La Jornada Semanal, 11 de mayo de 1997
Brian Nissen y Carlos Fuentes han publicado un libro de alta temperatura sensual, Voluptuario, edición bilingüe (o cunilingüe, como prefieren decir los autores) que ha tenido enorme éxito de crítica. Andrés de Luna, especialista en temas de erotismo, ofrece una radiografía del pintor Brian Nissen y de sus funciones de media noche. A continuación, una inteligente versión de la hot-line.
El dibujo tiene algo de condición íntima, se le practica como quien
hace una caricia suave e incisiva que viaja al fondo de la noche. Algo
tiene esta forma plástica que es un detonador, una carga de dinamita
que espera el instante preciso para provocar un estallido. Si se
compara el uso del dibujo con la pintura de sugerencia erótica, ni
duda cabe que el primero avasallaría a la segunda, irrumpiría lascivo
en los territorios del lienzo y el óleo o el acrílico. Es obvio,
porque el dibujo admite la inmediatez, el influjo de las
imaginaciones; basta un lápiz, una plumilla y un poco de tinta para
trazar estos contornos, y sus sombreados para alcanzar la figura
humana con todo y su virilidad enhiesta o la exuberancia barroca del
monte de Venus y su ojiva genital, en medio de los arduos combates del
amor profano. Brian Nissen y Carlos Fuentes construyeron los vasos
comunicantes para que pudiera darse el proyecto del libro
Voluptuario (Saint Martin Press, 1996), en donde aparece el
ánimo lúdico del artista y del escritor, que termina por fundirse en
una propuesta magnífica, gracias a la cual el deseo forma parte de la
risa y el coito es movimiento perpetuo, agitación y jadeo que deja
pálidos a sus participantes y comunica los goces de vivir a quienes
somos convidados de piedra en ese banquete nupcial entre la tibieza de
los cuerpos y la dicha de los placeres compartidos.
Nissen comenta: ``Para mí todo tiene un sentido erótico. En otros tiempos, en el norte de Europa, durante la época victoriana, el puritanismo reinaba y en las bibliotecas llegaron a recomendar que se separara a los autores de las autoras. Nada de promiscuidades. También reprobaban el uso de los zapatos de charol para las mujeres, pues en su calidad de espejos improvisados podían captar imágenes atrevidas o atisbar en sitios en donde las faldas y las crinolinas parecían resguardar a la dama en cuestión. Aún así, lo erótico se filtra por todas partes, nada lo detiene. También hay que decirlo: lo erótico se encuentra en sitios inesperados, porque es un juego de contextos. En ese aspecto, me gusta la historia de una vedette parisina. Esta mujer bailaba en un cabaret de la Ciudad Luz, era atractiva y esto se lo confirmaban los asiduos al antro. Ella se peinaba con dos enormes rulos que le cubrían las orejas. Algunos comentaban que había perdido esos apéndices auditivos; el mero rumor suscitaba chismes y extravíos. Las orejas se convertían en obsesión erótica y más de uno deseaba romper el secreto. La fama de esos rulos cruzó fronteras, y un día un millonario de Texas llegó al cabaret y se llevó a su país a la vedette. Montó un espectáculo con ella y descubrió que sí tenía orejas. Claro está que el efecto era tremendamente erótico por la obsesión que despertaba un misterio como ése.''
En el erotismo la consigna podría sintetizarse en una vuelta hacia la
ingenuidad más que a la utopía del atrevimiento. Nissen, londinense de
origen, radicó en México de 1963 a 1980, pero sus viajes entre Nueva
York y esta depauperada capital de la República son frecuentes. l
considera que: ``El espíritu de la ingenuidad se revela en el momento
en que los amantes utilizan un lenguaje infantil para comunicarse sus
deseos por medio de niñerías. Por otro lado, es como la obsesión que
se suscita en el momento del strip-tease: queremos asistir al
rito de la anticipación de la desnudez; en México esto es más directo
y sin escalas, queremos que las vedettes se encueren de un
plumazo; con esto alcanzan la euforia. En eso los mexicanos son
únicos. Recuerdo las épocas del Teatro Iris, con un público tan
entusiasta que contagiaba ese ánimo; trataban de ver y de tocar con
vocación enloquecida. La diferencia con los públicos europeos y
estadunidenses era radical, esto me entusiasmaba. Sobre todo me
remitía al humor, porque en lo erótico el humorismo y la risa son
figuras capitales.''
