El viernes 7 de marzo por la mañana estuve en el Centro Médico Siglo XXI, la hermana del pintor Jesús Urbieta me explicó que los médicos le daban muy pocas esperanzas de vida. Llevaba ya más de un mes hospitalizado --desde el 30 de enero-- y no habían logrado que su hígado reaccionara.
Justo el día en que Jesús llegó al hospital, un grupo de amigos lo esperábamos en Pinacoteca 2000 para brindar por el éxito que tuvo la carpeta de grabados eróticos que hicimos, reuniendo la obra de 12 artistas plásticos, entre quienes se encuentra Urbieta. En aquella ocasión tocamos un tema recurrente, nuestras apetencias etílicas, las inconveniencias y las supuestas ventajas del alcohol y otros estimulantes para la creación. José Luis Cuevas se declaró casi abstemio y otros, como Felipe Posadas, aseguraron que ya se habían retirado del vicio. Pero finalmente, no nos resistimos a las seductoras tentaciones de Baco y salimos hasta tarde y hasta atrás del bello feudo de nuestro anfitrión, el entusiasta promotor de la gráfica contemporánea, Raúl Fernández Violante.
Pareciera de mal gusto hablar del alcohol cuando uno de nuestros amigos, el gran pintor Jesús Urbieta, ha muerto a los 37 años de edad y en el momento de mayor esplendor de su carrera artística, pero no hay porqué asumir una actitud vergonzante ante una realidad que se sufre pero también se goza con una intensidad engañosa que sólo uno, en su más íntima conciencia, lo sabe. Urbieta lo gozó y lo sufrió.
Pero el alcohol no sólo es una sustancia que nos sublima ciertos instantes o nos daña --el alcohol destruye y al destruir crea, como dijera Alí Chumacero--, es una posibilidad de escapar cuando no se soporta la intensidad de la vida, cuando la emoción es tanta, cuando se tiene la certeza de que nunca se podrá alcanzar la plenitud de las capacidades creativas, creo que eso le pasó a Jesús, un hombre intenso, apasionado, con una creatividad desbordada que se salía del lienzo, que se escapaba de su propia condición de ser humano.
Por eso, Jesús no sólo fue pintor, escultor y grabador, también se desempeñó como poeta, novelista, videoasta, promotor cultural, mecenas. Un provocador de cultura, uno de los más generosos artistas de su tiempo.
Siguiendo la tradición de otros artistas oaxaqueños, principalmente Francisco Toledo, Urbieta donó un porcentaje muy importante de su obra a promover la cultura zapoteca, a estimular a los jóvenes creadores de Juchitán. Por conducto de la Fundación Guiée Xhúuba, se han publicado ya siete libros, que reúnen poesía y narrativa de Rocío González, Jorge Magariño, Víctor Terán y, desde luego, del que fue su entrañable amigo y siempre inseparable cómplice en proyectos culturales y correrías etílicas, Macario Matus.
Dentro de la Fundación Guiée Xhúuba, se han hecho dos casets de música tradicional oxaqueña, la singular novela corta Zeferino y su hermana Mariana Pombo de Urbieta, una carpeta de xilografías de Damián Flores Cortés y otra más, denominada La noche del mar de San Vicente, del propio Jesús.
La inquietud de Urbieta no tuvo límite, y desde hace cuatro años, durante las fiestas de Juchitán, la fundación Guiée Xúuba viene entregando un reconocimiento a los creadores más destacados de la región, que han recibido ya el compositor Saúl Martínez, y los escritores Nazario Chacón Pineda, Alfredo Cardona Peña y Andrés Henestrosa.
En diciembre pasado se celebró la Primera Semana Juchiteca de Arte y para este año se están programando las primeras Bienales de Pintura y Fotografía de Juchitán.
Simultáneamente, fueron inumerables las causas humanitarias y culturales que Jesús Urbieta apoyó solidariamente. Hace unos días, uno de sus hermanos me contaba que de manera discreta Jesús enviaba mensualmente una cantidad económica para que varios niños discapacitados de Juchitán viajaran a la ciudad de Oaxaca con el propósito de recibir asistencia médica. De su obra, de sus alegorías eróticas de tierra y mar, ya han hablado y hablarán elogiosamente los expertos. La maestra Teresa del Conde lo había invitado este año a exponer una gran individual en el Museo de Arte Moderno. Nos da mucho coraje que Jesús no pueda estar. Como nadie escarmienta en cabeza ajena y como no todos podemos aguantar la vida, brindaremos por ti, Jesús Urbieta.