La Jornada domingo 30 de marzo de 1997

Antonio Gershenson
Las elecciones, hoy

A medida que las elecciones se hacen más competidas, más se convierten en punto de referencia para los actores políticos. Hace un mes, las encuestas en el DF colocaban en el primer lugar de las preferencias electorales al PAN. Ahora apuntan al PRD en primer término. Esa posibilidad de cambio de opinión de los futuros votantes preocupa a muchos políticos y eso se nota en lo que hacen, pero tal vez más en lo que dicen.

Un ejemplo entre varios es el caso del cambio de nombre a las calles en municipios gobernados por el PAN. En cuanto salió a relucir que no sólo se había cambiado el nombre a calles, de Benito Juárez y otros personajes, a los nombres de personalidades del PAN, sino incluso se le puso a una de ellas el nombre del presidente municipal de Aguascalientes, éste, luego de haber defendido el punto, quiso rectificar y dijo que era un cambio informal de nombre por los vecinos, pero no un cambio legal. En cuanto en este diario se publicó la foto de una credencial de elector con la calle en cuestión como parte de la dirección de la titular del documento, el citado presidente municipal se dirigió al IFE para que de alguna manera le borraran eso, con la evidente respuesta de que tal cosa no era posible. Cuando estos asuntos ocurrieron originalmente, que debe tener ya algún tiempo para que las credenciales de elector tengan ya la nueva dirección, ni a este declarante ni a otros que participaron o se enteraron, les preocupó gran cosa. Al contrario, parece, por las informaciones, que el interesado se había puesto muy contento.

Faltan más de tres meses para la elección. Todavía no se conocen muchos de los candidatos. Sin embargo, parece que ya la elección está pesando bastante en lo que se hace y se dice en el medio político. Otra cosa es que lo que los candidatos hagan o digan les reditúe efectivamente votos. Estará por verse cuántos votos le dará al interesado el cantar trova yucateca o el subirse a la montaña rusa, sobre todo cuando, por lo menos a los ojos de muchos votantes, quienes lo han hecho en público ahora no acostumbraban hacerlo en otros momentos, y parece obvio que están motivados por propósitos electorales.

Puede ser que a medida que se acerque el momento de la elección, ésta vaya matizando e influyendo en más ámbitos de la vida del país y en especial del Distrito Federal, que por primera vez elige su propio gobernante y lo hace en condiciones especialmente competidas. A medida que vaya siendo claro el peso de lo que a nivel nacional se juega, puede suceder algo similar.

Lo más importante de la próxima elección en el plano nacional es la composición de la próxima legislatura en la Cámara de Diputados. Ya en las recientes elecciones de los estados de México y Morelos, ningún partido tuvo mayoría en el Congreso local. Esa situación podría darse a nivel nacional. Me refiero a que no tenga la mayoría de los diputados. Y eso sucederá, a nivel nacional, si ningún partido rebasa el 42 por ciento de la votación. Si un partido rebasa ese límite, por ley se le completarán los diputados necesarios para tener mayoría simple. Pero eso, si bien no es imposible, tampoco es seguro que vaya a ocurrir, sobre todo si consideramos lo sucedido en las elecciones locales recientes y en las encuestas.

Si esto sucede, muy posiblemente tuviera que darse un nuevo proceso de negociación entre las principales fuerzas políticas, que permita que el país sea gobernado dentro de niveles de normalidad durante los restantes tres años del sexenio. Esta posibilidad hace que sea de enorme importancia un elemento que siempre he considerado como positivo y necesario en una elección: la definición de programas, de objetivos a alcanzar por los partidos, su compromiso público con esos objetivos en caso de triunfo. En general, lo más positivo es que se busque el voto a favor de una oferta política, económica, social y nacional, y no precisamente con espectáculos diversos. Ahora, esa es la única base para que, si luego de la elección se da un proceso de negociación entre las fuerzas políticas, ésta se dé en torno a la conformación de una plataforma de consensos, y no como un simple reparto de posiciones y de puestos.