Aburto, probable sicario del narco, según declaración de un ex vecino
Juan Manuel Venegas Ť Con el testimonio de Ricardo Montoya Obeso --el último interrogatorio que ordenó el fiscal del caso Colosio, Luis Raúl González Pérez-- se reabre la línea de investigación que vincula a Mario Aburto Martínez, homicida confeso del candidato presidencial, con el narcotráfico.
Esta tesis había sido cancelada por el ex fiscal Pablo Chapa Bezanilla y el ex procurador de la República, Antonio Lozano Gracia, a pesar de que ambos conocieron de la ``amistad'' que Aburto sostenía con el presunto narcotraficante Héctor Fonseca Chávez, según consta en el parte informativo que el 5 de octubre de 1995 recibieron de la delegación de la PGR en Baja California de la averiguacion previa 1807/95.
Ricardo Montoya Obeso, preso entre 1991 y mediados del año pasado en el reclusorio de Tijuana, aseguró a la Fiscalía Especial del caso Colosio que durante su encarcelamiento conoció a tres narcotrafi- cantes que le confiaron que Aburto Martínez formaba parte de una organización dedicada a la venta de estupefacientes y que ``generalmente'' andaba armado.
Según la declaración ministerial de Montoya Obeso, rendida a finales del mes pasado, conocía ``perfectamente a Mario'' porque ``fuimos vecinos de la colonia Buenos Aires Sur, en Tijuana''. Y aunque desconocía que fuera un puchador (vendedor de drogas), ``sí me percaté de que era muy amigo de Héctor Fonseca Chávez'', un narcotraficante que vivía enfrente de la casa de los Aburto en la calle Santa Rosalía de la misma colonia tijuanense.
Ya en prisión, el declarante de la fiscalía tuvo contacto con Oscar Montaño Valdez, Jesús Cardona Rincón y Hugo Federico Zambrano Solís, quienes le confiaron haber conocido a Aburto Martínez ``porque todos trabajaban a las órdenes de Fonseca Chávez en la venta de narcóticos''; que Mario generalmente andaba armado ``por instrucciones'' de su jefe Fonseca, mismo que dejaron en libertad dos días después de haberlo capturado, luego de ser interrogado por agentes federales, presumiblemente de la Fiscalía Especial en ese entonces bajo el mando de Pablo Chapa Bezanilla.
Montaño, Cardona, Zambrano y Fonseca Chávez fueron aprehendidos el 2 de octubre de 1995 en la misma colonia Buenos Aires, en posesión de droga conocida como cristal que ocultaban en los asientos delanteros de un taxi, propiedad del segundo.
El taxi, un Buick modelo 1978 con placas fronterizas, fue decomisado por la Policía Judicial Federal y la averiguación previa 1807/95 que se inició por estos hechos la coordinó Sergio Armando Silva Moreno, entonces segundo comandante de la Judicial Federal en la entidad, asesinado el año pasado.
Conoció también de esta averiguación el delegado estatal de la Procuraduría General de la República (PGR), Sergio Manuel Moreno Pérez, asesinado a mediados de 1996.
Destaca en el expediente que Fonseca Chávez reconoció en su declaración ser el propietario de la droga incautada durante la operación en la Buenos Aires y haber convocado para llevar a cabo una operación de compra-venta de cristal a los otros tres implicados.
Sin embargo, mientras Fonseca fue puesto en libertad, sus acompañantes fueron consignados y encarcelados en el Cereso de Tijuana.
Ahí se encontraron con Montoya Obeso, un vecino de la colonia Buenos Aires reconocido entre la comunidad por sus buenos oficios para la ocupación y regularización de predios, además de haber conformado una unión de taxistas que llegó a agrupar a alrededor de 2 mil trabajadores.
Con sus dotes de líder popular, Montoya Obeso trabajó -según su declaración- ``arduamente'' durante la campaña panista en la que en 1989 Ernesto Ruffo Apel ganó la gubernatura de Baja California.
No obstante, su trabajo de base se vino por la borda cuando encabezó, en diciembre de 1991, una invasión en terrenos federales en la delegación de La Presa.
Entonces el gobierno de Ruffo ordenó el desalojo por la fuerza de los invasores y el dirigente Montoya Obeso fue enviado a la penitenciaría de Tijuana, en donde estuvo hasta junio del año pasado.
Durante sus casi cinco años de reclusión hizo amistad, sobre todo, con Jesús Cardona Rincón, el dueño del taxi incautado durante la operación antidrogas de la Buenos Aires y los dos tuvieron una coincidencia: conocían a Mario Aburto Martínez.
Y mientras Montoya recordó a Mario Aburto como su vecino, Cardona Rincón lo descubrió como integrante de una banda dedicada a la compra y venta de drogas jefaturada por Héctor Fonseca Chávez, al que ``curiosamente'' dejaron en libertad y quien, según versiones extraoficiales de Tijuana, se encuentra en San Diego, California.
El testimonio de Montoya Obeso respecto de sus pláticas en prisión, obligó a la Fiscalía Especial del caso Colosio a reabrir la línea de investigación en torno de la posible participación del narcotráfico en el homicidio del candidato presidencial, según el último informe del fiscal González Pérez.
De acuerdo con la declaración de Montoya, el homicida confeso de Luis Donaldo Colosio ``podría ser un sicario o gatillero profesional, pues por su misma condición de integrar una organización de narcotraficantes, aunque fuera menor, generalmente andaba armado''.