Durante años, la actividad cultural en los estados federativos ha sido concebida como intervención burocrática encaminada al lucimiento de los funcionarios, como ratificación e incluso promoción de los símbolos producidos por los medios masivos, como actividad para ``divertir'' a los turistas exaltando un folclor estereotipado, e incluso ha llegado a ser pensada --es el caso de algunos gobiernos panistas-- como campo de censura y vigilancia moralista de los ciudadanos, para hacer prevalecer las ``buenas costumbres''.
Es frecuente que los partidos políticos y movimientos sociales la consideren como un mero instrumento para acceder al poder (en cuyo caso es el mecanismo para introducir las ideas de la vanguardia en las masas) o como algo accesorio y decorativo, de lo que fácilmente puede prescindirse. En tales circunstancias, cabe preguntarse si, a partir de la acción política, es posible promover una transformación cultural de nuestra sociedad, en la que el propio pueblo actúe como sujeto activo.
Sin duda, tal tendencia no sólo es posible sino, por múltiples razones, deseable. Ello exige de imaginación, esfuerzo y, por supuesto, participación y compromiso populares.
Hoy, la lucha por la democracia ha comenzado a impulsar nuevas expresiones culturales, a partir de manifestaciones artísticas desarrolladas a nivel popular. Es el caso del espectáculo teatral El sol es para todos, promovido por Carlos Payán Velver, candidato al Senado por el PRD, y presentado inicialmente en diversas poblaciones del estado de Yucatán.
Para ofrecer dicho espectáculo, Payán acudió al Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena de México, que desde hace alrededor de tres lustros ha venido trabajando en diversas comunidades indígenas de México, bajo la coordinación de María Alicia Martínez Medrano.
El proyecto de Payán rescata la idea de las célebres ``brigadas culturales'' promovidas durante la presidencia de Lázaro Cárdenas. Reactiva así una tradición nacida a raíz de las movilizaciones a que dio lugar la Revolución Mexicana. Tradición que parecía olvidada, enterrada por la osificación generada por el autoritarismo, a la vez que marginada y aplastada por los medios masivos. Busca a la vez, en lo más auténtico de nuestras raíces indígenas, formas de creación cultural que propicien la reflexión política, precisamente en el estado de la República donde el socialismo, encabezado por Carrillo Puerto, conformara innovadores espacios de expresión popular vinculados a esos maravillosos núcleos organizativos conocidos que fueron las ``ligas de resistencia''.
En El sol es de todos se recupera la añeja tradición del teatro popular, por la cual se montan diálogos breves referidos a la realidad política del momento, los que se despliegan tanto en lengua maya como en español, recuperando el bilingüismo que se habla en la península. A lo anterior se suma la tradicional Vaquería, bailable regional de sobria belleza y hondo simbolismo místico para los indígenas.
La representación reúne a cerca de 140 bailadores de jarana, vestidos con el traje regional, que danzan a la usanza más tradicional, recuperada gracias a investigaciones realizadas por el Laboratorio, que tiene una sede en la población indígena de Xocen, a cargo de Delia Rendón.
``Antiguamente así se hacía --escuché decir, con una sonrisa de satisfacción, a un campesino bailador de jarana confundido entre el público de la representación realizada en el poblado de Umán, vecino a la capital yucateca-- hoy es puro negocio el que hacen esos cabrones para el turismo''.
En el intermedio de las actuaciones, algunos candidatos del PRD enviaron un breve mensaje al público. No tuvieron que hablar mucho, los actores se habían encargado de poner en la picota, con abundancia de simbolismos y eficaz puntería, al neoliberalismo mexicano y sus artífices: Salinas, Kissinger (diablo), Zedillo, etcétera, y a sus colaboradores panistas.
En la representación realizada en el parque de softbol de Umán el lunes 5 de mayo, imponente por lo abierto del escenario (característica ésta del Laboratorio, al igual que el no uso de micrófono, aunque se encuentren muy bien acompañados musicalmente) y el fondo de la majestuosa iglesia del pueblo, la atención y el entusiasmo popular resultaron notables.
Desafortunadamente, los organizadores tuvieron que vérselas con el autoritarismo del ayuntamiento panista de esa población, que ha incorporado de manera acelerada en sus acciones los peores elementos del autoritarismo mexicano. Primero se negó a permitir que el acto se realizara en la plaza pública (solicitada con suficiente antelación), y luego compró candados nuevos para cerrar el parque y bloquear la caja del switch de luz, previamente despojada de los fusibles.
A los perredistas de Umán no les quedó otra que romper los candados, ante la violación, según me comentaron, del artículo 36 del IFE.
Los panistas yucatecos repiten así las mismas prácticas que, con razón, cuestionaron a los priístas, que en su momento --y aún en la actualidad--, bloquean la libre expresión popular.
La promoción de estas actividades, que sólo puede desarrollarse dentro de un marco de libre expresión y experimentación, en la que se suscite la participación popular en múltiples formas, muestra una enorme potencialidad. Sería de esperarse que conformara una actividad continua del PRD y de los movimientos sociales populares, y acaso de las ONG y que no se redujera a los periodos de campaña.
El sol es de todos se comprende mejor en el contexto de la búsqueda de nuevas formas de comunicación para construir una cultura política democrática y participativa. Se trata de un inicio, susceptible de ser ampliado, mejorado y perfeccionado, y sobre todo abierto a la intervención de los asistentes y generador de reflexión y debate, manteniendo a la vez su carácter artístico y creativo