Luego de rendir protesta ante Del Mazo, nueva organización priísta prendió fuego al ex mandatario y exigió expulsarlo y confiscar sus bienes
Oscar Camacho Guzmán Ť Tiempos electorales.
Envuelto en hojas de El Nacional, La Crónica, La Gaceta de Sedesol y La República, el monigote de Carlos Salinas de Gortari fue quemado ayer al pie del Monumento a la Revolución.
Y cuando el fuego aún consumía su sonrisa de vinil, decenas de ciudadanos demandaron frente a la hoguera que ``se le expulse del PRI, se le confisquen sus bienes y se le suspenda la pensión vitalicia que se le paga con los impuestos de los mexicanos''.
Autores de la pira no fueron esta vez perredistas, ni panistas, ni camachistas ni mucho menos declarativos dirigentes del tricolor.
La de ayer la hizo un grupo de oaxaqueños priístas integrados en la denominada Confederación de Jóvenes y Ciudadanos Revolucionarios (sic). Una de las tantas organizaciones que se amparan en el sector popular del PRI, y a cuya dirigencia --según dijeron--, Alfredo del Mazo les había tomado la protesta horas antes.
Tiempos electorales.
Citada para las 18 horas, la quema empezó a prepararse desde mucho antes. Desde que de autos y camionetas comenzaron a bajar las enormes bocinas y el equipo de sonido con que por horas buscó calentar el ambiente.
De los que por ahí pasaban, sin embargo, pocos se quedaban y a eso de las seis y media de la tarde, el respetable era de apenas medio centenar entre curiosos, priístas y reporteros.
Salinas llegó pasadas las seis de la tarde. Enfundado en un traje café y corbata roja, el monigote de tela fue sentado de espaldas al Monumento a la Revolución y de cara a Reforma. Poco tiempo.
Apenas el necesario para que el ``líder'' de la confederación, Gonzalo Nabor, lamentara que los dirigentes nacionales del PRI no se hayan atrevido aún a ``hacer justicia'' expulsando a Salinas de su partido.
A Roque y compañía los acusó de ``timoratos, cobardes, indecisos'', y de no ser capaces de ``tomar decisiones trasnacionales... trascedentales. Y por eso Salinas sigue ahí, en el partido...''.
En apoyo a su demanda, Nabor acusó a Salinas de ser el autor de los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, de la crisis nacional, de la devaluación y del TLC.
Los compañeros de Nabor, sin embargo, ya no esperaron más y mientras su dirigente hablaba comenzaron a rociar con gasolina la figura de Salinas.
Después bastó sólo el chispazo de un cerillo para que el monigote aquel ardiera y se convirtiera en ceniza.