INAH, responsable de la destrucción en Río Blanco, alega el empresario Mata
Patricia Vega, enviada/ II, Río Blanco, Ver. Ť A la entrada del área de oficinas, el nuevo dueño de la fábrica que ahora ostenta el nombre de Textiles Plácido Mata, se apea de una motocicleta roja. Seguido por un par de obreros uniformados que solícitos atienden las necesidades de su patrón --por el momento cargar su portafolios y su sombrero--, el empresario Juan Mata González llega puntual a la cita convenida telefónicamente.
Sólo por instrucción directa del dueño se franquea el acceso a la fábrica textil, conocida durante más de cien años con el nombre de Río Blanco y convertida ahora en una fortaleza inexpugnable: altos muros con casetas de vigilancia en las diversas entradas.
Sonriente, con paso enérgico, voluntarioso y con la manía de mandar a quien tenga enfrente, Mata González nos conduce hasta su oficina. Poco afecto a presumir su poderío económico y político, se comporta como quien está acostumbrado a ejercerlo todos los días. Ya instalado en su escritorio, luego de un breve saludo y después de media hora de iniciada la conversación, reconviene a la reportera:
--Usted terminó su nota en La Jornada (19/03/97) preguntando ¿quién está detrás del empresario Juan Mata? Yo le respondo: el progreso, el trabajo... ¡Hubiera escrito eso!
--Justamente vine a preguntarle quién es Juan Mata González y a pedirle su versión de los hechos.
--Estudié ingeniería química y he sido textilero toda mi vida. En 1985 vendí el grupo textil que tenía --Perfeccionadora Industrial Textil, SA (PITSA) en San Juan del Río, Querétaro-- y en el 93 compré la Compañía Industrial de Orizaba, SA (Cidosa), cuyas fábricas habían entrado en huelga desde 1992 provocando prácticamente la quiebra del grupo.
``Uno compra cuando le ofrecen y ve la oportunidad de crecer; comprar con todo hecho pues, para mí, no tiene ningún chiste. Creo que nunca hubiera podido comprar Cidosa si hubiera estado en condiciones normales, sería ilógico que vendieran las fábricas, pero en huelga y con un pasivo de más de 100 millones de dólares... compré muy barato en relación con el valor de lo que adquirí: la fábrica Río Blanco, que hoy se llama Textiles Plácido Mata --es el nombre de un hijo mío que falleció en un accidente--; la fábrica de Cerritos, que hoy se llama Bebatex; las hidroeléctricas Virita I, II y III; la fábrica de San Lorenzo, que se la quedaron los trabajadores, asesorados por un tal licenciado Argüelles Pimentel, y lo que era Acabados Río Blanco, que estaba en la ciudad de México y hoy se llama Gabitex, la pasé aquí a Río Blanco, porque el terreno lo di en pago a los bancos por los pasivos que teníamos.''
--¿Le entró solo a este negocio o tiene socios?
--No, somos nosotros solos.
--Como usted habla de muchos millones y de dólares, pensé que...
--Se habla de millones y de grandes cantidades, pero eso no quiere decir que tenga ese monto en efectivo, es fruto del trabajo de cada quien. Nosotros, por ejemplo, ahora tenemos un crédito con materia prima con los productores de algodón y de poliéster; con los fabricantes de maquinaria y de productos químicos tenemos pasivos por 70 millones de pesos que van aumentando conforme el negocio crece.
``La liquidación de los 100 millones de dólares que integraban el pasivo de Cidosa fue muy sencilla: yo tenía un capital y lo invertí. Luego di al banco en dación de pago unos edificios y un terreno en Xochimilco, donde estaba la fábrica de Acabados Río Blanco --el puro terreno se vendió en 27 millones de dólares--, como ve, todo va saliendo de lo mismo.''
--¿La industria textil es su único negocio o tiene otros?
--Aquí estamos dedicados a la industria textil y a la energía eléctrica; en este edificio, donde estaban las antiguas oficinas de Cidosa, se está construyendo un hotel. Aparte, tenemos el negocio de las distribuidoras de automotores. Nuestra empresa, Mylsa, es la número uno en ventas de los productos Ford: tenemos una distribuidora en la ciudad de México, otra en Tehuacán (Puebla); nos acaban de dar la franquicia en Puebla, y están a punto de otorgarnos otra en Veracruz.
El INAH tiene el poder, yo no
``Llevo 37 años en la industria textil, el origen de todo lo mío lo conoce medio México, pero, ahorita, la compra de esto es para mí una satisfacción y un orgullo. Desgraciadamente ese Daniel Goeritz y la gente que él comanda en el INAH, han agarrado una actitud de tratar de presionarnos, toman fotografías del cerro de enfrente, hacen cosas totalmente absurdas, desafortunadamente ellos tienen el poder, yo no.''
--Usted también tiene poder. Se dice que como es amigo del gobernador Patricio Chirinos, hace lo que quiere...
--Mire, mis amistades políticas son prácticamente, cómo le dijera, sociales. Pero yo no tenía el gusto de conocer al gobernador de Veracruz hasta que compré esto.
--¿Es cierto que para la reinauguración de la fábrica vino el presidente Salinas?
--Es cierto, vino en una de sus famosas giras de trabajo; vino a la Cervecería Moctezuma y, de paso, a la fábrica. Desde entonces ¡ay, Dios!, ¡puros rumores!
