Miguel Barbachano Ponce
Cineastas latinoamericanas

Si alguien quiere escribir un texto a propósito de las cineastas latinoamericanas no debe olvidar citar los trabajos de las primeras directoras de América. Me refiero a La niña del bosque (1917) de la actriz argentina Emilia Saleny y a Mi derecho (1920) de María V. de Celestini. Tampoco debe olvidar que para entonces la diva mexicana Mimi Derba habíase asociado con el documentalista Enrique Rosas y el general Pablo González para fundar Azteca Film y escribir, producir, interpretar y dirigir La tigresa. No se debe olvidar que años más tarde las veracruzanas Dolores y Adriana Elhers, luego de estudiar cinematografía en Estados Unidos, realizaron documentales y de 1922 a 1929 el noticiario Tevista Elhers. Y hacia 1928, la yucateca Cándida Beltrán Rendón escribe, produce, dirige e interpreta el papel principal (Mosquita) de El secreto de la abuela.

Paralelamente, en Venezuela la española doña Prudencia Griffel, que años más tarde sería destacada actriz en nuestro cine, funda la productora Nostra, que le servirá de plataforma para escribir y posiblemente dirigir cintas de temas religiosos como El ángel de la guarda, entre otras. Será hasta la tercera década, cuando Brasil verá nacer a su primera realizadora: Cleo Verberena con O misterio do Domino Preto (1931), la incapacidad de una mujer para superar su depresión en los eufóricos espacios del carnaval. Entre tanto, en México destacan Adela Segueyro, Perlita, autora de Diablillos de arrabal 1938, y la duquesa Olga, chilena de internacionales vuelos, que realizó en 1942, Mi Lupe y mi caballo, con Carlos Tussaint. Asimismo, se habrá de tener presente que en los cuarenta la brasileña de adopción Carmen Santos (nació en Portugal) funda en Río de Janeiro Brasil Vita Filmes para recrear un episodio de la lucha independentista contra la corona portuguesa: Inconfidencia mineira (1948). Brasil también alentó a Gilda de Abreu, que dirigió O'Ebrio, melodrama de oscuros tonos religiosos, y posteriormente un filme insoportable Curacao materno (1951). En esa década surge en México una figura señera del cine femenino latinoamericano: Matilde Landeta (Lola Casanova, La negra Angustias, Trotacalles, centrada en la problemática de la prostitución, bajo la vibrante advocación del cabaret y el bolero).

Habrá que recordar que lo cincuenta contemplan la carrera efímera de varias de ellas, como la venezolana Margot Benacerraf (Reveron, 1952) y que hacia 1960 surgirá una pujante tercera generación. En Cuba destaca Sarita Gómez (1943-1974) documentalista que realizará hasta 1974 su único largometraje De cierta manera, que aborda la complejidad de su herencia africana. Colombia en los sesenta verá las imágenes de Gabriela Samper (El hombre de la sal) y Martha Rodríguez (Chiriles). La peruana Nora de Izcue está detrás de las cámaras desde 1968, igual que el grupo Chaski. Brasil --año sesenta del cine novo--, pero también de Lygia Pape y Ana Carolina Teixeira Soares.

Pasemos ahora a México cuya industria esclerosada sólo permitió circular durante aquella sexta década a la universitaria Marcela Fernández Violante con De todos modos Juan te llamas, Cananea y Misterio. Durante los sesenta y ochenta las cineastas cubanas vendrán a ubicarse detrás de las cámaras de televisión (Norma Heras León) en los estudios de las fuerzas armadas (Belkis Vega) en el ICAIC (Rebeca Chávez). Los cinéfilos colombianos observarán la cinemática de Camila Laboguerrero y del grupo Cine Mujer, entre tanto, los espectadores brasileños aplaudieron A hora da estrella de Suzana Amaral y Gaijin de Tizuka Yamazaki.

Hasta 1971 y 73 empezarán a circular en Argentina imágenes creadas por sus mujeres: María Herminia Avellaneda y Eva Landeck; en la década siguiente, María Luisa Bemberg (recientemente fallecida) pondrá en circulación Momentos, Camila, Yo, la peor de todas sobre Sor Juana, acorde con textos de Octavio Paz. En los setenta se constituyó en México el colectivo Cine Mujer (Rosa Martha Fernández y Beatriz Mira, entre otras) que habló acerca de la violación (Rompiendo el silencio), el aborto (Cosas de mujeres), el trabajo doméstico (Vicios en la cocina''). Hoy, María y Beatriz Novaro (Lola y Danzón) ofrecen una visión cabal de las preocupaciones femeninas. Así, este último decenio será decisivo para la liberación cinemática de la mujer.