La Jornada miércoles 9 de abril de 1997

Emilio Pradilla Cobos
Conservadurismo arcaico

En los municipios y estados que gobierna, el Partido Acción Nacional ha mostrado ampliamente su ideología conservadora y su estrecho y arcaico moralismo, propios de etapas históricas ya superadas. No se contenta con pensar así, actúa e impone sus ideas a toda la sociedad. Algunas prácticas panistas, divulgadas y denunciadas a nivel nacional, son: reglamentaciones puritanas impuestas unilateralmente; retiro de expo- siciones de arte tachadas injustificadamente de ``pornografía'' por censores ignorantes; censura al lenguaje popular; prohibición mojigata del uso de ciertas prendas femeninas, y distribución gratuita de textos escolares plagados de juicios políticos o moralistas sin sustento y sectarios, alejados del desarrollo del conocimiento científico y social. Su afán de cambiar los nombres de calles denota, además, su irrespeto por la historia, y su oportunismo.

La propuesta política del PAN para el Distrito Federal incluye varias orientaciones en ese mismo sentido. Sobre el aborto, en lugar de preguntarse por el fondo social del problema y llamar al debate nacional serio y plural, anuncia la aplicación tajante de la legislación actual, pues cree que es correcta y suficiente para resolver este asunto crucial que involucra muchos derechos individuales y sociales; la propuesta de acciones para ampliar la adopción de ``hijos no deseados'' como ``solución'' para los padres, suena a burla en ese contexto. Viene luego la amenaza de que se luchará, espada en mano, contra la pornografía o todo lo que tenga ``connotaciones sexuales explícitas'' (?), que deberá ser retirado de ``lugares públicos'' y exhibido en ``lugares cerrados'', no definidos. Los censores panistas se otorgan a sí mismos la calidad moral e intelectual para juzgar al arte, la literatura, el cine, la radio, la televisión y la prensa, a partir de arcaicas valoraciones moralistas. Esta censura podría extenderse a otros muchos géneros con los mismos pretextos. Los antiestatistas del PAN quieren convertir al Estado en juez, censor y represor de la moral, la cultura y la vida cotidiana.

Los delicados temas de la prostitución y la drogadicción son tratados unilateralmente, con un criterio contradictorio. En el primer caso, las acciones se orientan a reprimir a quienes lucran con el sexoservicio (lo cual es correcto) o lo practican (lo que es discutible), sin tener en cuenta las distintas y complejas determinaciones sociales de una y otra práctica. En cambio, no hay referencia a las causas que nutren la demanda de estos servicios, ni política al respecto. En el segundo, centran el interés --insuficiente, desde luego-- en los consumidores y no dicen una palabra de la lucha contra los productores y distribuidores, lo que hace irrelevantes las propuestas.

La aplicación talmúdica de leyes y reglamentos que la sociedad no discutió ni aprobó, y el uso de la fuerza pública para atender problemas sociales como la ocupación irregular de predios e inmuebles, el ambulantaje y la protesta callejera o para la ``vigilancia de los actos que realicen las minorías'' (no se dice cuáles minorías ni cuáles actos), son anuncios de un clima de represión que podría generalizarse si el PAN llegara a gobernar el Distrito Federal, dada la complejidad de la problemática social de la gran ciudad. El toque de queda en Guadalajara y la represión a colonos de Atizapán por los gobiernos panistas son anuncios premonitorios para el DF. No basta al PAN la certeza de que el autoritarismo del régimen actual fracasó en su manejo y ha producido el efecto contrario: desconfianza de la ciudadanía, pérdida de legitimidad política del PRI-Gobierno, generalización de la corrupción para evadir la reglamentación sin consenso social y para el enriquecimiento personal, y el desmoronamiento del régimen político. No han descubierto o no pueden aceptar que sólo la democracia participativa y la justicia social pueden resolver a largo plazo estas contradicciones congénitas del sistema económico, social y político imperante en México y la capital.

Sobre la propuesta política del PAN para la capital, concluimos que nos ofrecen una indigesta mezcla de neoliberalismo económico priísta, caridad aristocrática del siglo XIX, inquisición medieval para juzgar y condenar la cultura y la vida cotidiana, y medidas administrativas, legalistas y represivas para ``resolver'' los problemas estructurales de la ciudad y la sociedad. Incapaces de analizar críticamente el papel que tienen las estructuras de la sociedad capitalista en la gestación de lo que para ellos son ``conductas desviadas'', optan por culpar a los individuos o ``las minorías'' y regresar a la arcaica moral victoriana, sin darse cuenta de que es inaplicable e inoperante para remediarlas, si fuera realmente válido superarlas.