carrera magisterial para quienes cubren esa forma de enseñanza.
Temprano, en la Pérgola de Los Pinos, el Presidente desayunó con los maestros que por cumplir 50 años o más de servicio docente recibieron la medalla de oro Ignacio Manuel Altamirano. A ellos, Ernesto Zedillo les dijo que representan un ejemplo de rectitud y atención solidaria en el aula, de comprensión y calidad humana en la escuela y de apego a la ley y de conducta intachable en la vida cotidiana.
El discurso presidencial
A continuación, el texto íntegro del discurso pronunciado por el presidente Zedillo durante la ceremonia realizada en el salón Adolfo López Mateos de Los Pinos:
Muy apreciado profesor Humberto Dávila, secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; muy queridas maestras, muy queridos maestros:
Con enorme orgullo y alegría mi esposa y yo acudimos a esta ceremonia para reconocer la entrega, la tenacidad que han mostrado a lo largo de una vida de esfuerzo y de servicio las maestras y los maestros que hoy reciben la Medalla Ignacio Manuel Altamirano.
Durante medio siglo o más ustedes han cumplido, día a día, con una de las tareas más nobles y también una de las más exigentes que hay en nuestra sociedad: educar a nuestros hijos. Completar este tiempo es una hazaña que sólo puede alcanzarse cuando hay una vocación auténtica, un cariño generoso hacia los niños y los jóvenes, una clara conciencia del compromiso con el futuro de México.
Estoy seguro de que en estos momentos cada una de ustedes puede repasar con muy legítima satisfacción los episodios culminantes de su carrera. Cada uno de ustedes puede recordar su primer día de clases, así como los muchos retos que han sabido vencer. Cada uno de ustedes recuerda la fuerza de su vocación, el esmero con que se han preparado, el afán por actualizar sus conocimientos.
También cada uno de ustedes seguramente recuerda su primer año de labores, las noches de desvelos preparando sus clases, la satisfacción de cada programa cumplido y la preocupación, tanto por la enseñanza como por la formación integral de sus alumnos. Sobre todo, cada uno de ustedes, queridos maestros, recordará el respeto y el afecto con que en el curso de 50 años, miles de niños y jóvenes han visto en ustedes un ejemplo a seguir, un ejemplo de amor a nuestra patria, de orgullo por las hazañas de su historia y por las realizaciones de su cultura.
Un ejemplo de aliento para aprender las primeras letras, las primeras operaciones aritméticas, los secretos elementales de la naturaleza y el valor de una vida cívica de libertad, de democracia, de justicia y de participación responsable. Un ejemplo de rectitud y atención solidaria en el aula, de comprensión y calidez humana en la escuela y de apego a la ley y de conducta intachable en la vida cotidiana.
Ustedes han sido ejemplo del cumplimiento del deber que hace apreciados y respetados a los buenos maestros. Del cumplimiento de ese deber, que está por encima de la enfermedad y las dificultades, del cumplimiento de ese deber que hace insustituibles al buen maestro, a la buena maestra, pues ambos viven consagrados a la misión humana más maravillosa: transmitir los conocimientos y formar a los ciudadanos del mañana.
Así como ustedes, queridos maestros, queridas maestras, recordarán hoy los momentos más felices y acaso los de mayor prueba en su vida, así todos recordamos con gratitud y respeto a nuestros mejores maestros. Esta gratitud y este respeto son los que en nombre de todos los mexicanos, mi esposa y yo queremos compensar en esta convivencia.
Por eso, al reconocimiento público que les otorgan sus compañeros, al que les concede la sociedad, quiero sumar mi admiración, mi certeza de que mientras haya en México hombres y mujeres como ustedes, podemos enfrentarnos con confianza al porvenir.
Me honra profundamente entregarles en este día la Medalla Ignacio Manuel Altamirano. En la figura señera de Altamirano encontramos motivos para enorgullecernos de nuestro magisterio y de nuestra pluralidad étnica y cultural. Altamirano representa el espíritu de superación, la firme decisión de ser mejor mediante el estudio, la creatividad y la dedicación. Poeta, novelista, historiador, científico, Al- tamirano fue sobre todas las cosas maestro, y ese es su principal timbre de gloria.
La medalla que lleva su nombre, y que hoy les entrego en nombre del gobierno de la República, representa el ideal de maestro que ha construido el México de hoy y que debe construir el porvenir de nuestro país. Estoy seguro que todos ustedes la llevarán con el orgullo de haber servido a México con toda nobleza; estoy seguro que todos ustedes la llevarán con la satisfacción de haber formado a hombres y mujeres para un país resuelto a superarse. Los felicito muy cordialmente.
En manos como las de ustedes, México tiene un futuro de esperanza y de nobleza, de prosperidad y de justicia.
Muchas felicidades.