A Heberto Castillo, por su recuperación
Lourdes Cárdenas de Canal 40 de televisión abrió un debate importante sobre las Agrupaciones políticas nacionales. En ``Realidades'' del lunes pasado la nota discordante, quizá para variar, la puse yo, pues de los entrevistados fui el único que dijo que las Agrupaciones políticas eran prescindibles en los procesos electorales. Y lo sostengo.
El abigarrado y no siempre lógico Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), establece que las ``Agrupaciones políticas nacionales son formas de asociación ciudadana que coadyuvan al desarrollo de la vida democrática y de la cultura política, así como a la creación de una opinión pública mejor informada''. Sus antecedentes parecerían ser las Asociaciones políticas nacionales de la vieja Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LFOPPE), pero no es así, puesto que en esta ley las ``Asociaciones políticas nacionales son formas de agrupación política, susceptibles de transformarse conjunta o separadamente en partidos políticos, que contribuyen al desarrollo de una opinión pública mejor informada y con mayor densidad ideológica'' (el énfasis es mío).
El supuesto de las Agrupaciones políticas del COFIPE vigente es que hay asociaciones de ciudadanos preocupados por el desarrollo de la vida democrática y de la cultura política y que, por ese mero hecho, deben recibir, bajo ciertos requisitos muy laxos, un apoyo económico equivalente en este momento a un millón y medio de pesos al año por agrupación (el salario mínimo anual de casi 200 personas), más otras prerrogativas previstas en la ley. ¿Y quiénes forman los partidos políticos si no ciudadanos preocupados por el desarrollo de la vida democrática y de la cultura política? ¿Ciudadanos en un caso y marcianos en el otro?
Lo que está detrás de esta ridícula y absurda distinción es que una cosa es un ciudadano que milita en un partido y otra un ciudadano que no milita en un partido pero sí en una agrupación política. ¿Y?
¿Se creerá de veras que los militantes de las agrupaciones políticas son ciudadanos más ciudadanos que los militantes de los partidos? No veo por qué; los llamados candidatos ciudadanos (para distinguirlos quizá de los ciudadanos candidatos postulados por los partidos, valga el gracejo) tratan de decir que ellos no responderían a la disciplina partidaria, de ser diputados, asambleístas o senadores. Y ¿a quién responderían? ¿A la sociedad civil? ¿A toda, sin distinción de clases sociales? ¿A una parte de aquélla? ¿A sí mismos y sus intereses políticos personales o del grupo al que pertenecen y que ahora se llama Agrupación política nacional? Y, por otro lado, ¿a quién se supone que quiere responder un partido que para llegar a ocupar cargos de elección necesita ganar mayoría de electores? ¿Sólo a sus militantes? Sería tonto pues sabido es que los partidos, por grandes que sean, son pequeños en comparación con la ciudadanía. Por último, no debe olvidarse que para ser candidato ciudadano, o externo a un partido, no se requiere ser parte de una Agrupación política registrada por el IFE, sino que el partido invite a una persona que le represente algo para ganar votos. Así de simple.
Las Agrupaciones políticas, según el COFIPE (art. 34), no existirían en los procesos electorales sin los partidos políticos. ¿Para qué existen entonces bajo el paraguas de la legislación electoral? ¿Porque coadyuvan al desarrollo de la vida democrática? Pues es un buen negocio, tan sencillo que no sólo lo entendieron los experimentados políticos que encabezan varias de las Agrupaciones registradas sino hasta quienes confiesan (``Realidades'' citado) que no saben qué van a hacer como Agrupación política pero que fue registrada gracias a la bisoñería de los consejeros electorales -me refiero al caso de la Agrupación Política Nacional Diana Laura, llamada así porque sus dirigentes se llaman Diana y Laura y porque, además, admiran a quien fuera la viuda de Colosio.