Cobijada por las propuestas arquitectónicas de Arrieta, Tolsá y Patiño Ixtolinque, y en el marco del XIII Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México, se presentó en el Templo de Santo Domingo la Orquesta de Jyvïskylï, conjunto finlandés de cuerdas que ofreció un concierto de programación variada y atractiva, y de nivel musical muy sólido y profesional. Antes de abordar la materia musical pertinente, se impone hacer mención del hecho de que la Orquesta de Jyvïskylï está conformada de modo más que equitativo por hombres y mujeres, lo que le da una personalidad sonora ciertamente atractiva. Mucho ojo, machines misóginos de la Filarmónica de Viena y otras orquestas del pleistoceno que todavía mantienen una torpe política de puertas cerradas para las mujeres
Como complemento de su evidente calidad musical, el conjunto finlandés tuvo la gentileza de conformar su programa con una buena dosis de música de Finlandia, sabiamente equilibrada con regiones más conocidas del repertorio y muy bien dirigida por Heikki Rautasalo. La obra Pelimannit (Los violinistas), de Einojuhani Rautavaara (1928), es una breve y sabrosa suite en la que las disonancias y lo modal se conjugan con ritmos de corte popular y atmósferas fantásticas para producir un ámbito que a veces raya en lo surrealista. Hay aquí un humor ácido y ligero que complementa sus ideas originales con algunos préstamos fugaces de Bach, Bartók y otros referentes musicales
De Jean Sibelius (1865-1957), patriarca indiscutible de la música finlandesa, el director Rautasalo y sus pupilos ejecutaron la suite Rakastava (El amante), que destaca sobre por su bello trabajo armónico. Hay en la obra colores y giros melódicos inconfundibles, cien por ciento Sibelius, que recuerdan sutilmente algunos de los momentos más líricos de sus sinfonías. Además de los discretísimos toques colorísticos de percusión, destaca en Rakastava (particularmente en su tercer movimiento) el evidente conocimiento instrumental del violinista que fue Sibelius. Jyvïskylï tocó también una sobria Elegía de Leevi Madetoja (1887-1947), intelectualmente contemplativa y sin excesos dramáticos. Y de Toivo Kuula (1883-1918), un transparente arreglo de una canción folklórica finlandesa, inconfundiblemente nórdica, brumosa y agridulce.
En el espectro más convencional del repertorio camerístico, Heikki Rautasalo y la Orquesta de Jyvïskylï abordaron el Rondó para violín y cuerdas D. 438 de Franz Schubert (1797-1828), obra que muestra el impecable flujo de ideas y melodías típico del compositor, y que por su diseño y extensión bien pudo ser parte de un inexistente pero no improbable concierto schubertiano para violín. Si la orquesta finlandesa supo dar claridad y precisión a la obra, no así el violinista mexicano Samuel Máynez, quien no estuvo al nivel de sus acompañantes fineses, ni en técnica ni en expresividad. Después, una versión de gran control, balance y disciplina al hipnótico Fratres del compositor estonio Arvo Pärt (1935), pieza cíclica, mística, intemporal, cimentada sobre todo en un soberbio trabajo de flujo y reflujo armónico. Para cerrar el programa, Rautasalo dirigió una versión cristalina de la Serenata Op. 48 de Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893), enfatizando más el fraseo y la articulación que los excesos de expresividad romántica en los que suelen caer otras versiones. No está de más señalar, por otra parte, que una de las piezas interpretadas fuera de programa por la Orquesta de Jyvïskylï fue el tango Extasis. Si lo menciono es para enfatizar el hecho de que hay en Finlandia, desde hace muchos años, un verdadero furor por el tango, al grado de que ya existe una vertiente finlandesa de este género porteño.
En suma, un concierto bien programado, bien dirigido y bien tocado, a cargo de una orquesta disciplinada y flexible, de temperamento joven y sonido maduro. No cabe duda que buena parte de la calidad musical de este grupo finlandés tiene su raíz en el trabajo de su director, Rautasalo, quien tiene una larga trayectoria como violoncellista, director y maestro, y cuyo evidente conocimiento profundo de las cuerdas y su técnica se refleja con claridad en el trabajo de la orquesta.
La bienvenida presencia de la Orquesta de Jyvïskylï en nuestro país ocurrió en el marco de un intercambio cultural entre Finlandia y México. Mientras que en Helsinki se exhibe una muestra pictórica de Frida Kahlo, México ha recibido muestras de la cultura finlandesa en los campos de la música, los libros y el diseño. Para el verano, Tampere, segunda ciudad en importancia en Finlandia, recibirá un gran acervo arqueológico que incluirá algunas piezas centroamericanas, pero la mayoría serán mexicanas