El tema de la relación política que Acción Nacional mantuvo con el gobierno de Carlos Salinas ha generado una fuerte polémica y enfrentamientos verbales entre dirigentes del PAN y del PRI, pero, en el fondo, esta discusión no ha contribuido a dilucidar cuál fue la real colaboración del panismo con el ex presidente y en qué medida los acuerdos políticos entre ambos posibilitaron los sonados triunfos electorales del PAN durante el sexenio pasado.
El gobierno de Salinas, el cual ejerció su poder sin ninguna noción de límite, alteró severamente la institucionalidad, la constitucionalidad, la estructura económica y el tejido social del país. Durante ese periodo, fueron modificados artículos fundamentales de la Constitución --el 27, el 82, el 130-- y se emprendió la privatización de la mayor parte del patrimonio nacional. En todas estas acciones, el PAN tuvo una participación destacada, pues apoyó con el voto de sus legisladores las reformas constitucionales y legales correspondientes. En este sentido, la colaboración de Acción Nacional con el salinismo es indudable y, sin ella, no habrían podido llevarse a cabo alteraciones tan radicales y que tanto impacto han tenido en la vida del país.
Por ello, tanto el PAN como el propio Salinas tienen la obligación de esclarecer ante la sociedad sus relaciones políticas y la extensión y profundidad de su alianza. En este sentido, está plenamente justificada la demanda de la sociedad de que Acción Nacional ofrezca una explicación clara --y no elusiva como hasta ahora-- de esta relación, más aun cuando tales nexos no han sido cabalmente asumidos y reconocidos por el panismo.
El que un partido supuestamente de oposición colabore con un régimen de signo diferente no es nuevo; por el contrario, se trata de una práctica común en muchas democracias en el mundo. Pero el hecho de que tal colaboración se mantenga en secreto, en la esfera de lo inconfesable, concita las sospechas de la sociedad sobre la legitimidad y legalidad de los triunfos electorales del PAN en el sexenio pasado y es la causa de que la imagen de Salinas se haya vuelto un lastre para las aspiraciones panistas en los comicios actuales.
Al margen del esclarecimiento mencionado, las acusaciones de salinismo contra el PAN formuladas por dirigentes del PRI están fuera de lugar, pues aunque Acción Nacional colaboró con el gobierno anterior, los priístas fueron funcionarios, legisladores y colaboradores cercanos del presidente al que hoy se esfuerzan en denostar. Al afirmar el presidente del CEN priísta, Humberto Roque Villanueva, que Diego Fernández de Cevallos era el vehículo por el cual Salinas transmitía instrucciones a la bancada panista, pasa por alto que fueron los legisladores del PRI, partido que el propio Roque encabeza, los responsables principales de la aprobación de las iniciativas de Salinas en el Legislativo.
Por estas razones, es comprensible que la sociedad vea con desaprobación la colaboración sospechosa del PAN con el salinismo, pero que el PRI la use para descalificar a Acción Nacional es una actitud a todas luces oportunista e improcedente. Tras ella pareciera esconderse la pretensión de hacer creer que Acción Nacional fue el partido de Carlos Salinas, pero la verdad innegable es que éste fue llevado al poder, obedecido y apoyado incondicionalmente, durante los seis años de su gobierno, por el partido de Humberto Roque Villanueva.