La Jornada sábado 29 de marzo de 1997

Luis González Souza
Soberanía en crisis

En manos de los gobiernos modernizadores, la soberanía de México tenía por fuerza que entrar en crisis. Esta ya se manifiesta hasta en el alocado manejo oficial de la soberanía. Y muy ligado a ello, ya es inocultable la crisis en la relación de México con EU: todavía no termina la batalla de la certificación antidrogas, cuando ya comienza otra batalla en materia migratoria.

En unas cuantas semanas, el gobierno mexicano ha desplegado concepciones de la soberanía tan diversas como discutibles. Primero, en torno al episodio de la certificación, sobresalió la soberanía rollo. Aunque en los hechos se participa en el juego de la certificación, cuando éste pareció adverso, entonces vino el discurso de la ``defensa enérgica'' de la soberanía. Luego sobresale, en torno al mismo episodio, la soberanía bruja, esto es, la mágica presentación como ``actos soberanos'' de lo que en realidad son concesiones a intereses extranjeros. Los ejemplos más recientes tienen que ver con las exigencias de EU en materia de extradición y lavado de dinero, para cuyo cumplimiento ya se cocinan medidas dizque por iniciativa de las autoridades mexicanas.

Ante los desvarios de la soberanía oficial en México, lógicamente EU no tiene empacho en seguir aprovechándolos, inclusive con sus propias trampas en la materia. Aquí el ejemplo más actual tiene que ver con la aplicación total, a partir del 1 de abril, de la nueva ley antinmigrantes, promulgada y aplicada en su primera parte desde septiembre de 1996. Con ello, México acabará de sufrir una larga cadena de agravios, ahora en una escala sin precedentes cercanos: deportación de sus trabajadores migratorios, disminución de las divisas captadas por esa vía, complicación de problemas como el desempleo y la delincuencia, acrecentamiento del maltrato para quienes logren permanecer en EU... mayor deslegitimación del Estado mexicano dada su incapacidad para siquiera darles patria a más y más compatriotas.

La gran trampa que utiliza EU para justificar tamaña afrenta tiene que ver con un mal uso, y abuso, de la soberanía. Como si la migración no fuese un fenómeno global: como si la globalización sólo caminara por donde conviene a la gran potencia, ésta insiste en hacer sus leyes migratorias sin importarle un bledo sus repercusiones en otros países. La misma trampa es utilizada en narcotráfico (la famosa certificación) y comercio (la ley Helms-Burton). Y, sin embargo, el gobierno mexicano aún no se atreve ni siquiera a cuestionar la trampa. Más bien cae en ella, cuando se limita a pedir que no maltraten a los migrantes mexicanos. Es así como hace su aparición este otro desvarío que, sin tapujos, podría llamarse la soberanía autogol.

En este recuento no podía faltar el desvarío tradicional, ya abordado en otras ocasiones como la soberanía concha. Esta vez no se refiere a la relación con EU, pero aun así vale la pena detallarlo porque exhibe un número de sinrazones difícil de igualar en un solo acto. Nos referimos a la oposición del gobierno mexicano frente a la ayuda financiera que los gobiernos de la Unión Europea (UE) quieren brindar a la Academia Mexicana de Derechos Humanos (AMDH) para su programa de observación en las elecciones de julio próximo. El principal argumento para obstruir esa ayuda puede resumirse así, más allá de la esgrima discursiva: nadie sino el gobierno mexicano puede influir en la suerte de los derechos humanos en México, en este caso los derechos electorales.

Se pierde de vista que: 1) los derechos humanos son materia de interés universal; 2) la observación electoral llegó para quedarse, sobre todo en países como México donde aún no se garantizan elecciones limpias; 3) ya antes y ahora mismo fluyen desde el exterior financiamientos para muchas organizaciones civiles de México; 4) la AMDH es una organización de gran prestigio, entre otras cosas por su imparcialidad; 5) la citada conducta del gobierno pone en riesgo su vinculación con la UE, lo que supuestamente le interesa mucho; y 6) el gobierno mexicano asegura que, ahora sí, las elecciones serán insospechables (quien nada debe... nada debería temer de observaciones como la de la AMDH).

Por ello y más, de persistir la obstrucción al trabajo de la AMDH, la soberanía concha acabará de exhibir sus vergüenzas. Y junto con los otros desvarios gubernamentales en nombre de la soberanía de Mexico, llevarán su crisis a un punto de peligro extremo donde las transiciones desembocan en todo, menos democracia.