OPERA ENTRE MIL COLUMNAS
Pablo Espinosa, enviado, Chichén Itzá, Yuc., 19 de abril Ť Con tan sólo 12 minutos efectivos de canto en un concierto que duró dos horas y media, Luciano Pavarotti multiplicó, en metáfora divina, las mil columnas del Templo de los Guerreros.
Una epifanía merced a la belleza inconmensurada de su canto, al estremecimiento que causa el escuchar sus notas agudas, al efecto caluroso de la piel chinita de Chichén Itzá en cuanto don Pava suelta la voz y la deja flotar, sublime y recia, sobre la mismísima cima del templo de Kukulcán.
Una voz de sol saludando a Quetzalcóatl bajo la luna, una suerte de eclipse figurado en una noche cálida de, dirían los clásicos, inquietos y operísticos luceros.
Apoteosis al término del concierto.
Foto: Fabrizio León
Una ciudad se desplaza: provenientes de diversos puntos de México y de muchos rumbos del planeta, 17 mil mortales presenciamos un fenómeno que algo tiene de ópera y mucho de mercadotecnia: la celebridad extrema de don Pava tiene esta noche de abril, en Chichén Itzá, a miles de ricachones en una de sus actividades preferidas: si hoy el mundo está convertido en un inmenso moll, esta noche, para que no se lo ande llevando ni siquiera a su precio comercial, lo que todos estos potentados compran en una zona arqueológica es ópera, y nada menos que con el tenor más célebre de todos.
Estaban anunciadas muchas celebridades (Liza Minelli y, vaya, hasta el mismísimo Michael Jackson); sin embargo, no llegaron estrellas tan rutilantes, y los personajes de entre el público limitaron su ámbito a los medios político y de la farándula: el presidente de México, Ernesto Zedillo; y algunos vieron al ex presidente estadunidense George Bush entrar por la mañana al Mayaland, el hotel donde se hospeda Pavarotti; hubo también gobernadores, embajadores y la burocracia entremezclada con actrices, cantantes, estrellitas de la tele y muchos, pero muchos ricachones en franca actitud de shopping cultural.
¿Cuánto cuesta ser culto y distinguido esta noche en Chichén Itzá? Desde 50 hasta mil 500 dólares, sin necesidad de saber la diferencia entre un aria de ópera y el área de penalty, entre un tenor y una soprano, entre una sinfónica y una filarmónica y un mariachi (que también lo hubo, durante el intermedio).
Luciano Pavarotti en Chichén Itzá, frente a una ciudad entera, una franja ínfima de la aldea global, pero de Petatiux, levantó la voz, hizo estremecer los corazones de los pocos que sí sabían lo que estaban escuchando (arias de Puccini, Mascagni, Boito, Verdi). Luciano Pavarotti entonando arias de ópera y entornando el cesto y torneando las mil columnas del Templo de los Guerreros, a unos pasos de un cenote, tan hondo como las alturas estratosféricas de la voz del más picudo de Los Tres Tenores, aunque en gustos se rompan tesituras.
Luciano Pavarotti en Chichén Itzá. Una excursión maratónica hacia las entrañas más recónditas de ese arte tan manoseado pero tan exquisito que es la ópera.
El final, apoteósico, y entre una lluvia de estrellas y de fuegos de artificio, con cuatro piezas de regalo, cuatro encores, cuatro: y lucían las estrellas Granada (``espero que el mío españolo sea bueno''), la esperada O sole mio, y el dúo con la soprano Carla María de Izzo de ``el brindis'' de La Traviatta. Escalofriantes e inolvidables.
¡Ah que don Pava, siempre tan chingón!
Reaparece en público el general Domiro García
Notimex Ť El general Domiro García Reyes reapareció al frente de la 32 Zona Militar con sede en Valladolid, que estableció un dispositivo de seguridad especial para el concierto del tenor italiano Luciano Pavarotti.
García Reyes, quien fue jefe de seguridad del asesinado candidato priísta a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio, festejó el ambiente que se sentía en Yucatán ante la presencia del tenor italiano, el cual cautivó a los 17 mil espectadores que acudieron al concierto Voces de Chichén Itza.