Castillo buscó fondos alemanes para AN: Madero
Bertha Teresa Ramírez Ť En su libro Las mentiras del PAN, de próxima aparición, Pablo Emilio Madero, ex dirigente y fundador de ese partido político, al que renunció en 1992, exhibe una relación de hechos y cartas en los que evidencia negociaciones de Acción Nacional con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari para lograr una reforma electoral después de las elecciones presidenciales de 1988.
Madero publica cartas en las que Carlos Castillo Peraza hace una propuesta para que el PAN pudiera obtener financiamiento indirecto de la democracia social cristiana alemana, por medio de su Instituto de Capacitación de Cuadros --a pesar de que la ley lo prohíbe--, e indicios de que ese partido habría obtenido recursos de esa tendencia ideológica a través de su Instituto de Estudios para la Democracia.
El ex panista relata además una serie de hechos ocurridos en varias reuniones del Consejo Nacional del PAN, así como asambleas nacionales y estatales y reuniones secretas que reflejan las estrategias y concertaciones que siguieron algunos dirigentes panistas a partir de 1986 para favorecer el desarrollo blanquiazul en el país.
En el capítulo octavo, que titula ``Libro Azul'', se refiere a un acuerdo de la Comisión Permanente del Consejo Nacional, tomado en la sesión del 9 de julio de 1988, inmediatamente después de las elecciones, en el cual se consideró necesario establecer el criterio del PAN para alcanzar una ley electoral que fuese garantía para la efectividad del sufragio.
El acuerdo sirvió de base en su momento ``para medir hasta qué punto se desvió de ese objetivo la dirección nacional, cuando en 1989 empezó a funcionar el maquiavélico proceso de las concertacesiones que tanto daño hicieron al partido''.
Era evidente que en las elecciones de 1988 había habido escamoteo de votos para la oposición, y al término del proceso electoral los paquetes electorales fueron concentrados en el Palacio Legislativo bajo la vigilancia del Ejército.
Para quienes manejaban el programa de control de las elecciones eran indispensables dos cosas: que los paquetes desaparecieran porque una revisión de los mismos por parte de un tribunal imparcial pondría en evidencia los resultados, y segundo, mantener el control del Congreso y de los procesos electorales.
Para ese objetivo propusieron una serie de reformas constitucionales, uno de cuyos puntos claves fue la ``cláusula de gobernabilidad''; sin embargo, para aprobar una reforma constitucional requerían de una mayoría calificada que solamente podían tener si contaban con el voto de la diputación panista.
``Por este motivo, desde 1988 y principios de 1989 fue que dio principio el proceso de concertacesiones''. Madero relata que con el propósito de conseguir el voto a favor de la diputación panista, el dirigente nacional del partido, Luis H. Alvarez, les ``habló maravillas de la buena voluntad del Presidente de la República, quien le había ofrecido que los puntos fundamentales de reforma planteados por el PAN, habrían de ser aceptados''.
Agrega que cuando algún diputado le preguntó a Alvarez qué garantía tenía de que el presidente Carlos Salinas de Gortari fuese a cumplir su compromiso, ``le respondió que tenía confianza en él porque nunca le había fallado''.
Pero aún vendría la segunda parte de la historia sobre las negociaciones de las elecciones presidenciales de 1988. Madero cita la Carta de Intención del 14 de octubre de 1989, que contenía el compromiso adquirido por el Presidente de la República con el Partido Acción Nacional, con relación a la reforma electoral.
Pero ``al estudiar la Carta de Intención, me encontré con que en realidad hubo dos cartas: la original y la modificada''.
Entre las dos cartas había cambios sustanciales. En la primera que me envió Cecilia Romero, por instrucciones de Luis H. Alvarez, en el punto 1.1 relativo a la integración del Organo Superior de Dirección, ``se abría la puerta a la posibilidad de que los consejeros magistrados fuesen no solamente designados por el Presidente de la República, sino que, en determinadas circunstancias, de entre las propuestas de los grupos parlamentarios; en cambio, en la segunda se cerraba totalmente esa posibilidad''.
En el capítulo sexto, Madero refiere que en 1988 envió una carta a Luis H. Alvarez en la que le señaló que Carlos Castillo Peraza no debería de formar parte del Comité Ejecutivo Nacional.
Madero argumentó que ``Castillo, al dirigir el Instituto de Capacitación de Cuadros dirigentes, había propuesto hacer independiente del PAN a ese organismo, con el propósito de que pudiese recibir apoyo financiero de la democracia cristiana alemana, sin violar la ley que prohíbe a los partidos políticos recibir financiamiento del extranjero''.
Añade que en 1989, la democracia cristiana alemana, por medio de la fundación Konrad Adenauer, quería con gran insistencia aportar recursos al PAN; ``no entendían representantes de esa agrupación enviados a México por qué el PAN no se sumaba abiertamente a la democracia cristiana de Alemania. Se les explicó que había razones legales que impiden al PAN afiliarse a organismos internacionales y en especial si éstos llevan alguna palabra que los identifique con la religión''.
``Por los comentarios que hicieron estas personas, tanto Luis J. Prieto como yo sacamos como conclusión que se ayudaba ya al Instituto de Estudios para la Democracia que dirigía Ricardo García Cervantes''.
El ex panista se refiere a una reunión secreta de empresarios realizada en Ciudad Juárez en 1982, en la que participaron Francisco Barrio, Rodolfo Elizondo, Eugenio Elorduy, José Luis Coindreau y Manuel J. Clouthier, entre otros.
``Estuvieron dándole vuelta a diferentes alternativas con la insistencia de crear un partido empresarial que sirviera para defender sus intereses; al final se convencieron de que eso sería un error si ya existía el PAN''.