Miguel Barbachano Ponce
Foro 17: simpatías y diferencias

Si entendemos por simpatía el modo de ser de una presencia que la hace atractiva a la otredad, es correcto utilizar esa palabra para calificar alguna de las 12 películas que articulan el 17 Foro y que se proyectan en las salas Jorge Stahl, Salvador Toscano y Fernando de Fuentes de la Cineteca Nacional, en la sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario y en la sala Francia. Ahora bien, si para nosotros diferencia es controversia y oposición, usaremos ese vocablo para ubicar negativamente los filmes que así nos lo parezcan por diversas motivaciones.

Un primer ejemplo sería El productor de cadáveres (1995), del alemán Romuald Karmakar, que me provocó intenso rechazo por la sencilla razón de que su tenebrosa trama que teje con los hilos gruesos de la necrofilia la actuación delictiva de un múltiple asesino de sádica vocación homosexual, debería estar dirigida exclusivamente a una audiencia conformada por estudiantes, profesores, investigadores de criminología y no a un público heterogéneo. Aunque el filme maneja con indiscutible maestría las tres unidades dramáticas (tiempo, lugar y acción) que dieron fama en los años veinte al Kammerspielfilm, el susodicho filme no debió ocupar un lugar en el Foro.

Por el contrario, el melodrama familiar del británico Mike Leigh, que lleva el sugestivo título de Secretos y mentiras y que obtuvo, entre otros importantes reconocimientos, Palma de Oro en Cannes, 1996, me causó irreprimibles simpatías, no sólo por su novedosa narrativa altamente innovadora, por la conmovedora actuación de Brenda Blethy como la desubicada Cynthia; por su delicado tratamiento del racismo que aún circula subterráneamente en los estratos medios de la sociedad inglesa, sino también porque me retrotrajo a los melodramas familiares que tantas veces recreó en las pantallas el cine mexicano en los cuarenta y cincuenta.

De igual manera me resultó atractiva La suma de nosotros, cinta australiana debida al inicial talento de Burton y Dowling, que plantea a partir de una pieza teatral de David Stevens la problemática moral posmoderna que enfrentan los habitantes de aquel lejano continente. Por una parte, estrategias bien definidas plenas de paciencia, comprensión y tolerancia para conllevar familiarmente la homosexualidad (Jeff y Greg) el lesbianismo (abuela y Mary). Por la otra, la intolerancia y la violencia (padre de Greg). Pero más allá de esta definitiva radiografía moral, me interesaron de esta opera prima las inesperadas vueltas al pasado (flash-backs en blanco y negro) que muestran sucesos relevantes y el sustancioso monólogo que su protagonista principal (Harry Mitchell) dirige a los espectadores.

Toca el turno a Bernie (1996), obra inicial escrita, dirigida y actuada por Albert Dupontel en cuyo delirante, satírico, horripilante pero también inolvidable contexto el cineasta galo transvasa al celuloide y el videotape los desmesurados trajines de un huérfano (Bernie Noel) por encontrar su nunca resuelta identidad y su definitiva ubicación en el tiempo y en el espacio de una sociedad inmisericorde. ¿Cómo calificar a Bernie? Quizá como un atractivo testimonio de fin de siglo y de milenio que recoge los apocalípticos desajustes éticos e ideológicos de la posmodernidad.

Continuaré otorgándole mi simpatía a la saga de la tercera edad que trazó con nostalgia y buen humor el michoacano Juan Pablo Villaseñor:

Por si no te vuelvo a ver (1996) es el vibrante título de la cinta que revivió con extrema sencillez la existencia colmada de achaques y palpitaciones (cardiacas, musicales, amistosas y hasta eróticas) de un solidario grupo de ancianos más cercano a la muerte y la incineración que a la plenitud vital. Sin embargo, ellos luchan por obtener una presencia y un reconocimiento en un contexto perverso (cabaretuchos donde circula la droga y la prostitución, pero también románticas melodías). No en balde la película de Juan Pablo fue premiada en la XII Muestra de Cine Mexicano de Guadalajara.

Y para finalizar, la cinta de Iciar Bollaín (mejor nuevo director, Semana Internacional de Cine de Valladolid, España, 1995) Hola, ¿estás sola? me pareció una comedia de intensa expresividad caracterológica y verbal que de una manera casi documental enseña las intricadas relaciones familiares (los desbarajustes hogareños) que ahora fatigan a la ``madre'' patria.