La Jornada domingo 20 de abril de 1997

VENTANAS ¤ Eduardo Galeano
El viaje

El sol se está escondiendo tras los cipreses, cuando Aurora llega al cementerio de San Antonio de Areco. La han llamado:

-Necesitamos el lugar. Se muere mucha gente, usted comprenda.

Y un funcionario le dice:

-Mucho gusto, señora. Son trescientos pesos. Aquí tiene.

Y le entrega los huesos, dentro de una bolsa, de esas que se usan para la basura.

En un automóvil negro y enorme, Aurora Meloni se lleva los huesos. El chofer, vestido de negro desde la gorra hasta los zapatos, maneja en silencio. Ella agradece ese silencio. No mira la bolsa de plástico negro. Mira al mundo, que corre al otro lado de la ventanilla. En un descampado, unos muchachos juegan al futbol. Aurora no soporta esa alevosa felicidad; da vuelta a la cara. Mira la nuca del chofer. No mira la bolsa, que viaja en el suelo, apretada entre sus piernas.

Dentro de esta bolsa, ¿quién está? ¿Aquel muchacho que vendía con ella queso casero y dulce de leche en las ferias de los barrios de Montevideo? ¿Aquél que con ella enredado dormía? ¿Por qué nadie les avisó que todo iba a durar tan poco? ¿Dónde están las palabras que no se dijeron? Las cosas que no hicieron, ¿dónde están? Muchos años han pasado. Diecisiete años, o veinte, o cien. El oficial que había arrancado a Daniel de su cama a puñetazos, sigue estando donde antes estaba. Los hombres, armados hasta los dientes, que acompañaban al oficial, también siguen estando, y siguen armados hasta los dientes. ¿Y Daniel? En esta bolsa de plástico, ¿está Daniel? ¿Aquél que amenazaba con cambiar al mundo y fue arrojado a la vera de un camino como éste, con treinta y seis agujeros en el cuerpo?

¿Y ella? En este automóvil de nunca acabar, este fúnebre adefesio de alquiler, ¿está ella? ¿Es ella esta mujer que se muerde los labios y siente agujitas en los ojos? ¿Será esto un automóvil? ¿O será aquel tren fantasma que alguna vez se escapó de la vía, con ella adentro, y se la llevó a ninguna parte? Aurora quisiera llorar, quisiera llorarse, pero tiene la cara reseca. Y a su lado viaja la bolsa de plástico negro, cerrada con un nudo