Ruy Pérez Tamayo
Arte y ciencia en la historia de México
Entre los amables obsequios que recibí con motivo de las pasadas fiestas navideñas y de año nuevo, mi buen amigo Roberto Kretschmer tuvo a bien regalarme el espléndido libro del doctor Elías Trabulse titulado Arte y ciencia en la historia de México, editado por Fomento Cultural Banamex, AC, en 1995. Se trata de una hermosísima obra de arte, con un diseño impecable, repleta de láminas impresas a todo color que en su conjunto constituye un extenso repaso de la iconografía científica mexicana de los siglos XVI a XIX.
La obra se divide en dos partes generales, la primera llamada ``La imagen artística y el desarrollo científico'', que es una discusión breve sobre las formas y las técnicas que se siguieron en la ilustración científica en nuestro país en los cuatro siglos reseñados, seguida de un examen sobre los paradigmas tradicionales que adoptó la ciencia en ese lapso (el organicista, el hermético y el mecanicista) y un repaso de los personajes que pueden incluirse dentro de cada uno de ellos. La segunda parte, que también es la más extensa, presenta la iconografía científica mexicana dividida en ciencias biológicas y ciencias físicas, por un lado, y la cartografía, por el otro. Ambas secciones se presentan tanto en la época colonial como en la época nacional.
Para los que conocemos las otras obras del doctor Trabulse, sobre todo la Historia de la ciencia en México, 5 vols., Conacyt y Fondo de Cultura Económica, México, 1983-1989, y José María Velasco. Un paisaje de la ciencia en México, Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, 1992, el volumen que comento es un placer pero no es una sorpresa, pues el autor ya nos ha preparado para esperar que sus nuevos libros sean de esa extraordinaria calidad artística y profunda solidez académica. Cada página es una joya, no sólo por el texto erudito y de espléndido rigor histórico, sino porque la mayoría incluye ilustraciones a todo color de las obras que se comentan, reproducidas con exquisita fidelidad y de tamaño adecuado para apreciar con detalle la finura del dibujo y la elegancia del colorido. Como científico aficionado a la historia de la ciencia y como amante de la pintura, ya tenía noticia de que la iconografía científica mexicana era rica y hermosa, e incluso conocía algunas de las láminas que el doctor Trabulse incluye en este volumen, en parte porque también se encuentran en su mencionado libro sobre Velasco, pero no tenía idea de la extensión y la variedad del material existente. Empezando con ilustraciones de fray Diego Durán y de fray Bernardino de Sahagún, del siglo XVI, y terminando con las de Elpidio López, el astrónomo poblano activo en las primeras dos décadas de este siglo, aparecen centenares de láminas de aparatos, de plantas, de aves, de insectos (las de Alzate, de la cochinilla, las de Velasco, del ajolote, las de Del Río, de fósiles) y de volcanes, barcos, frutos, animales y planetas (la de López, de Marte). A continuación se presenta un grupo de mapas que ilustra no sólo su abundancia sino también su íntima relación con los conocimientos científicos de la época; los hay que retratan la expansión territorial iniciada con la conquista y continuada por 300 años, mientras otros son menos generales y pueden limitarse a señalar los límites de una hacienda o el trqazo de un camino. Hay planos de ciudades (Tzintzuntzan, Puebla, Morelia, Veracruz) y hasta de minas (Ixtlahuaca, Tlalpujahua), y también se incluyen diagramas de hornos, morteros, fuelles y otros instrumentos para el beneficio de la plata. Todo el libro está lleno de datos interesantes, pero esta parte me pareció la más curiosa y para mí la más informativa, quizá porque es de la que tenía menos conocimientos; en ella surge una vez más el genio de Alzate, quien después de dar noticia de los distintos mapas de la Nueva España que existían en su época en el siglo XVIII (``El que he dicho de D. Carlos de Sigüenza, es bonísimo'' ...y el de Velázquez de León, ``exactísimo'') nos dice: ``No estoy tan poseído de la arrogancia, que entre esos numere el general del Reyno, y particular del Arzobispado, que tengo ejecutado; me falta lo más principal, para darles la perfección posible''.
Este nuevo libro del doctor Elías Trabulse es una obra maestra más de ese gran sabio mexicano, que viene a enriquecer simultáneamente dos aspectos importantes de la historia de nuestro país: la historia de la ciencia y la historia del arte. Felicito a mi admirado amigo por este logro extraordinario, uno más en su serie de triunfos académicos, felicito a Fomento Cultural Banamex por haber hecho posible la publicación de una obra tan importante para el conocimiento de la ciencia y el arte de México, y felicito a todos aquellos afortunados mexicanos que tengan acceso a este libro.