Iván Restrepo
Promesas de alto costo
Recientemente, el candidato del PRI a la gubernatura del Distrito Federal ofreció en Iztacalco que de ser electo se propone solucionar el problema de agua potable trayendo, cuando menos, 5 metros cúbicos más por segundo del río Cutzamala (estado de México). Se trata de una promesa con alto costo ecológico y financiero para capitalinos y habitantes de la vecina entidad. Como sabemos, la ciudad y su área conurbada se levantan en lo que fuera extensa cuenca lacustre, gracias a lo cual hoy más de la mitad del agua para 20 millones de personas, la industria y otras actividades humanas, proviene del subsuelo. De éste se extraen 45 metros cúbicos por segundo, mientras otros 18 provienen de las cuencas de los ríos Lerma y Cutzamala, a 40 y 127 kilómetros de la ciudad, respectivamente. Ante el crecimiento demográfico y la mancha de asfalto, la solución ha sido seguir extrayéndola del subsuelo y traer más de fuera.
Como también señaló Del Mazo ante familias con carencias de agua, no es conveniente sobreexplotar, como hoy, los acuíferos, pues se sacan dos veces más líquido y de mayor profundidad que el que se recarga propiciando compactación del terreno y daños a la infraestructura urbana y a los edificios por el hundimiento del suelo. Pero disminuir la extracción y, a cambio, recurrir a fuentes lejanas de la zona metropolitana origina costos financieros muy elevados por las obras necesarias para captar, trasladar y distribuir el líquido.
A lo anterior se suman los daños sociales, ambientales y productivos en los sitios elegidos; no en balde campesinos de la región donde está en marcha el proyecto Temascaltepec (cuarta etapa del Cutzamala) se resisten a que con ellos se repita el destino de sus vecinos y de Lerma. Igual pasará si el agua se trae de Amacuzac y Tecolutla, ríos ubicados a más de 250 kilómetros de la que fuera la región más transparente del aire.
En cambio, hay una solución mucho más sensata en todo sentido: captar el agua de lluvia y con ella enriquecer los acuíferos y ser autosuficientes pues representa cuatro veces el volumen que se extrae del subsuelo. Hoy apenas se infiltra un 10 por ciento: el resto termina en el drenaje y contaminado al mezclarse con aguas negras. Por otra parte, aún contamos con bastantes manantiales y subcuencas aunque su caudal disminuye por la urbanización anárquica o por estar enterradas en la basura. Diversos estudios muestran que si se captara la mitad de la precipitación pluvial ya no tendríamos virtualmente problemas para abastecernos de agua. Serían menores los desajustes, aquí y en el estado de México, si se hacen efectivas acciones que eviten la pérdida en el sistema de conducción; si se sanciona el derroche del líquido de algunos mientras millones apenas tienen poquísima y contaminada; al cobrar el servicio según el nivel económico y el volumen utilizado; al instalar sistemas de tratamiento para impedir que, en el colmo del absurdo, se gasten cientos de millones en traer y extraer agua y también para sacarla sucia, contaminada, hacia el Golfo.
Esas medidas, que priorizan el interés social sobre las obras faraónicas que aumentan la riqueza de los dueños de las grandes constructoras y de políticos y funcionarios, traerían de pilón beneficios que la ciudadanía mucho aprecia: garantizar áreas de protección ecológica y detener el crecimiento citadino hacia las zonas de recarga; conservar y enriquecer las zonas boscosas y agrícolas; y algo que el licenciado Del Mazo conoció bien cuando fue gobernador mexiquense: impedir más daños ecológicos a las poblaciones que sufren el despojo de sus recursos, y evitar insatisfacción social y política. Aunque las cuencas del Lerma y Cutzamala están en la vecina entidad, los municipios conurbados apenas reciben el 28 por ciento de esa agua, mientras el 72 por ciento restante es para el DF, cuyos habitantes usan en promedio 400 litros al día, contra 261 en municipios conurbados.
No hay duda de que la estrategia gubernamental para resolver la escasez, mala administración y contaminación del agua es insuficiente y exige cambios radicales si no queremos agravar las carencias en el campo y las ciudades. Al respecto, el candidato del PRI anuncia un camino contrario al desarrollo sostenible, mientras para el abanderado del PRD parece que la crisis del agua no existe, si atendemos a su propuesta para construir una ciudad para todos, resumida por Alberto Nájar en este diario el 6 de mayo. Cuauhtémoc Cárdenas sabe que es una prioridad de gobierno en todo México. ¿Lo olvida ahora o fue una omisión del reportero?