La Jornada 31 de marzo de 1997

Aún imprecisos los fines de la UPN, a 18 años de su creación

Rosa Elvira Vargas /I Ť La Universidad Pedagógica Nacional (UPN) cumple casi dos décadas de existencia sumida en su peor crisis y más lejos que nunca de lo que sus creadores soñaron en convertirla: El Colegio de México de los maestros.

Esto, debido a que sus programas y su estructura nada tienen que ver con las acciones en marcha de modernización del sector; no hay ningún vínculo entre los propósitos de la institución y la federalización, y ha sido nula su incidencia en el modelo educativo nacional.

Lo paradójico es que si una actividad ha caracterizado a las numerosas administraciones que han conducido a la UPN a partir de 1978, año de su creación, es la elaboración de diagnósticos, reflexiones y proyectos de actualización y superación académica. Empero, ninguno de ellos ha llegado cabalmente a plasmarse en hechos.

Es el actual rector de la UPN, Jesús Liceaga Angeles, quien caracteriza el estado que hoy guarda la institución: ``...por lo que puede ofrecer académicamente a los maestros (la UPN) se encuentra en un clima de imprecisión. Se fueron abandonando los objetivos centrales de su creación y se ha orientado a realizar acciones condenadas a la duplicación de funciones con otras instituciones del Sistema de Formación de Docentes''.

Añade: ``Si a esto se le agrega la falta de estabilidad de sus cuadros directivos --en 18 años se han nombrado 11 rectores y 16 secretarios académicos, lo cual da una estancia promedio de poco más de un año por rector y menos en el caso de secretarios académicos-- y la falta de apoyos destinados al sistema universitario por considerarlo parte de la educación básica, se comprende la falta de proyección y reconocimiento que padece, a pesar de los esfuerzos de su personal académico, que la han sostenido en pie''.

Desde excesivamente teorizante en lo académico hasta politizada y conflictiva al extremo en el actuar de su comunidad, varía la gama de calificativos que se han lanzado contra la UPN, no sólo por quienes desde fuera la censuran, sino por aquellos que en algún momento la han dirigido.

Sin embargo, tampoco las autoridades de la Secretaría de Educación Pública (SEP) han contribuido mucho a orientar el perfil que debiera tener la institución. Ni antes ni ahora.

Así, entre las disposiciones oficiales más recientes figuran las contenidas el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1992 --base de la reforma vigente en la enseñanza--, donde se dispuso que la formación y actualización del personal docente se transfiriera al ámbito directo de los estados.

Ello se hizo extensivo a la operación y administración de las unidades regionales de la UPN, manteniendo en la sede del Ajusco las funciones normativas y de rectoría académica. Pero hasta ahí.

En la actual administración, el Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000 sólo alude a la UPN dentro del ámbito de las instituciones encargadas de la formación inicial, la actualización y el desarrollo profesional, y las define por su característica fundamental: todas afrontan ``problemas de desarticulación''.

Y aunque hacia la restructuración de ese sistema se orienta el programa de modernización del normalismo anunciado en diciembre del año pasado, la Pedagógica no fue incluida en el proyecto.

Entonces, no hay autoridad educativa alguna que acierte a definir qué se quiere de la UPN, hacia dónde se le orientará y cuáles son los cambios que requiere su estructura, cuál el soporte curricular de las licenciaturas y posgrados que es preciso rediseñar y, sobre todo, cuál debe ser el perfil de estudiantes y egresados que se busca obtener.

A tal confusión contribuye en mucho el que si bien como universidad que es, la UPN está ubicada en la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica, su campo de acción e investigación --la educación básica--, así como la población que atiende, se encuentran en áreas totalmente distintas que, en todo caso, la colocarían en la Subsecretaría de Educación Básica y Normal.

Estructura actual

La UPN está dirigida por un rector general, un consejo académico, una secretaría académica y otra administrativa, un consejo técnico y cuatro direcciones generales: docencia, investigación, difusión y extensión universitaria, e intercambio académico y relaciones públicas.

Ofrece cinco licenciaturas escolarizadas en la unidad central Ajusco, dirigidas tanto a maestros en servicio como a bachilleres: psicología educativa, pedagogía, administración educativa, sociología de la educación y educación indígena.

Asimismo, existen las llamadas licenciaturas de nivelación para maestros de educación básica en servicio con modalidades a distancia y semiescolarizada, en las que los alumnos sólo asisten a las aulas los fines de semana o en vacaciones: licenciatura en educación básica, licenciatura en educación preescolar y primaria, y licenciatura en educación primaria para el medio indígena. Estas últimas se imparten en las 75 unidades que tiene la UPN en todo el país.

En su unidad central, la Pedagógica ofrece también programas de actualización y formación a profesionales de la educación a través de diversos diplomados y especializaciones, orientados al estudio de problemas específicos de la práctica profesional, según asientan documentos de esa institución.

Tiene además dos programas de maestría, en pedagogía --escolarizada y a distancia--, y en desarrollo educativo. Hasta el momento no se ha instituido ningún tipo de doctorado.

La matrícula en la UPN en las cinco licenciaturas que ofrece en el Ajusco es de 3 mil 67 alumnos durante el actual ciclo lectivo, lo que representa un crecimiento de 17.4 por ciento en relación con 1995. Sin embargo, mientras hay carreras como pedagogía y psicología educativa que suman más de mil estudiantes en sus aulas, en el resto la demanda es bastante menor y así, educación indígena es llevada apenas por 113 personas, sociología educativa por 175 y administración educativa cuenta con 343 alumnos.

Asimismo, en las seis unidades que tiene la Pedagógica en el Distrito Federal para impartir nivelación académica, la población estudiantil es de 4 mil alumnos, donde la distribución entre los diversos planes de estudio que se cursan es muy heterogénea.

Por ejemplo, la llamada licenciatura en educación básica-79, en unidades como la sur y la poniente, tienen apenas cuatro alumnos, y la del plan 85 de las licenciaturas de educación preescolar y primaria cuentan, en la unidad Azcapotzalco, con ocho estudiantes (primaria) y la sur con otros ocho (preescolar).

El rector Liceaga Angeles explica que la pérdida de matrícula en las unidades periféricas y de provincia de la Pedagógica se debe a que los cursos de nivelación académica fueron pensados para aquellos maestros en servicio en cuya formación normalista no recibieron el título de licenciado.

Originalmente --agrega--, la UPN no estuvo diseñada para dar lo que se llamó ``nivelación académica'' a los normalistas. Pero cuando se abrieron las citadas unidades se abordó la tarea y ésta ``no fue ya precisamente una función universitaria, pues ya la realizaba la dirección de Mejoramiento Profesional''.

Con ello --afirma--, el proyecto académico original de la UPN se distorsionó y empobreció, porque todo el esfuerzo de los docentes e investigadores se distrajo hacia la producción de materiales que requería la educación a distancia para esa tarea de nivelación.

Dijo que cuando se abrió esa nueva función, la Pedagógica llegó a tener hasta 120 mil alumnos, de los cuales, sin embargo, egresaban sólo 2 mil. ``Siempre que se habla de la nivelación --sistema a distancia--, se habla mucho del número de alumnos, pero poco de los resultados y, tan no fue venturoso, que en 15 años apenas habíamos titulado a 5 mil maestros de un universo probable de 550 mil (menos de 1 por ciento).

``Son golpes a la institución y de ahí viene mucho de la indefinición que hoy enfrenta la Pedagógica'', remata.