La Jornada 20 de abril de 1997

En EU, lucha antipobres, más que antidrogas

Jim Cason y David Brooks, corresponsales /I, Washington, 19 de abril Ť ``Coca, speed, lo que guste'', susurra un joven a los yuppies que pasean por Washington Square en Nueva York. Esta invitación se repite en todas las ciudades estadunidenses, y unos 13 millones la aceptan.

Escenas escalofriantes de gente que entra y sale de edificios abandonados que funcionan como albergues para adictos al crack, aceras donde al caminar se escuchan tronar las cápsulas vacías en que se vende ese veneno. Dos ejecutivos junior se esconden en la salida de emergencia de un restaurante para fumar lo que produce ese olor tan definido de cosecha ilegal.

Pertenecen a los 3.6 millones de drogadictos que oficialmente se calcula existen en este país, y a los 12.8 millones que han usado drogas durante el último mes (no necesariamente adictos). Aunque la mayoría de los usuarios se parecen socioeconómicamente a estos yuppies, las víctimas de la guerra contra el narco del gobierno estadunidense son otros, generalmente negros y latinos pobres. Y, seguramente, son los segundos quienes conforman la mayoría de los 14 mil usuarios que anualmente mueren a causa de la droga.

Los 16 mil millones de dólares que el gobierno federal asignará al combate contra la droga este año se destinan a seguir una guerra que, al parecer, está siempre más lejos de cumplir su objetivo. Sí hay resultados: un nivel de encarcelamiento sin precedente, una serie de abusos a los derechos humanos por las autoridades, al justificarlos por la lucha antinarcóticos; incremento de la xenofobia (especialmente hacia colombianos y mexicanos), y una profundización del racismo contra las comunidades latinas y negras, ya que la imagen popular es que a esas minorías pertenecen los adictos, los narcotraficantes, los violentos. Y el comercio del narcotráfico, muy bien, gracias.

Los consumidores: la mayoría blancos, educados y empleados

¿Quién consume drogas en este, el supermercado de narcóticos más grande del mundo? ¿Y quién paga las consecuencias? La mayoría de los usuarios son blancos, educados y empleados, pero las víctimas de la guerra contra la droga son mayoritariamente negros y latinos. Resulta que si uno tiene empleo, se ve físicamente como parte de la mayoría de este país y tiene el lujo de contar con el dinero para comprar su droga y consumirla en la privacidad de su hogar u oficina; en términos prácticos, no es criminal. Pero si es pobre, es adicto, necesita desesperadamente el dinero para aliviar su ``dolor'' con drogas y, por lo tanto, comete robos y asaltos y consume el producto en las calles de un ghetto, es el enemigo en la guerra contra la droga.

Según datos oficiales del Departamento de Salud y Servicios Humanos del gobierno federal de Estados Unidos, se calcula que en 1995 el número de usuarios de drogas ilícitas fue 12.8 millones de estadunidenses, lo que representa un 6.1 por ciento de la población mayor de 12 años de edad. Entre éstos, la droga más frecuentemente usada es la mariguana, utilizada por un 77 por ciento de los usuarios totales. Cerca de 5.6 millones eran adictos a drogas ilícitas mas allá de mariguana y hashish. El número total de consumidores de cocaína en 1995 fue de 1.4 millones, muy por debajo de su nivel más alto de 5.7 millones en 1985. Sin embargo, la reducción fue entre los usuarios ``recreacionales'', y no entre los que consumen la mayoría del producto y, por lo tanto, el volumen de cocaína consumida se ha mantenido alto, señalan analistas. De acuerdo con estadísticas oficiales, unas 400 mil personas consumen cocaína en su forma de crack.

El número de usuarios se ha mantenido a estos niveles durante los últimos cuatro años, aunque el nivel de uso más alto fue en 1979, cuando 25.4 millones consumían drogas, volumen que siguió reduciéndose hasta 1992.

``La mayoría de los usuarios actuales de drogas ilícitas son blancos'', afirma el Departamento de Salud, señalando que un 75 por ciento de todos los usuarios son blancos (9.6 millones en 1995). Sólo un 15 por ciento son negros (1.9 millones) y un 8 por ciento ``hispanos'' (un millón) en 1995.

Asimismo, la gran mayoría de consumidores de drogas ilícitas mayores de 18 años, un 71 por ciento del total, están empleados (7.4 millones, 5.4 millones de los cuales tiene trabajo de tiempo completo). Sin embargo, 14.3 por ciento de los adultos desocupados son usuarios, en contraste con sólo un 5.5 por ciento del total de la fuerza laboral empleada de tiempo completo.

