Juan Carlos Villa Soto Ť ``La epidemiología molecular ha propuesto el desarrollo de ciertas señales, denominadas biomarcadores, para descubrir los efectos tempranos de ciertos tóxicos, como el daño al material genético, previo al desenlace patológico''. La doctora Patricia Ostrosky Shejet de Wegman, quien se ha interesado en estudiar los efectos de las sustancias tóxicas en el material genético del ser humano, dijo en entrevista que además de los efectos inmediatos, las sustancias tóxicas pueden ocasionar efectos a largo plazo, tales como el desarrollo de ciertas enfermedades crónico-degenerativas (cáncer, Parkinson, Alzheimer, etcétera) y daños genéticos que pueden manifestarse no sólo a nivel individual, sino de la especie humana.
La doctora Patricia Ostrosky, jefa del Departamento de Genética y Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, comentó que un biomarcador es ``indicador de la variación de componentes o procesos bioquímicos o celulares que pueden ser medidos en muestras biológicas''. La investigadora señaló que existen tres tipos de biomarcadores: de exposición, de efecto temprano y de susceptibilidad.
``Los biomarcadores de exposición nos permiten determinar la concentración de los medicamentos o sustancias tóxicas en los tejidos. Por otro lado, los biomarcadores de efecto temprano nos indican un posible daño a los cromosomas antes de que se desarrolle una enfermedad por la exposición a un tóxico. Este daño se puede medir evaluando: aberraciones cromosómicas, alteraciones en la reparación del daño al ADN o mediante la prueba del ``cometa'' (en un campo electroforético el DNA dañado se ve como un cometa al microscopio). Asimismo, se puede medir a través de la activación de oncogenes (genes que regulan la proliferación de la célula)'', acotó la entrevistada.
Al referirse a sus estudios sobre los efectos genéticos del arsénico, la doctora Ostrosky comentó que muchas de las fuentes de agua de nuestro país se encuentran contaminadas de manera natural por este metaloide. Un sitio clásico es la Comarca Lagunera, sin embargo, también se ha reportado agua con arsénico en Chihuahua, Hidalgo, Coahuila, Durango y Zacatecas. ``Muchas de las personas que han ingerido altas concentraciones de arsénico por muchos años pueden desarrollar cáncer de piel, de vejiga, hepático, así como alteraciones cardiovasculares'', apuntó.
La especialista en Genética Humana y en Farmacología señaló que, con base en los biomarcadores, han tratado de identificar a las personas sensibles que pueden desarrollar cáncer. Acerca de la sensibilidad afirmó que existen diferencias en la farmacogenética de los individuos: algunos tienen ciertas enzimas que les permiten metabolizar más rápido una sustancia, evitando que el organismo se intoxique; en otros, ocurre lo contrario.
``Los resultados de nuestros estudios indican que existe una correlación entre el daño cromosómico y el cáncer en la piel; por otro lado, hemos observado que llega un momento en que el hígado se satura y es incapaz de mmetabolizar el arsénico'', aafirmó la investigadora.
Aunque es evidente que la mejor prevención es eliminar el arsénico del agua, es importante el desarrollo de pruebas de detección temprana porque no siempre es factible, por los costos, aplicar estas medidas. Lo que sí se puede hacer es que, a partir de estas pruebas sencillas, el individuo sensible suspenda la exposición a la sustancia y, de este modo, prevenga la enfermedad. Otra posibilidad para evitar el daño del material genético es buscar sustancias antimutagénicas, aseveró la científica.
En todo caso, ``la medicina del siglo XXI tendrá que ser preventiva'', concluyó la doctora Ostrosky.