Juan S. Millán Lizárraga, actual secretario general del PRI y, además de miembro del Comité Ejecutivo de la CTM, secretario general de su Federación sinaloense, es un hombre sorprendente. Porque a pesar de sus actuales responsabilidades en el partido y en la CTM, o quizá por las segundas pero entendidas como debieran entenderse siempre, ha soltado un discurso ante los miembros de la Coparmex en Nuevo León que merece, por lo menos, una referencia muy particular.
Dos cosas fundamentales ha dicho Juan. En primer término que tanto el gobierno de los últimos 20 años como su propio partido, son los responsables de la crisis de México. En segundo lugar, que también sus escuchas, los señores del sector empresarial, son corresponsables por haber avalado la política de topes salariales que no sólo condujeron a la miseria a 40 millones de mexicanos sino que, por el mismo motivo, empobrecieron al IMSS y al Infonavit que, dijo, estuvieron a punto de la quiebra.
Grandes verdades que a mí, en lo personal, no me sorprende que las diga este miembro del partido y connotado dirigente de la CTM, Central que fue, sin la menor duda, cómplice de esas políticas miserables que redujeron los salarios a polvo. Porque sé qué clase de hombre es Juan y que no tiene pelos en la lengua para decir y hacer lo que piensa, aunque envuelva una rotunda autocrítica: del partido y de la Central, ante hechos que no se pueden ya disimular.
Hace unos cuantos años recibí una invitación de Juan S. Millán, a quien no conocía, para dictar una conferencia ante su gente de la CTM en Culiacán. Dije lo que me pareció adecuado, sin reservas, y evidentemente hice una crítica feroz del corporativismo, de la política misma de la CTM y, por supuesto, de su cómplice mayor, el gobierno.
Al terminar la conferencia, un reportero local inició una entrevista. Juan se acercó y el reportero le preguntó si no le parecía mal lo que yo había dicho. La respuesta de Juan dejó al reportero asombrado: ''Es que Néstor tiene razón''.
Son notables los temas que trató Juan S. Millán ante la Coparmex de Nuevo León. Puso, simplemente, en evidencia la tesis pactista iniciada en 1987, entonces con un éxito notable, y la política conservadora y contraria a los trabajadores que desde entonces se ha seguido en México.
Pero tambien descubrió, aunque muchos ya la sabíamos, que la famosa crisis del IMSS no se deriva de otra cosa que de la misma política salarial. Si las cuotas dependen de los salarios y del empleo y la política gubernamental, con la complicidad de los sectores, es contra el empleo y los salarios, las consecuencias no pueden ser más que la quiebra del IMSS y la muy cercana del Infonavit.
Lo sorprendente, que marca nuevos caminos para su Central, es la defensa de los intereses de los trabajadores. Y, al mismo tiempo, el sentido crítico del partido en el que actúa como secretario general, no para seguir la campaña de insultos en que se basa el señor Roque, sino como un auténtico político que quiere convencer a su sector. Por ese camino llegará lejos.
No puede separarse esa actitud de la posible sucesión en la CTM. Por muy inmortal que consideremos al viejo, es evidente que su salud ya no le ayuda --y miren que le ha ayudado de manera notable-- a mantener una dirección que es incompatible con ese cumpleaños que precisamente se celebró el pasado día 24. Y vayan unas Mañanitas para don Fidel, nada más porque le reconozco virtudes de congruencia: nunca ha hecho otra cosa que ponerse al servicio del gobierno, aunque eso sea lo que me indigna.
Juan S. Millán, joven y preparado, economista muy enterado y un hombre con clara conciencia de las cosas, sin duda representa un enorme factor de esperanza en el México de mañana. De hoy, tal vez. ¡Ojalá!