José Blanco
La desviación típica

En solidaridad con José Woldenberg

Las campañas electorales para elegir al gobernador del Distrito Federal muestran altos grados de incertidumbre. Ello se desprende del examen estadístico de los resultados de diversas encuestas realizadas entre febrero y abril de este año.

La siguiente estimación fue calculada con los resultados de las encuestas realizados por CEO, GEO-El Economista, el periódico Reforma, Alduncín y Asociados, Indermec-L Harris, Berumen y Asociados, y Boga, SC, publicadas por los diarios El Universal, El Economista, El Diario de Monterrey, Reforma, La Jornada, Este País y La Prensa, y corresponden a sondeos realizados, como se indicó, entre febrero y abril de 1997, reunidos en Nexos de mayo.

El conjunto de las 20 encuestas realizadas durante el periodo indicado muestra que el porcentaje promedio de las expresiones de preferencia para cada uno de los tres partidos principales fue de 25.43 por ciento para el PAN, de 21.62 por ciento para el PRI, y de 23.90 para el PRD. Respecto de esos valores promedio, se puede calcular la llamada en lenguaje estadístico desviación típica, o desviación estándar.

El cálculo de la desviación típica (indicador de dispersión respecto al valor promedio) es en este caso una medida del grado en que han cambiado de opinión los electores. Los valores de las respectivas desviaciones típicas son: de 5.33 para el PAN, 2.84 para el PRI y 4.83 para el PRD. El valor más pequeño, correspondiente al PRI, indica que, obteniendo el promedio más bajo en las intenciones de voto, es también el partido respecto del cual ha habido, en el lapso señalado, menos cambios en la intención de voto. Dado el bajo valor de la desviación típica, en comparación con la de los otros partidos, su promedio en la intención de voto acaso indique que en su mayor proporción se trata del voto duro priísta.

Por el contrario, el PAN, contando con el promedio más alto del periodo, muestra al mismo tiempo el valor más alto de la desviación típica (5.33), lo cual indica que es el partido respecto del cual ha habido más cambios en la intención de voto de los electores.

El PRD se halla, tanto en términos del promedio del periodo, como de su desviación típica, en la situación media.

Tomando como referencia ahora a los indecisos y a quienes no expresaron respuesta, hallamos una corroboración de lo altamente fluido que ha sido el cambio de preferencias de los electores. El porcentaje promedio de los indecisos es de 23.95, valor ligeramente superior al promedio de quienes expresaron su intención de voto por el PRD, y superior al promedio de quienes expresaron su preferencia por el PRI. En tanto, la desviación típica de los indecisos llega a 8.38, valor muy superior al de cualquiera de los partidos. Es decir, durante el periodo examinado, un número significativo de electores a veces se expresaron por algún partido, para regresar a la posición de seguir pensándolo.

Este examen, que se refiere al conjunto del periodo, muestra la alta volatilidad del voto en función de las coyunturas y las estrategias de los partidos. La última encuesta de las aquí consideradas da 19 por ciento al PAN, 22 por ciento al PRI, 21 por ciento al PRD, y 34 por ciento a indecisos. Durante parte de marzo y durante abril, la cifra que más consistentemente ha crecido es justamente la de los indecisos. No hay duda de que esta franja decidirá el triunfo, y no hay duda también de que las campañas de las que estamos siendo testigos les gustan cada vez menos a los electores. Otro dato aparente es que el voto duro priísta es mayor al de los otros partidos, aunque el de éstos probablemente no se halla muy lejos del de aquél.

La tendencia de la sociedad a consolidar un sistema de tres partidos no sólo los obliga a una reflexión seria sobre la convivencia, los acuerdos y las alianzas, sino que, dada la probable cercanía de sus votos duros, el papel de fieles de la balanza de los partidos ``chicos'' va delineándose más claramente.

Las descalificaciones mutuas quizá se hallan relacionadas con la fuerte tendencia al alta de los indecisos. De otra parte, es obvio que falta aún una reflexión profunda por los partidos: un planteamiento programático para el conjunto del área conurbada de la zona metropolitana, para el largo plazo. Un referente de este tema es el enfoque global sobre Barcelona que pudimos leer en la Jornada Semanal del domingo anterior.