Al comentar Voluptuario aclara: ``El proyecto surgió de la costumbre que tienen los artistas de hacer dibujos eróticos. Por ejemplo, para mí el dibujo es mi primer amor, aunque ahora haga escultura. Voluptuario me divierte, es un conjunto con el que me encuentro a gusto; además, entiendo que mucha gente no ponga en la pared un dibujo erótico, les resulta conflictivo. En cambio, en un libro las imágenes van y vienen, lo podemos abrir y ahí están las figuras, o lo cerramos y las dejamos descansar. En alguna ocasión le mostré los dibujos a Carlos Fuentes; le encantó el trabajo y entonces decidimos darle forma a través de un volumen. Siempre lo vimos como un juego. En mi caso, había unos ocho años de producción intermitente. Seleccionamos los materiales y Fuentes elaboró un texto que se suma al humor de las imágenes. Luego, se buscó que el libro tuviera un ritmo, una visualidad armónica. Hubo algunos retrasos pero al fin se publicó y el resultado es grato. Aun en Estados Unidos subsiste un ánimo muy conservador, pero también la libertad de expresión está muy bien protegida. Voluptuario forma parte del rincón íntimo de mi obra. Me encanta esta visión erótica; en cambio, me molesta la obviedad o la sexualidad agresiva y destructora. Para mí el erotismo debe ser juguetón, es donde nace y renace la belleza.''
Al intentar una definición de lo erótico, Nissen afirma: ``El erotismo
es la sexualidad filtrada por la imaginación. La contraparte es la
pornografía, donde impera la violencia, la humillación y la
crueldad. A mí me ha encantado la zona lírica de lo erótico, la zona
humorística. Hay que aclarar que todo arte tiene algo de erotismo. Por
ejemplo, al trabajar la cera me encuentro con un elemento muy sensual
al tacto; es algo espontáneo, inmediato, una sensación casi de
cachondería. En el arte erótico se siente más libertad, y en él se dan
una variedad de cambios y visiones; ahí está el gran arte lúbrico de
la India o de los persas. También podría decirse que el erotismo está
en la comida y en la bebida; pero no lo debemos encasillar, pues la
vida cotidiana tiene muchas facetas. Algo seguro es que en la belleza
y el goce del cuerpo reside el erotismo. También coincido con Carlos
Fuentes en que el lenguaje tiene una fuerte carga de sugerencia
erótica, sobre todo porque se presta a una serie casi infinita de
juegos verbales, y en ese ir y venir, casi sin pretenderlo, llegamos a
los terrenos del placer.''
Para concluir, Nissen observa que: ``cuando uno realiza una obra llega a olvidarse de la parte trivial de las cosas, del ambiente opresivo. Aún ahora, el puritanismo nos agrede con sus prohibiciones. El cine estadunidense es un promotor de la violencia, hace apologías del sadismo. Y sin embargo, hay cosas inaceptables para los productores de Hollywood: que aparezca una mujer con vello en las axilas. stas deben estar depiladas, para que tengan un aspecto aséptico. En medio de los tiroteos, persecuciones y muertes, las damas deben mantener una imagen higiénica. Esto es parte del puritanismo protestante, por ello me parece más sabroso el pecado en el catolicismo, sobre todo como lo manejaba Luis Buñuel y otros cineastas de esta tradición cultural. El propio Buñuel decía que `el sexo sin pecado es como un huevo sin sal'. Insisto, el erotismo está en muchas partes, lo que importa es ubicarlo en nuestra vida y en nuestras obras.''