``Pero contra lo que se diga del licenciado Salinas, yo pienso que es una persona que nos dio muchas cosas que no vemos, ¿qué nos pasa a los seres humanos? Ahora se llega al puerto de Veracruz en 50 minutos y antes no teníamos carreteras. Pero todo salió mal... bueno, cada quien, esas son cuestiones de ellos con las que yo no tengo nada que ver, lo que sí sé es que debo cuidar lo que he hecho, lo que heredé y tengo a quién dejárselo. Y no voy a permitir que el INAH me venga a obstaculizar nada. Ellos tienen más fuerza que yo porque son gobierno.
--Pero yo creo que vivimos en un estado de derecho...
--Eso lo quiero ver. Porque la Procuraduría ya emitió su dictamen y nosotros salimos ganando; en él se afirma claramente que aquí no se ha hecho nada de lo que el INAH afirma. Y eso está tapado. A ver, dígame, ¿por qué se llevaron el paquete del peritaje de Orizaba a la ciudad de México?
--¿Qué le pide el INAH, cerrar la fábrica?
--Sinceramente, no sé lo que quiere. Le voy a decir una cosa: el Cidosport es un terreno que está a 200 metros de la fábrica y que cuando fue construido, le hablo de los años cincuenta, tenía dos mesas de boliche, jugaban dominó, billar, había una alberca y jardines. Dada la situación que prevaleció en esta empresa, el Cidosport pasó a poder del gobierno estatal, porque le debían a todo el mundo, y ahora que lo recuperamos le mandan un oficio al presidente municipal de Río Blanco diciéndole que no otorgue ninguna licencia de construcción porque el Cidosport está considerado como un monumento de valor artístico. Dígame, ¿de qué se trata?
--¿Y por qué decidió bardear la fábrica?
--¿Cómo que por qué?
--Sólo le pregunto, usted dígame sin enojarse...
--Perdóneme, pero la fábrica ha estado bardeada desde un principio.
--Yo he visto fotografías antiguas y antes había una reja que permitía ver la fachada de la fábrica que era, incluso, el orgullo de pueblo...
--Llegó a tal grado el abandono, y hasta podría decir el coraje hacia la fábrica, que echaban botellas, basura, estopas prendidas, por eso decidimos poner esa barda. Y ahora se quejan los del INAH, pero pedimos permiso y nos lo otorgaron las autoridades municipales.
``Desde que se construyó, esta fábrica ha sido remodelada y modificada. Y jamás de los jamaces intervino el INAH; es un asunto que nunca habían pelado pues, ¿por qué hasta ahora que desapareció el sindicato de Río Blanco intervino el INAH? Aquí hay un trasfondo político, que no sé a quién beneficia. Yo creo que el sindicato anterior involucró a Daniel Goeritz Rodríguez en contra nuestra, porque nunca tuvimos ningún problema con el director anterior (Jorge Félix Báez), pero en cuanto tomó posesión ese señor, cualquier cosa que muevo o toco se ha vuelto un problema.
``Además, para que esta fábrica sea considerada como monumento histórico, la declaración debe publicarse en el Diario Oficial y estar firmada por el Presidente de la República. Pero en el último de los casos yo le puedo mostrar fotos de cómo se fue modificando la edificación en el pasado, y desde ese momento ya no es un monumento.
``Aquí es donde no acabo de entender: que me diga el INAH, qué he hecho mal y qué está bien; de esto tiene la culpa y esto otro va adelante, y se acabó el problema.''
--¿Aceptaría usted un nuevo peritaje de ese tipo?
--¡Por supuesto! No quiero estar fuera de la ley. Que se haga el peritaje, pero no acepto que el INAH intervenga aquí. Si esto se considera un monumento histórico porque una parte fue construida en el siglo pasado, que también se consideren las modificaciones que se hicieron antes de que yo comprara la fábrica.
Destruye el INAH la factoría
``Mire, le voy a dar un libro que hizo el dueño anterior, Luis Aja del Valle, con motivo de los cien años de Cidosa, ahí hay fotos de cómo estaba la fábrica en 1966.''
Mata abre el libro en la página 121 y lee en voz alta algunos fragmentos: ``la hora de la gran transformación había llegado para Río Blanco a mediados de 1964. Esta empezó a prepararse años atrás dejando desocupado y libre el gran salón de las operaciones de acabado al trasladar la maquinaria a la planta del Distrito Federal (...) La evacuación de estos telares tenía por objeto dejar desocupado el salón de tejidos para hacer las adaptaciones necesarias para instalar el nuevo equipo. Estas implicaban la realización de grandes obras civiles, entre ellas techar las calles que separaban las naves de hilados y tejidos de la de acabados para ganar 2 mil 400 metros cuadrados de área cubierta que se añadiría a los salones. Para realizar esto se derribaron cerca de 400 metros lineales de los magníficos muros originales de más de seis metros de altura que bordeaban las calles; se colocó el piso al nivel adecuado cavando cientos de metros lineales de trincheras o túneles subterráneos...''
El empresario vuelve a la carga: ``vea usted misma las modificaciones; entonces ¿qué me reclaman a mí? En el futuro también va a ser histórico lo que estamos haciendo nosotros, pero no por eso vamos a oponernos al progreso''.
--Pero su fábrica no ha parado ni un día de trabajar. El INAH selló las obras de construcción, no las máquinas...
--EL INAH me impide trabajar como nadie se imagina: no me dan créditos por el problema con el instituto, entonces imagínese usted si el INAH no ha parado la fábrica; claro que sí y me la está destruyendo. Y eso nadie lo quiere ver desde mi punto de vista.