Dice una gracejada de corrillos universitarios que Rudiger Dornbush se equivoca, que el asunto central no es el tipo de cambio sino el cambio de tipo en la Banca Central. Lo cierto es que, confirmando que no logramos ser una democracia madura, los altos asuntos del Estado no son materia ni siquiera de información real y profunda para los ciudadanos. Queda reservado para ``los que saben''.
Dornbush propuso hace unos quince o veinte días que de plano sea el dólar la moneda de curso corriente en México, a la luz de una situación que no parece tener fin: una esfera financiera que no logra institucionalizar ningún sistema que funcione.
``Los que saben'' de aquí, en armonioso acuerdo con ``los que saben'' de allá, han puesto a prueba cuanta medida se les ha ocurrido: restricciones cambiarias, libre convertibilidad, tipo de cambio fijo o flotante, bandas de distintos tipos, tipos de no tan distintas bandas. Ha sido ancla contra la inflación, o palanca para las exportaciones. Ha sido centro de la preocupación económica hace más de tres lustros, mientras la economía real, la agricultura, la industria, la educación, la salud, el empleo, son un apéndice de las decisiones financieras relacionadas con el exterior. Todos los sistemas han fallado. Y cada vez, ``los que saben'' dicen que ahora sí, ésta es la buena.
Como en el pasado, la brecha entre los índices de precios de Estados Unidos y México se ha abierto acumulando una carga que aumenta el riesgo cambiario. Los exportadores quieren devaluación; los importadores, no. El gobierno le teme como al diablo: la economía se desestabiliza acentuadamente, los capitales huyen, la inversión cesa, las deudas en pesos aumentan.
Después de la candorosa recomendación política de Dornbush, pasaron no menos de diez días antes de que algunos empresarios reaccionaran: dijeron no. Algunas voces de la prensa hablaron, pero el gobierno y Banxico no se dieron por aludidos. En tanto, el problema del sistema financiero y del tipo de cambio está ahí sin resolver, acumulando presión e impidiendo que puedan tomarse decisiones que den al país una estabilidad suficiente y para un plazo tal que los gobernantes dejen de ocuparse de conducir con pincitas de microcirugía láser las variables financieras, y puedan ocuparse de la economía: la producción, la capitalización, la productividad, el empleo.
Frente a voces como las de Dornbush, o la que propone un consejo monetario a la argentina (que terminó distorsionado), voces facilonas demandan la defensa de la soberanía monetaria. Es una pura coincidencia que ésta no exista hace mucho tiempo y que todas las decisiones ensayadas y fallidas se hayan tomado mientras el peso andaba --como anda--, como hojas de papel volando: su destino, variaciones, nivel, dependen del exterior ¿por qué no nos preguntamos a partir del mundo real que hacemos?
En enero de 1993 Rafael Izquierdo escribió que el tipo de cambio de plano era un instrumento inútil. Nadie lo oyó ni leyó, y quien lo hizo sólo exclamó: ¡vade retro! Unos meses después, él y Vladimiro Brailovsky propusieron un sistema cambiario a ser acordado entre las bancas centrales de México, Estados Unidos y Canadá, tendente a resolver la inestabilidad financiera aún no resuelta.
Su trabajo fue publicado por Nexos en junio de 1994. Acaso pocos lo leyeron, pero es seguro que Banxico y Hacienda, no. Ambos volvieron a la carga en marzo de 1995: su testimonio puede verse ahora en Rolando Cordera (Compilador), 1995: la economía mexicana en peligro. Izquierdo nos recuerda que españoles, italianos, griegos, ingleses o franceses, no hallaron que perderían virginidad financiera alguna si se vinculaban, como lo hicieron, por la fuerza de los hechos, al marco alemán.
En este espacio hemos señalado sin miramientos las conductas abusivas de Estados Unidos para con los mexicanos. Pero Canadá y México --parece necesario decirlo-- vivimos en la esfera del dólar. Esto es así y así es. ¿Qué hacemos? ¿Decimos sí pero no? ¿O a partir de los hechos proponemos y luchamos por ideas inteligentes dentro de esa inescapable esfera con propuestas como las de Brailovsky e Izquierdo?