ADIOS DE LOS LEGIONARIOS DE CRISTO A PRIGIONE
Alma E. Muñoz y Laura Gómez Ť Los Legionarios de Cristo, encabezados por el sacerdote Marcial Maciel Degollado, despidieron ayer de México al nuncio apostólico Girolamo Prigione. En la reunión que se intentó fuera privada, se habló de los tiempos en que ``resulta muy fácil criticar sin fundamento y descalificar el quehacer de alguna autoridad''.
Así, sin mencionarlo, se refirieron a las acusaciones de abuso sexual contra Marcial Maciel Degollado, máximo dirigente de esta congregación religiosa, según seis testimonios publicados por La Jornada.
Con una comida en la Universidad Anáhuac, Los Legionarios de Cristo alabaron el trabajo del representante del papa Juan Pablo II y puntualizaron la incomprensión de ``aquellos que con mirada chata'' buscan impedir los frutos de su esfuerzo: una Iglesia viva y pujante, con una jerarquía sólida y una relación propositiva con el gobierno y el Estado.
Fue Prigione quien respondió: ``Nunca me he preocupado de lo que dice la opinión pública, si critica o alaba, uno tiene una meta, una función... en fin, yo sigo, trato de alcanzarlo con todos los medios lícitos y posibles para llegar a esta realización''.
No soy monedita de oro: Prigione
Después de agradecer a los Legionarios la ``espléndida comida'' que le ofrecieron: aguacate relleno de cangrejo al eneldo, crema de queso, filete chambertin, islas flotantes y café, el nuncio sostuvo que
realizó su labor pensado sólo en el bien de la Iglesia y de México.
``Algunos me dicen que no soy monedita de oro para todos, esto es normal en la vida, pues lo que cuenta es actuar, sembrar semillas de bien y construir para justificar nuestro paso por este mundo'', dijo.
``Al final de este periodo -puntualizó- muchos dicen termina la era Prigione. Me parece demasiado halagador. Hice lo que tenía que hacer, lo que pensé que había sido bueno, ventajoso para la Iglesia y para este gran país que es México''.
Aclaró: ``me voy de México y no me voy al mismo tiempo. Quedo vinculado para siempre. Veinte años no pasan en balde en la vida de una persona. Las raíces de árbol son demasiado profundas para poderlas quitar completamente, de manera que más que decir adiós, decir hasta luego, hasta siempre''.
Por su parte, Marcial Maciel no quiso hablar con la prensa, pues se supo que uno de sus lineamientos es no dar respuesta a las acusaciones en su contra. Al principio de la reunión una alumna le manifestó su apoyo: ``pese a todo, lo sigo admirando mucho''.
El sacerdote Miguel Carmona habló a nombre de los Legionarios y mencionó que el tiempo dará la razón al nuncio, quien ``ya forma parte de la historia de México, donde ha dejado una huella de reconciliación, en un devenir histórico dominado muchas veces por las discordias fallecidas''.
A la comida asistieron los amigos de Girolamo Prigione, encabezados por Marcial Maciel y el arzobispo primado de México, Norberto Rivera. También los maestros y presidentes de asociaciones estudiantiles de cada una de las facultades de la Universidad Anáhuac.
Miguel Carmona resumió en un párrafo la labor del jerarca católico: ``trabajar duro para que la Iglesia católica y la mexicana tengan el lugar que le corresponde en esta sociedad, y siga ejercitando dentro de ella su sagrado papel de sacramento de salvación para todos los hombres''.
Sostuvo que la fe arraigada del pueblo permitió que México diera el reconocimiento jurídico a las Iglesias.
``Por ello -continuó-, usted fue objeto de incomprensión ante aquellos que con mirada chata no sabían leer la carta de navegación que debía seguirse en momentos de temporal. Ante esas fuerzas discordantes que se alzaban desde distintas instancias religiosas y sociales siempre prefirió el bien de la Iglesia al de su persona; y dentro de un clima de diálogo y apertura serena, ofreció a todos los católicos y hombres de buena voluntad el testimonio de alguien que ha elegido el camino de la coherencia y ha sabido morir a sí mismo para dar frutos de vida eterna''.
Le recordó que en el 50 aniversario de la ordenación de Marcial Maciel, el 25 de noviembre de 1994, aclaró que los sacerdotes católicos son ``testigos de Cristo, no activistas sociales o políticos, somos otros Cristo''.
Cumplió cabalmente: obispo Cepeda
En el aeropuerto capitalino, el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, calificó la labor del representante papal de excelente, y señaló que no es su culpa si en su momento sus declaraciones sobre la visita de los hermanos Arellano Félix a la nunciatura apostólica no fueron tomadas en cuenta.
Ante esto, consideró injustas las críticas al trabajo de un hombre ``que ayudó a la Iglesia y enalteció su labor evangelizadora''