DINERO Ť Enrique Galván Ochoa
Asociados asesinados
Blancornelas, el truculento
El Gato, Estrada, Navarro
¿Usted mandaría asesinar a sus asociados para quedarse con el patrimonio de la empresa? Suele suceder en la vida real, no sólo en las películas. En febrero de 1988, un 20 de abril, el popular humorista político de Tijuana Héctor El Gato Félix fue abatido a tiros. El Gato había comenzado su carrera como columnista en el vespertino Baja California, entonces propiedad de Ricardo Gibert. En realidad, era el contador de la editorial, pero lo jalaba más el periodismo. Un amigo común lo presentó con Jesús Blancornelas, a la sazón director del diario ABC. Con el tiempo se hicieron socios para publicar el semanario Z, ya que el ABC había sucumbido en un desencuentro de intereses entre Blancornelas y el entonces gobernador priísta, Roberto Bob de la Madrid, quien había sido, por cierto, uno de los principales financieros en su aventura periodística. En los episodios del desencuentro, Blancornelas hizo otra amistad, el abogado Carlos Estrada, quien lo defendió en su enfrentamiento con Bob. Este le había promovido un sindicato y una huelga. Poco después, se adhirió al equipo el contador Héctor Navarro, y llegó a convertirse por mucho tiempo en hombre de todas las confianzas de Blancornelas. Hoy en día, los tres asociados de Blancornelas están muertos. Fueron asesinados.
Relaciones extrañas
En circunstancias extrañas, habría que agregar. Hay un dato inquietante: todos tenían, en la víspera de los crímenes, problemas graves con Blancornelas. Presumiblemente los de El Gato se fincaron en la cuestión de las acciones de la empresa. El quería todas las que le prometió Blancornelas; éste se negaba a dárselas. Pero las dificultades rebasaban la cuestión económica y tocaban un escabroso aspecto personal. El Gato Félix era homosexual, y esto lo cito no en demérito de su persona, sino porque es un dato relevante que no fue bastante explorado en la investigación del crimen. Una mañana había aparecido en un gigantesco espectacular que se encuentra frente al Hipódromo Aguacaliente, un letrero (hay fotos) que decía así: ``Blancornelas y el Gato se aman''. El Gato, más de una vez, reconoció entre sus más cercanos su íntima relación con Blancornelas. Aparentamente era muy conflictiva.
Desencuentros
Cuando El Gato fue asesinado -según declaraciones del abogado Estrada antes de ser, a su vez, acribillado la semana pasada-, sus acciones del periódico fueron a dar al patrimonio de Blancornelas, por una maquinación fraudulenta de éste. La madre de El Gato, heredera legítima, quedó en la miseria y era sostenida económicamente por Estrada. La señora intentaba recuperar su patrimonio, del cual fue, presumiblemente, ilegítimamente privada. El otro asesinado, el contador Navarro, tenía un litigio de mucho tiempo con Blancornelas. Este lo había demandado ante las autoridades estadunidenses por un supuesto fraude, pero fue absuelto, ya que no le encontraron culpa alguna. A su vez, el contador Navarro denunció a Blancornelas ante la Procuraduría por un presunto fraude fiscal. Esta semana tendría que venir al DF a ratificar su denuncia. No podrá hacerlo; fue eliminado, como El Gato y el abogado Estrada. Su viuda acusa directamente a Blancornelas como autor intelectual del asesinato de su marido y del abogado Estrada. Si usted no lo ha ubicado bien, Blancornelas es el periodista que fue usado por el presidente Salinas y el entonces procurador Diego Valadés para difundir su hipótesis del ``asesino solitario'' en el caso Colosio. Le abrieron las puertas de Almoloya para que entrevistara a Aburto. Ya todo iba preparado.