Emilio Krieger
La carga de Carlos Salinas
(II y última)

En un esfuerzo por descubrir los elementos políticos, jurídicos y morales que más influyen en el peso político de la imagen de Salinas y de su grupo familiar y en la caterva de sus colaboradores o cómplices, podríamos enumerar tres decisivos:

a) La corrupción que caracterizó a los miembros del salinismo, que corrió desde el escandaloso enriquecimiento ilícito de que hemos sido testigos, hasta el asesinato con fines políticos, cuyos ejemplos nos han consternado; sin olvidar el despojo de muchos mexicanos, incluyendo miles de hectáreas campesinas y muchos cientos de empresas estatales de magnas dimensiones, privatizadas en beneficio del clan salinista, que cuenta con muchos prestanombres o lavadores de dinero, y que dispone aún de miles de millones de dólares en cuentas bancarias protegidas, en el mundo entero, por el secreto bancario tan celosamente guardado por banqueros suizos, estadunidenses y de algunas otras ignoradas nacionalidades.

Esa corrupción en las prácticas comerciales y financieras del grupo salinista parece haber llegado y aún estar presente en el mundo del narcotráfico, que con tan poco éxito combaten conjuntamente la estructura policiaca especializada de Estados Unidos y el glorioso Ejército Mexicano, que divide su tiempo y capacidad en la persecución y desaparición de indígenas y campesinos hambrientos, y en la destrucción de los numerosos y, al parecer, eternos grupos del narcotráfico, que tienen el criticable afán y pésimo gusto de abastecer al riquísimo y ávido mercado del vecino del norte, país tan colmado de democracia y liberalismo como de consumidores de drogas y de traficantes universales.

b) Posiblemente, el siguiente elemento que contribuyó al incremento del peso político del salinismo fue su firme adhesión al neoliberalismo de origen anglosajón, que se tradujo entre nosotros en una apertura entreguista de nuestra devastada economía a los intereses imperialistas extranjeros; en un incremento de la pobreza de los sectores humildes junto con el enriquecimiento de unos cuantos, fenómenos producto de una acentuación de la injusta distribución. Junto a eso, el neoliberalismo continuó una política privatizadora de grandes recursos nacionales, que despojó a la nación y al pueblo del aprovechamiento de esos recursos para convertirlos en fuentes de lucro para inversiones extranjeras, auspiciadas por el criterio globalizador del capitalismo yanquizante.

c) Un tercer factor para completar la carga política del neosalinismo, factor hoy presente pero disimulado con la hipocresía de ``un país de leyes'' que no se cumplen, fue el cuando estorbaban a sus propósitos de latrocinio y entreguismo. Esa postura se tradujo en una furia anticonstitucional y en una constante violación del orden jurídico, en el cual se buscó eliminar todos los principios de justicia social y derechos humanos de nuestra Revolución para suplirlos con las reglas crematísticas del neoliberalismo proveniente de Harvard.

Con esa actitud y desconociendo los derechos humanos, constantemente transgredidos, el salinismo dio plena eficacia a un régimen autocrático y corrupto, opuesto a un estado de derecho, pues ni se respetaba la Constitución, ni se cumplían los fines de justicia social en ella incorporados, ni se daba vida a los derechos humanos elementales ni, por supuesto, se exigía el respeto a nuestra soberanía nacional, que para nuestros neoliberales de acre saber imperialista es una anacrónica supervivencia que obstaculiza el triunfo del progreso globalizado.

Profunda y cínica corrupción, neoliberalismo empobrecedor y entreguista, y sistemática violación del ordenamiento jurídico son los tres factores que determinaron la gran cólera que el pueblo mexicano profesa hoy al prófugo de Dublín, cólera que lleva a muchos políticos, de ayer y hoy, a sacudirse el peso de su militancia o su complicidad salinista, no muy lejanos en el tiempo.

Quisiera expresar un triple deseo originado en mis convicciones de mexicano y de abogado:

1o. Que la corrupción no se convierta

en una interminable cadena de impunidad auspiciada por una ``noble gratitud presidencial''.

2o. Que la decisión del pueblo mexicano, incluyendo la heroica lucha del EZLN y las elecciones del seis de julio de 1997, derrumbe el neoliberalismo salino-zedillista-panista, que hoy toma la vestidura inmaculada de una opción electoral.

3o. Que una verdadera Asamblea Nacional Constituyente elabore y promulge las bases necesarias para un México mejor, limpio, justo, digno y libre, que sea la patria de todos los mexicanos que no estén manchados por la corrupción o la traición.