Marco Rascón
Esperando a Clinton
A Elena y Eduardo Gale
En el debate norteamericano sobre México, Clinton representa una alternativa a los que proponen en Estados Unidos provocar una crisis en nuestro país: el rescatismo con condiciones es más efectivo para imponer sus intereses. Clinton viene seguro porque se considera ``un amigo'' que, por lo menos, en dos ocasiones nos ha salvado frente a las acusaciones del Congreso (préstamos de 50 mil millones de dólares y certificación).
La postergada visita de nuestro rescatista será la oportunidad para que Zedillo, Gurría, senadores y diputados del PRI y del PAN le agradezcan su apoyo y reciba la ``indignación'' y postura de México frente al tema del narcotráfico, migración y comercio. Esto correrá una cortina de humo sobre el verdadero contenido de la visita tras el happening de la descertificación y certificación; las acusaciones norteamericanas sobre vínculos de funcionarios y gobernantes con el narcotráfico y la entrada en vigor de las leyes antinmigrantes.
En el encuentro del 5, 6 y 7 de mayo la agenda pública de preocupaciones de las que informa el canciller Gurría no será la central, sino la que preparan Luis Téllez y Thomas McLarty, consejero de Clinton que se encuentra en México. En esa agenda, cubierta por el telón de declaraciones de Relaciones Exteriores, se tratarán temas estratégicos de interés norteamericano, más que preocupaciones mexicanas; es una visita para cobrar el ``apoyo'' y reivindicar la política del rescatismo que Clinton ha defendido en Estados Unidos y para demostrar que ese país tiene una influencia mayor en los asuntos mexicanos. Clinton ya considera a México parte de su política interna y viene a consolidar esa visión.
Narcotráfico no será tema de interés, pues Estados Unidos controla los flujos dentro de su propio país; lo estratégico en la relación binacional es la forma del control y su vículo con lo político, económico y militar. En el caso de la certificación condicionada lo fundamental son las condiciones para que Clinton demuestre al Congreso que gana más Estados Unidos por la vía de la certificación que por la no-certificación, ya que descertificar se convierte en un mero acto de locura hegemonista del Congreso, pues no obliga a nada a nadie. Por el contrario, certificación significa imponer condiciones a cambio de lavar conciencias. Veremos a Gurría rasgarse las vestiduras contra la descertificación pero aceptando, como un triunfo nacional, la certificación y las condiciones que conlleva: agentes armados de la DEA en territorio mexicano, entrega del control de la información sobre vuelos con droga, y la integración de México a una fuerza armada multinacional.
Otros puntos de interés para nuestro rescatista (el bueno, frente al Congreso malo) son la revitalización de los acuerdos Mc Lane-Ocampo en relación al Istmo de Tehuantepec, convertido nuevamente en zona estratégica de gran interés estadunidense tanto en lo económico como en lo militar.
Pero un tema especial será el rescatismo de México hacia su esquema de democracia. Por delante han llegado los recursos provenientes del Fondo Nacional por la Democracia (NED, siglas en inglés) dirigidos, por acuerdo del Congreso norteamericano, a fomentar la democracia y destinado a diversas ONG que se mueven dentro de los proyectos de imparcialidad electoral. Otros recursos recientes buscan establecer un frente activo de crítica contra Cuba desde México, haciendo de la pensada transición clintoniana para México la base de una transición pronorteamericana para Cuba.
Clinton viene a recoger el resultado de todos estos esfuerzos que buscarían legitimar una nueva mayoría en un Congreso no priísta, pero igualmente defensor de los intereses estadunidenses y de la política de integración. Ya el embajador James Jones ha declarado que un triunfo de la oposición (del PAN, por supuesto) no significaría un problema para las relaciones México-Estados Unidos, lo cual significaría para Clinton otro reconocimiento tras el rescate económico: el de la democracia en nuestro suelo, derrotando así a los partidarios en Estados Unidos de la creación de una crisis para el cambio en México.
Mr. Clinton viene a reivindicarse como mediador de la crisis interna; en la crisis por la que navega Zedillo entre la presión de su partido y la de su rescatista. En este tenor, Jones prepara la agenda de entrevistas entre Clinton y los partidos políticos mexicanos, cada una de las cuales tendrá un sentido diferente.
Serán días de golpes y sorpresas, seguramente.