Ofrece Cárdenas integrar un gabinete con 50% de mujeres
Rosa Icela Rodríguez Ť En su primer acto de campaña, Cuauhtémoc Cárdenas se comprometió que en caso de ganar la mitad de su gabinete como jefe de gobierno del Distrito Federal estará integrado por mujeres, aseguró que promoverá un plan de igualdad de oportunidades para impulsar el establecimiento de comedores familiares, centros de desarrollo infantil, lavanderías populares, aumento de la cobertura de desayunos escolares, y --como en los municipios gobernados por su partido-- libros de texto gratuitos en secundarias.
Cientos de ruidosas mujeres uniformadas con paliacates amarillos al cuello acudieron a un restaurante del sur a empujar la campaña perredista capitalina y aplaudieron cuando de entrada Cárdenas aclaró: ``En mi gobierno no se prohibirán las minifaldas, ni se reprimirá por el arreglo personal, ni tendrá cabida la censura en la cultura. Se impulsarán campañas de educación sexual y se debatirá en torno a la prostitución... si deben presentar certificados de salud quien ofrece y quien pretende comprar el servicio''.
Fue con ellas, con quien Cuauhtémoc arrancó su campaña. A ellas, a las chilangas enjundiosas arrancó el compromiso de la promoción del voto para su partido. Ahí, Elena Poniatowska, María Victoria Llamas, Guadalupe Loaeza, Isabel Molina, Rosario Ibarra, Amalia García... y más, todas con nuevas ideas, inyectadas con los efectos de los últimos triunfos del PRD en Morelos.
Frente a ellas, comprometió también las reformas al Código Civil para beneficiar a las mujeres que se encuentran al frente de su hogar, reformas al Código Penal para que nunca más un violador quede impune y el acoso sexual se penalice, para que no se prostituya más a un menor y que todo tipo de lenocinio se castigue con la máxima severidad.
Para muchas, el punto toral del mensaje fue el relativo al aborto (al cual no llamó por su nombre): ``en el Distrito Federal habremos de lograr que el derecho de las mujeres a decidir se respete plenamente. Derecho a decidir en todos los ámbitos, sobre todo los relacionados con sus libertades y su individualidad''.
Quizá fue el alborozo y los gritos de las señoras de clase media, que gritaban desaforadamente como chamacas de 15 años --al estilo de las fans de Luis Miguel--, las que hicieron ver a un Cuauhtémoc alegre, contento como nunca.
Quizá se debió a las puntadas de Evita --revivida con el clásico peinado y corte argentino de Jesusa Rodríguez--, que se lo cotorreó todo el tiempo: ``...yo regalaba máquinas de coser a las descamisadas, pero como están las cosas, Ché, confórmate con regalar agujas con hilo para que voten por vos''.
Pero esta vez, Cárdenas no siguió el consejo de Evita, en cambio prometió ``acceso de las mujeres a la escuela, el combate a la discriminación y segregación sexual en el trabajo'' así como campañas de información sexual y de derechos reproductivos.
Antes, en un análisis, dijo que ante la falta de voluntad política, la mujer --52 por ciento de la población capitalina--, los niños y los jóvenes son quienes más resienten el deterioro de la calidad de vida, la inseguridad y la violencia creciente.
Quizá la emoción de Cuauhtémoc se debió a la entrañable compañía de doña Amalia Solórzano viuda de Cárdenas y de su esposa Celeste Batel, en el día de la conmemoración de la expropiación petrolera, realizada por su padre, el general Lázaro Cárdenas del Río.
O tal vez, por una imagen distinta de la campaña, moderna, dinámica, ``amarichaaaaaaa'' --como decía Evita con su sello argentino, que hace de la hilaridad y el ingenio su reino natural-- ``y maravichoooosaaaa'' de globos, pancartas, compromisos con su abrigo, joyas, y chongo a la moda de la ex de Perón, quien ponderó el valor de la princesa polaca por haberse puesto un paliacate.
Ella la Poniatowska, en medio de muchas reinas, indicó: ``Cuauhtémoc es el primer partido serio, de todos los aspirantes, para pedir la mano formalmente de nuestra ciudad. No se trata de una señorita casadera cualquiera... frisa los 500 años''.
``Si --dijo la dulce Elena-- como dijo Emiliano Zapata, la tierra debe ser para el que la trabaja, el asfalto debe ser para quienes la padecemos, la ciudad para los que la vivimos, los que trabajamos por ella, los que la sufrimos y la disfrutamos''.
Entre tiempo y tiempo, la conductora Evita bromeaba a los presentes y refería elogios a la belleza de Celeste y como es natural hablaba mal --qué esperaban-- de Castillo LePeraza , Del Mazo ni siquiera mereció un comentario porque ``me pueden acusar de intolerante y tendenciosa''.
A Loaeza le aplaudieron a rabiar --incluso alguien le recomendó a Armando Quintero, el dirigente perredista capitalino, ``la deberían de convertir en secretaria de Organización de la campaña''-- por sus entusiastas consejos para hacer proselitismo.
``De mujer a mujer: tú le puedes recomendar a tu vecina, a tu amiga, a tu prima: vamos a votar por la honestidad y ética de Cuauhtémoc... porque no tiene cola que le pisen... porque fue el primero en enfrentar a los del PRI... porque no hizo una concertacesión con Salinas... ya vez Salinas no pudo con él y ahí está Cuauhtémoc''.
La inconfundible voz de la escritora también recomendó diversas formas de participar en la campaña amarilla con negra: como voluntarias en un módulo de información, dedicar medio día o el tiempo cada que se pueda, promover en mercados el voto e incorporarse a las brigadas del sol de tiempo completo.
Al final, Evita levantó la voz fuerte a Cárdenas que no dejaba de firmar autógrafos: ``¡Dejá de escribir, Ché, que te estoy hablando¡...Goberná con imaginación como no lo hace el PRI y con otra cualidad que no tiene el PAN: humor''.