La Jornada martes 25 de marzo de 1997

Alberto Aziz Nassif
Morelos: ¿modelo para el futuro?

Las elecciones de Morelos son un signo diferente del contexto nacional que se vive en estos momentos. Mientras el país sigue atrapado en la dinámica de los litigios judiciales y políticos del pasado, ciudadanía y oposición deciden las rutas de futuro por las que quieren elegir a sus gobernantes. La contribución de Morelos al actual momento nacional es confirmar lo que podrían ser las nuevas tendencias político-electorales para 1997.

1. Las elecciones del 16 de marzo muestran una nueva correlación de fuerzas: el Partido de la Revolución Democrática se posiciona como una fuerza de primera importancia, el cual gobernará al mayor porcentaje de morelenses, un 47.8 por ciento; el Partido Acción Nacional gobernará a un 26.1 por ciento; el Partido Revolucionario Institucional a un 25.5 por ciento; y el Partido Civilista Morelenese (PCM) al 0.6 por ciento. Los principales municipios del estado quedaron en manos de la oposición: el PRD ganó Cuautla y Yautepec, entre otros; el PAN se quedó con Cuernavaca; el PRI con Amacuzac y Xochitepec, entre otros, y el PCM con Zacoalpan. El Congreso tendrá ahora una mayoría opositora con 13 escaños para el PRI, 11 al PRD, cinco al PAN, y uno al PCM (La Jornada, 24/III/97).

2. Después de una semana de conteos, los resultados no fueron alterados, cada voto contó, las irregularidades no modificaron el resultado final; tampoco hubo protestas, los perdedores aceptaron sus derrotas y los organismos electorales mostraron apego a la ley, por lo cual el tránsito en Morelos hacia el pluralismo y la alternancia tiene un comienzo de legitimidad importante.

3. Morelos se suma ahora al esquema político de gobiernos divididos, en donde el partido del gobernador tiene sólo la mayoría relativa del Congreso con un 43.3 por ciento (la mayor fracción minoritaria), el PRD tiene el segundo grupo parlamentario con un 36.6 por ciento, el PAN el tercero con un 16. 6 por ciento, y el Civilista con un 3.3 por ciento; en este esquema la oposición acumula la mayoría, 56.5 por ciento, y ninguna fracción sola cuenta con la mayoría constitucional de las dos terceras partes. Este esquema de fuerza se vive ya en el estado de México, como el caso más similar.

4. Con esta votación tripartita de gobiernos municipales y congreso plural, las relaciones políticas del estado tendrán un cambio sustancial al menos en tres aspectos: la cohabitación entre poderes, el Ejecutivo y el ayuntamiento de la capital, Cuernavaca, tendrán que compartir el mismo territorio lo cual es, según experiencias en otras regiones, un proceso casi siempre conflictivo que requiere de un alto grado de civilidad política para solucionar enfrentamientos; el manejo de recursos del gobierno del estado hacia los ayuntamientos constituye un porcentaje importante, y cuando hay procesos de alternancia se pueden generar disputas; y el otro ámbito en el que más se notará el nuevo esquema político es el congreso, tanto en su dinámica interna de fracciones, como en su relación con el gobernador. Se ha comprobado que los gobiernos divididos que ya existen han sido experiencias más positivas que negativas: se inicia una fase de una sana división de poderes y de contrapesos que pueden mejorar la vida pública; se han dado renovaciones legislativas democráticas. También están las partes riesgosas y negativas como la parálisis legislativa al estilo de Yucatán, o el predominio de dinámicas de confrontación sobre las de colaboración.

La aportación de Morelos al momento nacional se puede calibrar desde diferentes ángulos: en primer lugar, confirma una tendencia de participación tripartita (Michoacán, estado de México) en donde el PAN se queda con las grandes ciudades, la capital; el PRD con las ciudades medianas, el PRI con municipios pequeños, y el Congreso se divide en tres fuerzas. En segundo lugar, se confirma una tendencia en la que el voto PRI cae de forma importante hasta perder la mayoría absoluta que tuvo en estos años, por lo cual el tricolor está dejando de ser un partido dominante frente a una oposición dividida en dos grandes conjuntos (elecciones presidenciales de 1994), y ha entrado a formar parte de un modelo de pluralismo moderado, tripartita, en el que los territorios son de plena competencia, tanto en zonas rurales como en urbanas.

Sobre estas pistas es razonable esperar que el próximo 6 de julio el país tenga una confirmación de lo que las regiones ya han aportado al futuro del país.