Gonzalo Martínez Corbalá
Petróleo, un recurso estratégico
(segunda de cinco partes)

El control de cuotas de producción de cada país y de cada empresa, así como el reparto de los diversos mercados, se fue haciendo cada vez más compleja, a medida que surgían nuevas compañías y los mecanismos de protección para garantizar un mercado más o menos estable, evitar la competencia de precios y mantener la posesión de los yacimientos, sobre todo los del Medio Oriente.

Así se llega, en 1960, a la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), iniciada por Arabia Saudita, Kuwait, Irán, Irak y Venezuela con el firme propósito de mantener el control sobre su producción frente al embate de las grandes compañías tradicionales.. En años posteriores se sumaron Qatar, Libia, Indonesia, los Emiratos Arabes Unidos, Argelia y Gabón. Ecuador formó parte de la OPEP de 1973 a 1991. A mediados de la década de los 70 la OPEP aportaba poco más de la mitad del petróleo que se consumía en el mundo, contaba con casi el 70 por ciento de las reservas totales y sus bajos costos de producción se combinaban con altas ganancias.

Los países industrializados agrupados en la OCDE, importadores netos de petróleo, empezaron a cobrar conciencia de su dependencia petrolera e implantaron algunas medidas de protección como el aumento de su capacidad de almacenamiento hasta por 150 días, lo que les permitió llevar a cabo maniobras especulativas haciendo variar la demanda artificialmente, sin que el consumo real disminuyera.

A consecuencia del fracaso del intento de la OPEP en imponer cuotas de producción, a finales de 1985 esta organización decide saturar el mercado de petróleo para que los productores independientes se vieran obligados a asociarse a ella. Sin embargo, éstos resistieron la caída de los precios y la fortaleza de la OPEP quedó cuestionada evidenciando, por el contrario, sus límites.

Durante los años 90 los precios del petróleo han venido presentando nuevamente un carácter cíclico. En un primer momento del conflicto del Golfo Pérsico se registraron alzas en el precio ante una posible escasez. Pero al comenzar la guerra volvieron a caer los precios, que mantuvieron una cierta estabilidad durante los primeros dos años del decenio. Durante 1993 se presentaron de nuevo tendencias a la baja del precio, debido, por un lado, al exceso de oferta, y por otro a los bajos niveles de consumo mundiales. El desplome de los precios del crudo se revirtió de manera transitoria en 1994, debido fundamentalmente a la reducción de la producción en el Mar del Norte y de otros países productores, como Rusia y Venezuela, combinada con una recuperación de la demanda tanto de Europa como de Estados Unidos, además de la permanencia del embargo a Irak.

No obstante, una vez resueltos los problemas locales en estos países; se regresó a una situación de sobreoferta, con la consecuente baja de los precios internacionales, que se situaron en alrededor de 15 dólares por barril, lo que significó la baja más importante en cinco años. Aun con ello, en 1995 se dio una recuperación del precio, pasando a 20 dólares por barril, debido, entre otros factores, a las tensiones políticas entre Estados Unidos e Irán y a la confirmada exclusión de Irak del mercado internacional.

En 1996 los juegos de guerra en el mercado continúan; algunos países están almacenando petróleo hasta por 90 días utilizando la flota Ultra Large Crudo Carrier, y, por otro lado, Estados Unidos se ha empeñado en continuar su apoyo militar a Arabia Saudita como una de sus principales estrategias en el Golfo Pérsico. Como resultado de estos desajustes en el mercado, la comunidad internacional se ha visto obligada a instrumentar estrategias novedosas para racionalizar el uso del petróleo y sus derivados; avanzar en la sustitución del petróleo por otros combustibles; desarrollar nuevas y mejores tecnologías ahorradoras de energia; administrar los recursos energéticos, de todo tipo, de manera más eficiente, e incrementar los esfuerzos en el desarrollo de nuevas reservas de hidrocarburos.