Permítanme una reflexión pública de la que ya he dado suficientes testimonios privados. La semana pasada el Partido de la Revolución Democrática (PRD) me postuló como candidato plurinominal para la IV Circunscripción. Lo pensé y tres días después dí la gracias y decliné la nominación.
Supongo que el PRD se fijó en mí pese a mi talante independiente y quizás por éste. Nunca he negado mi admiración por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Rodolfo González Guevara, Ricardo Valero y el grupo que salió del PRI a partir de 1987. No he escatimado mis elogios al PAN, a sus fundadores y personalidades destacadas, como Manuel Clouthier. Soy admirador y cofrade de todos los que luchan por la democracia. He defendido el derecho del neocardenismo, convertido en PRD, a sobrevivir y a volverse un alternante con fuerza para equilibrar la escena política.
He tenido desencuentros con ese partido, en el que una corriente muy poderosa tiene todavía resabios de autoritarismo. Otra asignatura pendiente que tenía con el PRD era mi voto a favor del padrón electoral en 1994, cuando era consejero ciudadano en el IFE. No hubo una sola prueba seria de que existiera un fraude colosal, ni siquiera una irregularidad grave, en el padrón. Por eso, contra la opinión del PRD, y al unísono con mis compañeros consejeros, voté a favor del padrón . Pero las afinidades pesaron más que las discrepancias y por ello ese partido me incluyó en sus listas sin llegar a un acuerdo previo conmigo.
No decliné por haber sido consejero ciudadano. Santiago Creel aceptó la candidatura que le ofrecía el PAN, el cual lo recibió con merecidísimos honores. La única reacción negativa fue la de Jesús Silva-Herzog Márquez, quien considera que hay cierto oportunismo en el ``apresuramiento'' de Creel al aceptar, cuando hace unos meses era consejero . Me parece muy frívola e injusta tal conclusión. La ley no le prohíbe a Creel ser candidato. En plano ético, éste y otros cuatro consejeros vieron truncada su trayectoria en el IFE por una norma que impuso el PRI y que aceptaron el PAN y el PRD. Era ridículo que si ellos violentaron los derechos de los consejeros, éstos tuvieran que congelar su actividad de servicio al país.
Por dos razones no acepté la candidatura. La primera es el deseo de conservar mi independencia y mi libertad. Cosío Villegas decía que los liberales del siglo eran ``ferozmente'' independientes. Sin llegar a tal extremo, me gusta opinar y actuar sin tomar en cuenta a los propios de los partidos. Si me someto a la disciplina de uno de ellos, así sea como candidato externo, deberé reducir mi imparcialidad.
Pero la más importante es una actividad política previa a la que no puedo renunciar. En los últimos años he luchado, en diversas organizaciones cívicas, por la transición a la democracia. Cuando dejé de ser consejero decidí seguir esa misma línea y me incorporé a una agrupación que estaban organizando Demetrio Sodi, Cecilia Loría, Clara Jusidman y otros muchos. Esta organización, Causa Ciudadana, cumplió esforzadamente con los requisitos que impuso el nuevo Cofipe para otorgar registro a las agrupaciones, y lo obtuvo el 15 de enero.
El trabajo en en Congreso me absorbería demasiado tiempo. Yo prefiero dedicárselo a una agrupación naciente porque he sentido que puede ser un espacio magnífico para que muchos cientos o miles de ciudadanos, no atraídos por ningún partido, ejerzan ahí la política.Varios miembros de Causa Ciudadana han aceptado candidaturas del PRD, del PAN, y tal vez de algún partido menor. No nos negamos a aceptar una candidatura del PRI. Nuestro grupo es plural. Estoy muy orgulloso de todos estos compañeros y sé que no desertarán de sus tareas en nuestra agrupación.
Como diputado me habría integrado a un grupo de distintas ideologías y posiciones partidarias para impulsar la segunda reforma política; habría hecho alianzas y amistades con los políticos y habría procurado recordar lo aprendido en estos años: hay que sumar y multiplicar, no dividir y restar; no hay enemigos pequeños ni amigos insignificantes, y todos estamos en el mismo barco al servicio de México.
Ahora que escribo esto me doy cuenta que es justamente lo que quiero hacer desde nuestra agrupación. Adentro o afuera del parlamento, en el PAN, en el PRD y en el PRI, hay muchos que se inclinan por la reforma democrática y que la consideran compatible con sus ambiciones legítimas y con sus carreras. Todas esas personas formamos un solo partido, independientemente de nuestras banderías. Es el partido del futuro de México. Es el partido de la transición. La transición está en marcha, pero todavía nos faltan muchos tramos para que esté completa. Una vez que culmine este proceso, cada quien tomará partido.