El viaje de los Clinton se tornó a fin de cuentas en una abierta injerencia en los asuntos internos de nuestro país.
1. La visita del presidente estadunidense Bill Clinton a México, acompañado de importantes miembros de su gabinete (5-7 de mayo), no tuvo por objeto aclarar paradas con los tecnócratas salinistas ni lograr acuerdos para la lucha contra el narco, como pretende la propaganda oficial. El viaje fue: a) para convalidar como legítimo al proceso electoral y apoyar la tesis de que en México ya hay democracia (lo que es a todas luces falso) y, en ese escenario, b) a fin de darle a Ernesto Zedillo el respaldo de la Casa Blanca en un momento de extrema debilidad, a fin de que pueda proseguir aplicando el programa neoliberal.
2. La lectura de muchos analistas en el sentido de que, al recibir a los dirigentes de la oposición Bill Clinton reconocía ``la pluralidad'' de México, no se funda más que en las apariencias. El presidente norteamericano, en perfecta sincronía con el FMI y el Banco Mundial, ha apostado claramente por el salinismo: es el principal encubridor de los crímenes de Carlos Salinas de Gortari, a quien otorgó una narcoamnistía, y continúa avalando al gobierno salinista de trasmano con Zedillo en la silla presidencial y el narcoaventurero Joseph-Marie Córdoba como gurú.
3. El discurso de subordinación y en muchos aspectos servil que Ernesto Zedillo y José Angel Gurría reiteraron a lo largo de los (casi) tres días que duró la visita de los norteamericanos, no hace más que evidenciar lo que todo mundo sabe: que Clinton no ha actuado en su mandato como ``un amigo de México'', como se pretende, sino como un defensor de los intereses norteamericanos en México, que entiende que el grupo salinista en el poder es un aliado estratégico del proyecto transnacional, y que por lo mismo hay que seguirlo apoyando, con todo el peso de la presidencia norteamericana.
4. El rescate económico de 1995 y el rescate político de 1997 han obedecido por lo tanto al mismo patrón: defender los intereses económicos de los inversionistas extranjeros y los intereses políticos de Washington, que no desea perder el control de lo que acontece en México, a fin de garantizar que la próxima Legislatura cumpla con la tarea ``histórica'' que se le ha asignado: garantizar la plena entrega de la industria petrolera a las multinacionales.
5. La paradoja de esta visita es, por lo mismo, que lejos de salir fortalecido de ella, Ernesto Zedillo aparece como lo que es: un gobernante muy débil, que no pasa de ser una pieza desechable del salinismo. A fuerza de reiterar un discurso de propaganda muy obvio, se le vio carente de autoridad propia y sin el patriotismo ni la estatura política para ocupar la silla presidencial. Como un individuo que, para prevalecer en el cargo, necesita mostrar que lo apoya el presidente de los Estados Unidos de América.
6. La visita de Clinton tiene así otro rasgo: es a todas luces un espaldarazo a la impunidad de Carlos Salinas y de sus amigos, a quienes Washington sigue otorgando un valor estratégico para los intereses norteamericanos.
7. La estrategia oficial de aceptar que los Clinton se inmiscuyeran abiertamente en los asuntos internos de México en múltiples discursos no puede sorprender, pues la ``ingeniería electoral'' a fin de poder alterar la votación, requiere: a) generar ``la creencia'' de que las elecciones van a ser (más o menos) limpias, y b) de que el triunfador se impuso desde la campaña porque era mejor que sus oponentes (o porque ``ganó el debate''). De ahí que el presidente norteamericano haya venido a ayudar a sus aliados sumándose a su propaganda, que insiste en que el IFE es independiente (cuando no lo es) y que hay una ciudadanización del proceso electoral (cuando el aparato oficial mantiene su capacidad de inyectarle impunemente votos al PRI).
8. El discurso de Clinton sobre ``la democracia mexicana'' se cae también por sí solo cuando se ve el grado de corrupción a que ha llegado en México la oposición. La campaña calumniosa de Castillo Peraza contra Cárdenas se ha revertido contra él pero también contra Acción Nacional, porque muestra que no es sólo el caso de un individuo desequilibrado que en arrebatos histéricos se lanza contra un opositor sino que se trata de un instrumento de Joseph-Marie Córdoba (aunque a fin de cuentas lo único que haya logrado es impedir que el PAN se convierta en una alternativa al salinismo).
9. El problema de Carlos Castillo Peraza es que se disfrace de un político honesto e independiente cuando sólo es un gatillero de Carlos Salinas: de ahí el creciente repudio que suscita entre los jóvenes.
10. El voto ciudadano tendrá por lo mismo que imponerse el 6 de julio a los acuerdos de las élites, que siguen encubriéndose en la simulación de que ya hay democracia. El proceso electoral se ha enturbiado más con el intento de rescate de Clinton, y es por esto muy preocupante que hasta ahora ningún partido o agrupación tenga programas de defensa del voto o de resistencia civil.