José Cueli
El Chango Castañeda

El recuerdo del venerado don Gonzalo Castañeda, uno de los médicos más destacados de la primera mitad de este siglo, se realizó en solemne ceremonia en la Facultad de Medicina de la UNAM, con motivo del 50 aniversario de la aparición de su famoso libro El arte de hacer clientela, como el mejor y más vivo testimonio de uno de sus pensamientos: ``Los maestros siguen enseñando después de muertos''.

La redición de su libro, que tanto influyó en generaciones de médicos, trascendió hasta nuestros días. Su ``arte de hacer clientela'' fue sencillez expresada en el prólogo de uno de sus libros de aforismos. ``Yo escribo casi improvisando y atenido a mis recuerdos, no retoco, ni me preocupa el estilo, porque no tengo reputación literaria que perder, en algunas horas estoy de humor y así me distraigo; si algunas palabras mías, chocan o disuenan, pido excusas''.

En la emotiva presentación de la redición del libro comentado, gracias al trabajo incansable de su nieta Claudia Infante, distinguida antropóloga, ella hizo hincapié en algunos de los pensamientos de don Gonzalo y su temperamento de poeta y sutil espíritu sicológico. Tan sutil que al enviudar en dos ocasiones, casó con sus cuñadas, y su único cuñado --guaseaba-- emigró a Estados Unidos, no se fuera a morir la última hermana. Necesariamente, la base de su medicina fue la relación médico-paciente. Base que se esfuma con los nuevos descubrimientos que nos llevan día a día a una medicina máquina, electrónica-paciente.

En su vida, como en sus lecciones de práctica médica --nos cuenta Claudia-- se refleja una constante búsqueda de congruencia y equilibrio entre creencia y arte, técnica y humanismo. En no confundir lo que se sabe, lo que se cree y lo que nos cuentan. ``La verdad radica en el equilibrio, en el justo medio, ese punto objetivamente inmarcable, que subjetivamente fija el sentido íntimo: la conciencia''.

En medicina --decía don Gonzalo-- lo esencial está en la inteligencia y en el saber, en la inteligencia educada y en el saber selecto y, además, ``en el trabajar siempre con la cadera caliente''. Pero esto no necesariamente lleva al éxito, se requiere conjugar el trabajo incansable y disciplinado, con la claridad de ideas y metas.

Maestro célebre, usaba un lenguaje sencillo y pintoresco como su vida misma, para favorecer el razonamiento y la memoria en el que también reflejaba motivaciones y metas y la congruencia entre las palabras y los hechos. El discurso de don Gonzalo fue superficie que transparentaba el contenido. Generoso, sincero y brillante, revelaba su capacidad de disfrutar la vida mediante el ejercicio de la profesión de médico.

¿Cómo interpretar la lista de dichos simpáticos, pegagosos y profundos que decía en sus clases y que aún muchos recuerdan y forman sus dos libros de aforismos junto con el Ideario clínico? Los estados del alma de don Gonzalo --el famoso Chango Castañeda-- plasmados en sus libros y clases, no podrían expresarse si no fuera por la prodigiosa flexibilidad que lo distinguía y le hacía rehuir los servilismos de toda influencia dogmatizada y le permitieron transmitir sus propios sentimientos a los alumnos. Cincuenta años después de muerto, El Chango sigue enseñando que la base de la medicina es la relación médico-paciente. ¿O ya no?.