Con el propósito de participar y contribuir en el proceso de transición a la democracia que los mexicanos deseamos, nos propusimos conocer de los problemas, aspiraciones, demandas y reclamos ciudadanos ante la cercanía de las elecciones. Hubiéramos querido hacerlo para todo el país, lo estamos logrando para el Distrito Federal. Algunos de los resultados coincidieron con lo que esperábamos, otros nos dejaron perplejos; en su conjunto están sirviendo hoy para que candidatos de varios partidos acerquen sus campañas a lo que sus electores esperan de ellas.
Entre los temas abordados en nuestro estudio, podemos citar los tres problemas considerados como más graves de las comunidades en el DF. El primero lo intuíamos: la delincuencia que se traduce en inseguridad física, en la ansiedad por sobrevivir cada día, ante la violencia desbordada, el miedo a ser despojados de lo que aún les pertenece. El segundo problema más grave en el sentir de los votantes es el desempleo, o la posibilidad de enfrentarse con él, ante las dificultades económicas de las empresas en que laboran. Esta respuesta tampoco constituye una sorpresa, como sí lo fue el tercero, relacionado con las drogas. Más de la mitad de las personas entrevistadas lo señalaron como un peligro en verdad grave, por las experiencias de lo que hoy ocurre en la calle, en cualquier calle, y todos los días, por el riesgo de ver a sus hijos metidos con ellas.
Otro tema consultado fue el relacionado con la evaluación de los servicios públicos, incluyendo el agua, la pavimentación, el drenaje, la limpieza de las calles, la recolección de la basura, el transporte público, el alumbrado y la vigilancia; las respuestas fueron en general positivas, aun para servicios de calidad muy dudosa, como los microbuses, llevándonos a la conclusión de que ante la gravedad de sus problemas básicos de inseguridad y desempleo, cualquier otra cosa les parece un tanto irrelevante. Los servicios más mal calificados fueron los de vigilancia y limpieza de las calles en general, y del suministro de agua en el este del DF.
Contrastando con el nivel aceptable de los servicios públicos y de la calidad de vida de la ciudad, los votantes tienen una pésima imagen del gobierno de la ciudad, en cuanto al control de la corrupción, la administración de los recursos públicos, la impartición de justicia y la lucha contra los delincuentes, incluyendo la asociación de éstos con las fuerzas de seguridad. Algo más del 70 por ciento de los ciudadanos entrevistados sostiene estas opiniones.
Más negativa aún que la imagen del gobierno del DF ante sus ciudadanos, lo es la del gobierno federal; la falta de resultados concretos que avalen los anuncios recurrentes de recuperación económica del país y la realidad cotidiana que los contradice, hacen que hoy, nueve de cada diez adultos del Distrito Federal piensen que el gobierno federal no es congruente entre lo que dice y lo que hace, que no tiene credibilidad, que no maneja los recursos del país en forma transparente, y que no es sensible a las necesidades sociales. Siete de cada diez no están de acuerdo con la política económica de este gobierno, y dos más declaran no entenderla como para dar su opinión. Los pobladores del DF se sienten profundamente agraviados por el gobierno de Zedillo y también por el Congreso; su vinculación con el régimen de Salinas les es clara.
Estas corrientes generalizadas de opinión, constituyen los elementos subyacentes de la contienda electoral actual del Distrito Federal; ello lo sabe el PRD y está actuando en consecuencia, se siente firme y listo para hacer efectivas las facturas políticas de sus denuncias en tiempo y en forma, de los daños y engaños de Salinas, así como las de su rechazo a la política económica, que la sociedad juzga hoy equivocada.
Para el PRI, la situación les es difícil, lo saben también y están actuando en consecuencia; deslindarse de Salinas les es estrictamente necesario, aunque como ya lo dijo Granados Chapa, muy difícil; la relación con el gobierno de Zedillo les es igualmente un lastre, que parecen estar buscando minimizar. Es claro que la opinión ciudadana les tiene preocupados, pues saben lo que ella pesa.
Quienes parecen no tener mayor idea de lo que piensan los votantes, ni parece importarles mucho, son Castillo Peraza y los dirigentes del PAN, dedicados a inventar sus propias guerras y fantasmas, con actitudes que a veces parecen indicar soberbia, y otras simplemente que el traje les está quedando grande. No tomar en cuenta la opinión de los electores para generar una oferta política interesante les acarreará problemas futuros, que podrían llegar a incluir la dimisión de su presidente.