Aunque el uso de drogas está relacionado con niveles de educación (15.4 por ciento de los adultos entre 18 y 34 años de edad que no terminaron su preparatoria, comparado con 5.9 por ciento de los que completaron su licenciatura), los adultos jóvenes de diversos niveles educativos tuvieron la misma probabilidad de experimentar con drogas durante sus vidas (50 por ciento de los que no terminaron la preparatoria y 52 por ciento de los graduados de universidad).

Consumo: no tan ilícito para ricos como para pobres y negros

Noam Chomsky señala que la campaña antinarcóticos ha resultado en un proceso de encarcelamiento sin precedente para negros y pobres, lo que denomina como un tipo de ``limpieza étnica'' para encerrar a las ``clases peligrosas''.

El encarcelamiento de negros en comparación con el de blancos por crímenes de droga entre 1986 y 1991 aumentó en 465 por ciento en los centros penales estatales, y el incremento total en la población encarcelada entre 1988 y 1994 fue generado en parte por un salto del 155 por ciento de los condenados por violaciones a leyes antinarcóticos, según la organización The Sentencing Project. Los encarcelamientos por violaciones de droga entre 1983 y 1993 se incrementaron nacionalmente en total (todas las razas) de 57 mil a 353 mil y actualmente, indica esta organización, uno de cada cuatro presos en este país está en espera de juicio o cumpliendo una condena por una violación de las leyes antinarcóticos.

Los negros representan un 74 por ciento de los encarcelados por violaciones a las leyes antinarcóticos, aunque los blancos y los negros tienen más o menos el mismo nivel de uso de drogas ilícitas, informa Sentencing Project. Por lo tanto, los afroamericanos representan 12 por ciento de la población nacional, un 13 por ciento de los usuarios de drogas ilícitas, pero suman un 35 por ciento de los arrestados por posesión de drogas, 55 por ciento de los condenados y 74 por ciento de los que están cumpliendo sentencia de cárcel por drogas.

En conjunto con los latinos, estos dos grupos representan actualmente 90 por ciento de todos los acusados de delitos relacionados con droga que se encuentran presos en los centros penales estatales del país (otros 60 mil de todas las razas acusados de violar leyes antinarcóticos están en cárceles federales).

El representante federal Donald Payne comentó que ``nuestra política sobre drogas se ha convertido en un cuento de dos ciudades, o más precisamente, un cuento de dos clases: ricos y pobres''.

De acuerdo con una investigación sobre el crimen en Estados Unidos, The Real War on Crime, publicado por la Comisión Nacional de Justicia Criminal, uno de cada cuatro hombres adultos en Estados Unidos tiene ahora una ``ficha'' criminal (según Sentencing Project, uno de cada cuatro hombres negros entre 20 y 29 años está en alguna instancia bajo el sistema de justicia estadunidense).

Se han construido más cárceles en las zonas rurales de este país en los últimos 15 años que en los últimos dos siglos y ``oficial correccional'' (carcelero) es ahora la categoría de empleo de más crecimiento en el servicio gubernamental. Gran parte de esta explosión de lo que se ha denominado un ``complejo industrial-carcelario'' es resultado de la ``guerra contra la droga''.

A pesar de que la guerra contra la droga ha creado un incremento en el presupuesto, de mil millones de dólares en 1981 a más de 16 mil millones en la actualidad, y de que las estadísticas demuestran una reducción casi de la mitad, los expertos en política antinarcóticos Eva Bertram y Kenneth Sharpe señalan, en artículo publicado en el último número de World Policy Journal, que ``no hay ninguna evidencia de una reducción en el monto de las drogas que cruzan las fronteras de Estados Unidos'', y agregan que ``los problemas del abuso y la adicción son más serios hoy que hace 15 años''.

Añaden que pocos se enfrentan al hecho de que el mercado de la droga aquí es el centro, no sólo parte, del problema, e indican que el enfoque sobre reducción del flujo de la droga nunca será suficiente para alterar la dinámica del mercadeo estadunidense. ``En el punto de exportación, el precio de la cocaína es aún 3 al 5 por ciento del precio que un consumidor en Estados Unidos pagará. Incluso, los costos de contrabando --desde Colombia a Estados Unidos-- sólo representan menos de 5 por ciento del precio de menudeo''.

El precio de la política antinarcóticos aquí se manifiesta concretamente todos los días. El reverendo Jesse Jackson ha repetido que ``en ausencia de una verdadera guerra contra la droga y de una política urbana, tenemos una guerra contra los jóvenes, los vulnerables, los negros....