La Jornada viernes 21 de marzo de 1997

Pablo Gómez
Nueva gobernabilidad

Los resultados electorales en Morelos arrojan una nueva situación política, enteramente diferente a la del periodo inmediato anterior. Ningún partido tendrá la mayoría absoluta en el Congreso del Estado, al tiempo que en los principales municipios también habrá ayuntamientos sin mayoría.

Morelos pasó de ser un estado dominado por un solo partido a un esquema de tres tercios, en el que PRD y PRI se encuentran prácticamente en un empate técnico y el PAN es el tercio menor. Sin embargo, esta situación es todavía un tanto engañosa, ya que el partido oficial sigue recurriendo a la compra de votos. Si no se hubiera comprado el sufragio de nadie, los resultados serían más desfavorables para el oficialismo.

El PRI ha perdido Cuernavaca, a manos del PAN, y Jiutepec y Cuautla (segundo y tercer municipio), a manos del PRD, pero también este partido ha logrado el triunfo en Jojutla, Zacatepec, Yautepec, Tepoztlán y otros. Esta situación cambia por completo la relación entre el gobierno del Estado y los municipios.

El PRD se ha presentado en Morelos con una política de amplia alianza, la cual favoreció su avance electoral. Así, el Comité de Unidad Tepozteca obtuvo uno de los triunfos más fuertes al alcanzar casi el 70 por ciento de los votos, y el Frente Ciudadano de Cuautla siempre fue el favorito, logrando el ayuntamiento y dos distritos electorales.

La gobernabilidad tendrá que cambiar en Morelos. La relación del gobernador con el Congreso del Estado tendrá que pasar de las órdenes verticales a los diputados oficialistas, a una negociación sistemática con otros partidos. Los vínculos entre muchos ayuntamientos y el gobierno local también tendrán que sufrir severas modificaciones.

Uno de los temas más relevantes será el del presupuesto. Los gobernadores (del PRI y del PAN) manipulan el gasto público a su antojo pues gozan de autorizaciones legales (pero inconstitucionales) que les permiten cambiar el sentido y cuantía de las erogaciones, además de la existencia de partidas de uso discrecional. Estos elementos tendrán que modificarse, al tiempo que el Congreso del Estado deberá crear la institución capaz de fiscalizar efectivamente el gasto público.

Los ayuntamientos tendrán que dejar de ser esos espacios cerrados regidos por los presidentes municipales, para convertirse en cabildos abiertos --parlamentos del pueblo--, donde concurran los ciudadanos a exponer sus quejas y propuestas.

No está enteramente claro que el gobernador entienda el mandato popular y logre modificar su actitud. Lo que sí es seguro es que con los viejos métodos de gobernar no será posible el desempeño de las autoridades, bajo la nueva situación creada.

Mas no se trata de un fenómeno morelense. En el estado de México tampoco existe mayoría legislativa y la pluralidad está fuertemente presente en los ayuntamientos. En otros estados, existen claras tendencias hacia esquemas políticos semejantes. El país parece estar inclinándose hacia un sistema de tres partidos principales, con algunos otros de menor importancia.

El siguiente paso hacia el pluralismo político mexicano tendría que ser la ciudad capital, la mejor preparada de todas para contar con un gobierno propio, a pesar de que se le negó ese derecho desde los tiempos de la fundación de la República.