Cayó 40 por ciento la investigación científica desde 95, dice José Yacamán
José Gil Olmos Ť Jaime Martuscelli, director adjunto del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), aseguró que México necesita un ``recambio generacional'' de su comunidad científica porque, advirtió, existe el riesgo de que ésta envejezca. Al reunirse con decenas de investigadores y académicos que criticaron el sistema nacional de evaluación científica, el funcionario señaló que además se requiere descentralizar las actividades tecnológicas y científicas para impulsar el desarrollo regional.
En la reunión efectuada ayer en la Facultad de Medicina de la UNAM, Miguel José Yacamán, director del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ), reconoció que desde 1995 la investigación científica ha caído 40 por ciento. Luego de señalar que desde ese año también ha disminuido el apoyo gubernamental, sostuvo que el sistema nacional de evaluación no ha vinculado la industria con el desarrollo científico, por lo que propuso la creación de un ``sistema nacional de innovación''.
Luego de comparar la investigación científica de México con la de sus socios integrantes de la Organización para el Comercio y el Desarrollo (OCDE), Yacamán considero que si la industria no invierte en la ciencia ésta no crecerá.
Esta idea la apoyaron otros científicos, quienes sostuvieron que si no se vincula la industria nacional con el desarrollo científico México ``no tiene futuro para el siglo XX''.
Actualmente el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) reconoce a cerca de 6 mil científicos; para recibir apoyos, la mayoría debe cumplir requisitos ``burocráticos'' y someterse a evaluaciones consideradas un ``obstáculo'' para el desarrollo de la ciencia en el país, opinó René Drucker, responsable de organizar el acto.
Aun cuando forma parte del SNI, Drucker, investigador de la Facultad de Medicina y reconocido por sus estudios sobre el mal de Parkinson, opinó que con la creación de ese sistema, en 1974, han surgido numerosos problemas para el desarrollo científico nacional, sobre todo por los criterios de evaluación que se han aplicado y que no corresponden a los intereses generales de la ciencia mexicana.
Axel Didriksson, también investigador de la UNAM, afirmó que desde hace 15 años la proliferación de los mecanismos de evaluación internos y externos para evaluar el trabajo académico y científico se han convertido en el elemento ``mas conflictivo'' de las políticas gubernamentales e institucionales.
Didriksson señaló que los criterios de calidad del sistema de evaluación no han sido una alternativa para mejorar la relación entre las prioridades sociales, un sector productivo demandante y el desarrollo científico.
``Sobreevaluación'' a investigadores
El investigador afirmó que los académicos e investigadores mexicanos están sometidos a un sistema de ``sobreevaluación'' que en lugar de impulsar su trabajo creativo ha creado un clima de ``esquizofrenia'' al tratar de cumplir los requisitos para recibir acreditaciones con trabajos publicados en revistas o en libros y así recibir el apoyo económico institucional.
Esta situación, aseguró Didriksson, ha creado entre los investigadores de las principales instituciones de educación superior una ``lógica perversa de simulación y de competencia infames'', así como ``el chantaje autoritario y el fraude científico''. Frente a este panorama, sostuvo, el desarrollo de la ciencia y la tecnología nacional no tiene rumbo.
Hizo siete propuestas para enfrentar el problema: definir las prioridades para canalizar los recursos, orientarlos a proyectos que estén constituidos en redes y en colectivos interinstitucionales e internacionales; definir criterios de evaluación del trabajo sobre la base del cambio y la innovación con pertinencia social.
Asimismo, sugirió evaluar las políticas de la ciencia, la tecnología y la educación superior para responder a las necesidades sociales, elevar los salarios de los trabajadores académicos, evitar los trámites burocráticos y crear instancias sociales de planeación de la educación superior.
El investigador Carlos Larralde admitió que con los criterios de evaluación seguidos hasta ahora por los comités evaluadores del SNI, como la exigencia de publicaciones y la entrega de reportes cada tres años, se fragmentan proyectos largos y ambiciosos y se fomenta el refriteo de temas, el ``comercio'' de coautorías, el plagio y, en general, el deterioro de la ciencia nacional.
Larralde propuso aprovechar a las nuevas generaciones de investigadores, luego de reconocer que el SNI ya había cumplido la tarea de ``profesionalizar'' a los científicos. La propuesta del investigador de la UNAM es que jóvenes de 15 a 25 años de edad se inscriban como investigadores, que se les apoye en sus proyectos y se les ofrezca una década para obtener resultados. De esa manera, dijo, el SNI abriría su propia escuela científica.
Jaime Martuscelli, director adjunto del Conacyt, defendió el sistema de evaluación de esa institución al afirmar que se basa en criterios de ``transferencia e imparcialidad en sus prácticas y resultados''.
Ante las afirmaciones del diputado Salvador Martínez Della Roca, acerca de que existe ``amiguismo'' entre los evaluadores de los proyectos de investigación, aseguró que los comités de evaluación están integrados por los investigadores de mayor prestigio en el país, quienes consultan a otros expertos antes de tomar una decisión. Este grupo, aseguró, está formado por más de 4 mil investigadores en activo, nacionales y extranjeros.
Sin embargo, al hacer un análisis filosófico y político del sistema nacional de evaluación para la investigación científica y tecnológica, Martínez Della Rocca señaló que los criterios ``mercadotécnicos'' deben ser sólo un elemento administrativo y no el límite del quehacer intelectual. Aseguró que este sistema ha generado en las universidades ``una peligrosa ruptura en el tejido social universitario, creando guetos de influyentismo y promoviendo el canibalismo entre los académicos y la burocratización intelectual''.