Aparentemente las autoridades electorales, los partidos políticos y algunos de sus candidatos, se están esforzando por asegurar una amplia participación ciudadana el 6 de julio, pero con sus acciones y omisiones pueden estar más bien construyendo los caminos del abstencionismo.
Quienes se han dedicado a estudiar la participación ciudadana y las elecciones en países con tradiciones políticas y estadísticas electorales más confiables, han intentado clasificar las causas del abstencionismo según tres tipos de factores determinantes: individuales, sociales y políticos.
Las circunstancias individuales comprenden los impedimentos materiales por los que un elector no puede --aun queriéndolo-- participar en las elecciones. Este, que se ha llamado abstencionismo forzado, se distingue del abstencionismo voluntario o evitable, el cual depende más de condiciones sociales y políticas. Las condiciones sociales se reducen a un factor general: la integración a la sociedad global, o dicho en términos subdesarrollados y menos voluntarios, este abstencionismo es determinado por el grado de marginación social.
Entre los factores políticos que en mayor o menor medida influyen en los ciudadanos y los conducen a abstenerse de participar en los procesos electorales se encuentran la falta de interés político, o el escepticismo respecto de los procesos electorales en general; la hostilidad al sistema representativo o hacia el régimen político del momento; las condiciones particulares de cada elección; lo que está en juego de la vida pública del país; y la correlación de fuerzas en cada entidad, circunscripción o distrito electoral.
De acuerdo con Alain Lancelot (L'Abstentionisme éléctoral en France) el análisis político de este fenómeno se puede hacer estudiando la influencia de las condiciones políticas de la elección sobre el nivel global y la distribución del abstencionismo, pero también se puede realizar investigando el lugar de los factores políticos entre las razones invocadas por los abtencionistas para explicar su comportamiento.
Antes de las elecciones, el comportamiento electoral y la eventual abstención y su volumen, pueden depender: del abanico de las opciones políticas propuestas al escrutinio, del nivel de competitividad de los participantes en el proceso, y del alcance de la consulta electoral.
Aunque no todos son igualmente representativos, entre los indicadores útiles para estimar el abstencionismo en función del abanico de las opciones políticas están el número de los candidatos que contienden por el mismo puesto; la tendencia política de los candidatos y su representación de las grandes fuerzas del sistema de partidos; y la personalidad de los candidatos.
El nivel de competitividad de los participantes en el proceso y sus efectos en la abstención se puede medir por la dimensión del cuerpo electoral; por el modo de escrutinio (mayoría relativa, representación proporcional); por el grado de incertidumbre que prive en la elección; y, por supuesto, por la calidad, los medios, la extensión, y el interés de las campañas electorales.
En el abstencionismo también pueden influir factores como la frecuencia de las elecciones; el alcance directo del escrutinio; el objeto del proceso, esto es, si se trata de elecciones generales o parciales, locales o nacionales, del Poder Ejecutivo o del Legislativo.
Después de las elecciones y cuando se han aplicado encuestas para conocer las causas del abstencionismo, resulta que las razones más comúnmente invocadas por los abtencionistas conscientes o voluntarios son las que se agrupan en la indiferencia respecto de la política, o la hostilidad hacia el sistema político, electoral, o de partidos.
No es éste el espacio adecuado para hacerlo, pero sin duda un detenido análisis del presente proceso electoral en México, con base en una guía semejante a la señalada, permitiría calcular que los diferentes actores e interesados, especialmente los candidatos en campaña, están contribuyendo más a una significativa abstención que a una abundante participación electoral.