La Jornada 29 de marzo de 1997

Viernes Santo en el DF: 5 muertos, al menos 100 heridos y 441 detenidos

Raúl Llanos Samaniego Ť Cuatrocientos cuarenta y un detenidos, un centenar de lesionados, cinco muertos en hechos violentos y un incendio en una empresa de productos fotográficos fue el saldo que reportaron los cuerpos de rescate y socorro durante el Viernes Santo en esta capital.

Tan sólo en la representación de la Pasión y muerte de Jesucristo, que se efectuó en Iztapalapa, Milpa Alta y Gustavo A. Madero, se informó que hubo, al menos, 60 personas atendidas tanto por socorristas de la Cruz Roja como del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM), debido a lesiones menores por insolación, golpes y algún padecimiento muscular.


Granaderos que impedían el paso a reporteros golpearon
a varios fotógrafos durante la Pasión en Iztapalapa.
Foto: Guillermo Sologuren

Para la escenificación de ese pasaje bíblico, la SSP desplegó a más de cinco mil elementos, y tan sólo en Iztapalapa, donde se efectúa el acto de mayor concentración, se dispusieron 2 mil 891 efectivos, 212 patrullas, cuatro ambulancias y cuatro carro- bombas del cuerpo de Bomberos.

En esa jurisdicción, pero ya avanzada la tarde, una menor resultó gravemente lesionada luego de que en las calles de Puerto Condesa y Puerto Vallarta, colonia Polvorilla, se registrara un deslave y quedara sepultaba bajo un monte de tierra. Una ambulancia de la Cruz Roja trasladó a la menor hacia el Hospital de Balbuena, donde se reportó su estado como muy grave, pues presentaba traumatismo craneoencefálico.

En la avenida Baja California número 112, colonia Roma Sur, bomberos de la estación Tacubaya salieron a sofocar el incendio de un almacén de productos fotográficos. Ahí se dio una fuerte movilización de patrullas y causó temor entre la gente; afortunadamente no se registraron lesionados, pues los empleados estaban festejando el puente santo.

Por otra parte, la SSP reportó el deceso de por lo menos cinco personas en diversos hechos violentos. Entre ellas está un sujeto de 38 años de edad, quien resultó muerto a golpes luego de que un grupo de delincuentes pretendió asaltarlo y al oponerse fue severamente agredido. De los hechos tomó conocimiento la cuarta agencia del MP.

Otro caso fue el de un joven de 25 años, quien fue ultimado de dos impactos de bala en la cabeza y su cuerpo fue abandonado dentro de un costal de yute en las calles de Tenochtitlán y Eje 1 Norte, en la colonia Morelos. En tanto, dos personas más resultaron lesionadas con armas blanca y de fuego al oponerse a ser despojada de sus pertenencias. Un reporte de la SSP indica que en las últimas 24 horas fueron detenidas 441 presuntos responsables de diferentes ilícitos y faltas administrativas.


Alberto Nájar Ť En Iztapalapa, Cristo agonizaba. Había recorrido tres kilómetros con la cruz a cuestas, su carga cada vez más pesada por la multitud de obstáculos que representaron cientos de fotógrafos, magdalenas, centuriones, caballos, curiosos y policías militares.

Clavado en la cruz, a punto de cumplirse el Viacrucis número 154 y con el cielo otra vez a punto de desplomarse sobre el Cerro de la Estrella, Jesús no se salvó de la banda irreverente: ``Mira'', dijo un nazareno a su novia, ``se le ven las nalgas''. Tampoco los partidos respetaron el momento que quiso ser sacro. Al pie de la cuesta, custodiados por granaderos, militantes del PRI y el PAN consolaron las penas del viacrucis capitalino con botellas y vasos de agua: los primeros ``con los atentos saludos del licenciado Del Mazo'', según informaron; los otros nada más con un pegote blanquizul.

Estampas de Iztapalapa que ni en Viernes Santo olvida su cotidiana violencia. Confundido entre la multitud que seguía el desarrollo de la representación, un grupo de ladrones hizo de las suyas entre los reporteros gráficos, pues aprovecharon todos los momentos para bolsearlos y llevarse lentes, carteras, gafetes...

De los hechos sólo algunos se percataron, sin contar a los 3 mil 960 policías militares, granaderos, Zorros y motopatrulleros que se hicieron cargo de la vigilancia. Es más, a mitad del recorrido, ya de camino al Cerro de la Estrella, los uniformados pusieron su granito de arena al desorden cuando se enfrentaron a golpes con algunos comunicadores, y hasta pretendieron llevarse una cámara de Televisión Azteca.

Detalles que para el delegado, Jaime Aguilar Alvarez, fueron simples incidentes que no merecieron incluirse en el balance oficial. En conferencia de prensa, a punto de escanciarse el tequila y la comilona para sus invitados, el funcionario afirmó sonriente: ``Fue una jornada blanca''.

¡Déjala, gandalla!

Jesús de Nazaret ya había sido juzgado gracias a las intrigas de un grupo de sacerdotes que, reunidos en conciliábulo, demandaron al regente romano su crucifixión. Así, cuando la comitiva recorría la calle Allende, después de la primera caída, un individuo acaparó la atención de los dolientes, pues sin más empezó a golpear a su pareja.

