La Jornada 25 de marzo de 1997

Dos sobrevivientes aseguran haber visto al menos 15 cadáveres en la región de San Vicente

Jorge Alberto Cornejo, corresponsal, Tijuana, BC, 24 de marzo Ť Martín Paniagua y José Gutiérrez fueron localizados por la Patrulla Fronteriza en el condado Imperial al norte de Mexicali, Baja California, 56 horas después de que ambos se internaron caminando al vecino país junto con otros 145 connacionales indocumentados.

Su intención al salir de Mexicali era llegar a Santa Anna, California. En el camino ambos aseguran haber encontrado los cadáveres de por lo menos 15 migrantes, que al parecer fueron atacados por víboras que habitan en la inhóspita región desértica de San Vicente.

Del grupo aproximado de 145 migrantes sólo fueron rescatados poco más de 50, el resto, unos 95, quedaron rezagados en el camino porque no estaban preparados para caminar tanto tiempo.

El pollero --al que le pagaron cada uno alrededor de 500 dólares-- les aseguró que llegar a Santa Anna les tomaría sólo dos horas de trayecto y no tres días, por lo que muchos no llevaban agua ni comida para el camino bajo un intenso sol.

Tanto Paniagua como Gutiérrez aseguran que los migrantes muertos en el desierto fueron víctimas de la comúnmente llamada víbora matacuates. Se refieren a la también denominada víbora cornuda, un pequeño ofidio de no más de 15 centímetros de largo que abunda en los desiertos de esta región y cuyo veneno es tan fuerte que puede matar a un ser humano adulto en menos de cinco minutos.

Pese a que todo el grupo vio los cadáveres, nada pudieron hacer para darles sepultura, pues el pollero advirtió que ``abandonaría a su suerte'' a quienes no siguieran caminando.

Ello significaba la posibilidad de terminar igual que los 15 migrantes muertos. Aun así, Paniagua asegura que de los 145 indocumentados que lo acompañaban sólo alrededor de 50 fueron rescatados por la Patrulla Fronteriza y el resto se fue rezagando poco a poco en el camino.

Martín Paniagua y José Gutiérrez son originarios de los estados de Guerrero y Veracruz, respectivamente; ambos trabajaban en los campos agrícolas de Sinaloa y ahí decidieron buscar empleo en California. Con ese objetivo llegaron a Mexicali el 9 de marzo pasado.

Una vez en la capital del estado contactaron a un traficante de indocumentados al que entregaron alrededor de 450 dólares cada uno; el resto se acordó que lo pagarían sus familiares al llegar a Santa Anna, California.

Los dos migrantes dicen que el pollero les aseguró que serían ``alrededor de dos horas de camino a pie'' antes de llegar a la carretera y de allí serían llevados dentro de un vehículo hasta su destino. Pero pasaron 56 horas antes de que el grupo de indocumentados pudiera llegar a un lugar cercano a la autopista, donde fueron localizados por un guardia fronterizo.

Por instrucciones del pollero, no informaron a los agentes migratorios estadunidenses que ellos representaban sólo una tercera parte del grupo de indocumentados que trató de cruzar el desierto; tampoco dijeron nada sobre los cadáveres que encontraron.

Ante la falta del reporte oficial, la Patrulla Fronteriza --tanto en el condado de San Diego como en el Valle Imperial-- desconocía esta situación.

Jim Pilkinton, vocero de la corporación en San Diego, dijo que actualmente la mayoría de los traficantes de indocumentados optan por llevar a los migrantes por regiones cada vez más al este, tratando de evadir la vigilancia que se ha intensificado en los dos últimos años a raíz de la instalación de la Operación Guardián.

Por su parte, el supervisor de la Patrulla Fronteriza en El Centro, California, William Botts, dijo a La Jornada desconocer sobre la existencia de cadáveres en la región desértica, aunque reconoció que es una zona ``llena de animales peligrosos como víboras de cascabel y las llamadas cornudas''.

Luego de conocer la historia de Paniagua y Gutiérrez, Botts señaló que se enviaría de inmediato un helicóptero a esa zona para tratar de localizar los cuerpos a los que hicieron referencia los migrantes; por lo que respecta a los casi 100 indocumentados extraviados, señaló que es posible que ya hayan sido arrrestados, porque en los últimos días se han encontrado en esa región a varios grupos desafiando a la montaña desértica.

Al ser repatriados hace dos días, los dos migrantes decidieron hablar y buscar ayuda. Fue así que contactaron a Guillermo Ibarra, del Comité de Base del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Ibarra llevó a ambos migrantes ante las autoridades municipales, que canalizaron el asunto al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), donde se comprometieron a conseguirles empleo para que obtengan el dinero suficiente para regresar a sus respectivos lugares de origen.

Mientras tanto, ambos permanecerán hospedados en la Casa del Migrante, ubicada en esta frontera, en donde el año pasado hubo varios testimonios similares al de ellos. Uno refiere al caso del migrante Ricardo Javier Mercado Martínez, originario de Nayarit, quien en junio de 1995 aseguró al administrador del lugar, Raúl Ramírez, haber visto entre los matorrales del desierto los cadáveres de al menos cinco personas en la misma región donde este año Paniagua y Gutiérrez dijeron haber hallado 15 cuerpos.