Gonzalo Martínez Corbalá
Petróleo, un recurso estratégico
(Tercera de cinco partes)

Generalmente los intereses de los países industrializados, importadores netos de petróleo, coinciden con los de las empresas transnacionales en lo relacionado con el aseguramiento de nuevos yacimientos para garantizar el abasto futuro. En 1995, de los 999 mil 761 millones en reservas mundiales, la OPEP concentró el 77 por ciento. Arabia Saudita mantuvo casi el 26 por ciento de las reservas probadas. Venezuela registró el 6.45 por ciento y México el 5.07 por ciento. Estados Unidos, principal consumidor del mundo, representó solamente el 2.3 por ciento.

En 1996 las reservas de petróleo crudo se elevaron en 11.4 billones de barriles, totalizando al 1 de octubre de 1997: 1.02 trillones de barriles de petróleo crudo. Actualmente, en 45 países de América, Africa, Asia y Medio Oriente se encuentran en desarrollo proyectos para la exploración de nuevos campos con perspectivas de operación hacia el año 2000. En estos proyectos se está aplicando la nueva tecnología ``3-D'' de análisis sísmico y perforación horizontal, que ha facilitado la localización y la extracción de petróleo y gas simultáneamente, reduciendo riesgos y abatiendo costos: la perforación en los años 80 alcanzó un costo de 5 dólares por barril, mientras en la actualidad, con el uso de esta tecnología, se ha reducido a 2 dólares por barril, en promedio.

No debe pasarse por alto la disminunción de las reservas probadas de Estados Unidos, que de un máximo histórico registrado en 1970 de 38 mil 62 millones de barriles, que aseguraban su abastecimiento por 11.7 años, han pasado a 22 mil 957 millones de barriles en 1995, los que únicamente satisfacen tres años de su demanda. En 1992 Estados Unidos importó mil 224 millones de barriles de los precios de la OPEP, 47 por ciento proveniente de Arabia Saudita y casi el 25 por ciento de Venezuela. En tanto, en 1994 este país importó un total anual de 2 mil 578 millones de barriles, 50 por ciento de ellos de la OPEP. Sobresalen como países proveedores en ese año, Arabia Saudita, con el 18.4 por ciento; Venezuela con el 14.6 por ciento; Bolivia con 13.9 por ciento; México con 13.3 por ciento; Angola con el 4.6; y Kuwait con 4.4 por ciento.

Se estima que en el año 2000 el mundo consumirá 75 millones de barriles diarios, de los cuales 19.5 millones, 26 por ciento del total, corresponderán a Estados Unidos.

A poco más de tres años de empezar el nuevo milenio, el panorama incluye como un estratégico grupo de países consumidores de petróleo a China, Corea del Sur, India e Indonesia que se estima demandarán 17.5 millones de barriles diarios en el año 2000. Entre las tendencias de la oferta del crudo deben considerarse los diversos proyectos de exploración que actualmente se realizan en la costa rusa del Pacífico, Azerbaiján, Kazajstán, Golfo de México, Nigeria, Angola, Congo, Gabón y Namibia, y que en conjunto tienen la expectativa de cubrir por lo menos 30 años más de la demanda potencial del hidrocarburo. México ocupa en la actualidad el octavo lugar mundial en cuanto a reservas probadas de hidrocarburos, con 51 mil millones de barriles.

En nuestro caso, y pese a los graves problemas de la crisis económica, la industria petrolera cumplió con sus expectativas. Según el informe 1995 de Pemex, la producción fue de 3 millones 22 mil 200 barriles diarios. El valor de las exportaciones netas en ese año, ascendió a 7 mil 200 millones de dólares, superior en 19 por ciento a lo alcanzado en 1994 y representó el 22 por ciento de las exportaciones de mercancías. Para los primeros cinco meses de 1996 la tendencia en las exportaciones ha mostrado un incremento de 25.1 por ciento, conforme al año anterior, representando el 11.7 por ciento del total de las exportaciones.

Pese a los intentos de la OPEP por equilibrar las cotizaciones reduciendo sus niveles de producción --que, para 1992 eran sólo 40 por ciento de la producción mundial, mientras que las reservas probadas aumentaron hasta el 77 por ciento de las mundiales--, la situación se tornaba más compleja por la presencia más agresiva de otros países productores en el mercado. La OPEP abandonó la estrategia de reducción de la producción situando sus niveles aún más altos al pasar de 23.8 millones de barriles diarios en 1990 a 24.5 millones de barriles diarios de 1993.