``¡Déjala, gandalla!'', le gritaron. Sorprendido, el sujeto tomó de la mano a la mujer y empezó a correr en sentido contrario a la comitiva, seguido por varios fotógrafos que con flashazos lograron amedrentarlo. El tipo se escabulló entre la multitud justo en el momento que arribaron ocho policías militares.

--Ahorita lo agarramos --prometieron entre la rechifla de los presentes. ``Andan de babosos, no sirven para nada'', les respondieron. Empero, los uniformados no se dejaron intimidar e iniciaron la búsqueda sin responder a los codazos anónimos que les propinaron.

Luego, el ritual se cumplió paso a paso, más o menos igual que los años anteriores. Los centuriones hicieron gala de las suertes que aprendieron durante tres meses de entrenamiento con caballos que prestó la SSP, y que ayer cumplieron con el propósito de abrir paso a coces y empujones entre los cientos de miles de capitalinos.

Y el angel que durante toda la jornada acompañó al Hijo de Dios se mantuvo fiel hasta el final. Mientras los guardias romanos sufrían para acomodar la cruz en su sitio, el níveo personaje desplumaba la paloma que habría de echar al vuelo en la escena final.

Lo hizo, en efecto, pero el ave sólo alcanzó a recorrer unos metros. El viento frío que se desató de improviso y las plumas faltantes provocaron que se desplomara, cuando apenas rebasaba la cima del Cerro de la Estrella.


Pascual Salanueva Camargo Ť Tras cansarle la paciencia a uno de los centuriones que custodiaban la cárcel donde se encontraba Jesús de Nazaret, la mujer fue arrojada al suelo de un fuerte empellón; sin embargo, al lugar acudirían otras dos mujeres a pedirle al Mesías perdonara el mundo por lo que, intuían, iban a hacerle.

Momentos después, el Hijo de Dios sería arrojado de la celda y a partir de entonces se vería obligado a padecer todo tipo de suplicios, que no sólo arrancarían las lágrimas de su madre, la Virgen María, sino de varias mujeres milpaltenses que lo acompañarían durante su recorrido al Monte del Calvario.

De cuerpo enjuto y con apenas 17 años de edad, el Jesús que estuvo ayer en Milpa Alta inmediatamente fue encadenado por los centuriones, para evitar que pudiera escapar. Luego fue llevado ante la presencia de Poncio Pilatos y como éste no quisiera mancharse las manos con la sangre de un inocente, lo envió con Herodes.

Por su parte Herodes, al tenerlo ante su presencia, lo reconvino de que para dejarlo en libertad tendría que hacer un milagro, pero como no accediera a complacer su capricho, lo devolvió a Pilatos, quien se vio obligado a dejar en libertad a Barrabás y a dictar sentencia de muerte en contra de Jesús de Nazaret, el rey de los judíos, no sin antes lavarse las manos.

En este punto intervino un seminarista, quien, Biblia en mano, dijo a las miles de personas que se encontraban reunidas viendo la representación de la Pasión de Cristo, que en la actualidad se sigue flagelando a Jesús, cuando los matrimonios se divorcian o simplemente cuando los funcionarios cometen actos de corrupción, por lo que pidió que no vieran la procesión en que se encontraban como un espectáculo, sino como un lugar de arrepentimiento.

A partir de entonces comenzó el Viacrucis para Jesús. Aunado al dolor que le causaba la corona de espinas, le empezaron a dar azotes en la espalda con varas de retama y lo escupieron en el rostro. Entre fariseos, centuriones y apenas unas decenas de los suyos, ascendió una cuesta, en donde lo esperaba una cruz de 90 kilogramos de peso.

En ese lugar, antes de emprender el recorrido al Monte del Calvario, una de las mujeres israelitas se le acercó y le solicitó con humildad se dignara a mirarla fijamente a los ojos. Limpió su rostro sudoroso, mismo que quedó estampado en la tela.

Luego recorrió varios cientos de metros, antes de derrumbarse por primera ocasión, y lo que volvió a ser aprovechado por el mismo seminarista.

Biblia en mano, les leyó otro pasaje, explicándoles el significado de dicha caída. ``Si tú te sientes caído, debes de levantarte como lo hizo Jesús'', y añadió que ``hoy México pasa por un momento doloroso, por lo que nuestra nación tiene que ir a la cruz del sufrimiento y es menester caer como Jesús cayó''.

Después, mientras arrastraba con gran dificultad la pesada cruz, pasó por una pequeña fuente, en donde pidió al dueño del lugar que le diera de beber y ante lo cual el mismo hombre llenó un jarro con el líquido, pero lejos de dárselo en la boca se lo arrojó a la cara, lo que hizo que Jesús lo maldijera y a partir de entonces, por los siglos de los siglos, se haya convertido en el Judío Errante.

Cristo sufrió otras dos caídas, en la última de las cuales alguien le ayudó a cargar su cruz. Finalmente, seguido por Dimas y Gestas ascendió por el Monte del Calvario, en donde cada uno de ellos fue clavado a su respectiva cruz. Ante él estaban miles de milpaltenses observándolo desde lejos; los abarcó con su mirada y antes de expirar dijo: ``Perdónalos, Dios mío, porque no saben lo que hacen''.