La Jornada Semanal, 16 de marzo de 1997


Magú: interrogatorio a un monero

Alain Derbez

Heterodoxo de la caricatura, reinventor de los guajolotes y el descubrimiento de América, descubridor de las arrugas que Fidel Velázquez derrama en la mesa de sus conferencias de los lunes, proclamador de los nuevos gritos de Hidalgo, Gumaro Castellanos recorre la mediósfera con el nombre de guerra de Magú. Alain Derbez recuperó con él algunos momentos significativos de su histerieta personal.



ƑDónde y por qué comenzaste con el oficio de monero?

ųFue hace muchos años, en un concurso del periódico El Universal , que se había quedado sin cartonistas. El último había sido Rius pero, por alguna razón, lo habían echado. En lugar de contratar a otro prefirieron hacer un concurso y yo le entré porque pensé: "bueno, si hay cartones tan feos, tan mal dibujados como los míos, por qué no le voy a entrar si éstos están igual de espantosos". Comencé a mandar cartones y al cabo de un año me gané el primer lugar. Fue así que me convencí de que podía transitar por el camino de la caricatura. Eso fue por 1967 o '68. Yo estaba estudiando leyes y trabajaba en un banco.

ų ƑTuviste participación en el movimiento estudiantil?

ųNinguna. No tenía esa politización que me permitiera involucrarme con las cosas que pasaban en el país. En la medida en que fui haciendo cartones ųlo que me obligaba a leer los periódicos y a tomar entonces una posición al respectoų, empezó mi tardía politización. Así que en el '68 era yo estudiante, trabajaba en un banco, salía a las calles e iba a las manifestaciones a ver qué pasaba ahí.

ųTú eres de San Miguel el Alto, Jalisco, lo que me hace presumir que tu educación fue muy religiosa. ƑEs cierto?

ųLo fue, pero no tan intensa, porque salimos de allá cuando yo estaba muy pequeño. Llegué a la ciudad de México cuando tenía cinco años, y mi padre y mi madre se pusieron a trabajar, razón por la cual no les quedaba mucho tiempo para andarme llevando a la iglesia. Las tías, por fortuna, se quedaron en el pueblo. Ellas sí me llevaban a rastras a misa o a confesarme.

ųƑCómo va surgiendo en ti ese radical descreimiento que te caracteriza?

ųYo creo que tiene que ver con las dificultades familiares, con la difícil situación en la que vivíamos. Lo único que me faltaba era tener claro el porqué yo sentía ciertas molestias contra un sistema que nos mantenía, a mí y a mi familia, en condiciones precarias; una vez que me quedó claro, y que además conté con el privilegio y la gran ventaja de tener un espacio para poder decir lo que quería de manera más o menos fácil, adopté una posición crítica ųposición que he podido sostener gracias a esa gana de ser crítico ante todo aquello que considero que no es favorable para el desarrollo de los ciudadanos. No me lo explico de otra manera, porque la verdad es que yo leía poco, ponía poca atención en la escuela y, sin embargo, en un breve lapso tuve que adoptar posiciones políticas para expresarlas públicamente.

ųƑTu posición crítica te permitió continuar en El Universal o tuviste que salir?

ųCuando gané el concurso, el premio consistía en cinco mil pesos y un contrato para trabajar con ellos diariamente durante un año. Yo no sé si en aquel tiempo los años eran más cortos, porque a los tres meses se acabó mi contrato y me echaron sin darme razón alguna. La cosa es que de seis cartones que yo estaba obligado a entregar por semana, se publicaban sólo dos o tres. No digo que en aquel tiempo haya sido censurado porque tuviera actitudes o posiciones consistentemente radicales y de izquierda. En aquel momento estaba tan mal ubicado políticamente que lo mismo hacía un cartón a favor de las posiciones de izquierda que al día siguiente hacía uno en contra. Recuerdo ahora un cartón que hice en aquellos años, cuando Fidel Velázquez ya estaba como está ahora, con las mismas arrugas que ahora tiene. Él estaba abogando por la semana de cuarenta horas. Yo dibujé a un obrero con su camiseta toda raída acostado en su hamaca, tomándose una cerveza, su cigarro en la mano y con un cartel que demandaba la semana de cuarenta horas. Y como ese cartón, te puedo contar de algunos más. Creo que el problema que tuve, más allá de los cartones radicales, fue que daba muchos bandazos. Así que a los tres meses me echaron. Eran los tiempos en que El Universal era propiedad de una familia, los Lanz Duret. Un día era director un hermano, al día siguiente la mamá y al tercero otro hermano. Eran tipos muy inestables. Yo tenía que pelear todo el tiempo para que me pagaran y me publicaran mis cartones.

ųƑQuiénes eran en ese momento (1967, 1968) los caricaturistas que estaban en la cúspide?

ųAbel Quezada; Rius comenzaba a tener grandes destellos de popularidad con Los supermachos, pero ahí estaba también Quezada con sus cartones en el Ovaciones, y luego en el Excélsior.

ųƑTus monos eran feos?

ųEn ese momento eran feos pero sin chiste. Hoy son feos pero quizá tienen algún chiste.

ųEl que sean feos o no, tiene que ver con tu formación autodidacta, porque supongo que no habrás ido a ninguna escuela de dibujo, Ƒo sí?

ųEn descargo de todos los dibujantes y caricaturistas que existen, yo no he copiado a ninguno, tengo mi propio estilo. Pero en un principio sí quería dibujar y dibujar bien, bonito, hacer monos atractivos como los de Quezada y Rius, aunque también me gustaban los monos más elaborados de Helioflores y de Naranjo. Eran los cuatro personajes que sin estar muy alejados de mi generación resultaban mis modelos. Pero la verdad es que hasta que fui honesto conmigo mismo y me di cuenta de que no podía dibujar como ninguno de ellos, comencé a dibujar como podía, y la única forma era con un ojo arriba y otro ojo acá, y una mano que sale cerca del cuello. Cuando lo hice así, comencé a reelaborar mis propias deficiencias y las transformé en un estilo que luego la gente consideró que era una derivación, que yo sí sabía dibujar, que era un excelente dibujante, y que dibujo feo porque quiero.

ųƑCuándo decides mandar a volar el derecho y el banco y dedicarte a caricaturista?

ųHubo una comida en casa de Rius y ahí me dijo que yo a qué le tiraba, que si no me probaba en ninguna de las actividades que hacía de manera definitiva, a qué aspiraba. Eso me fue bullendo en la cabeza y opté por probarme como cartonista de tiempo completo. Y es que en Derecho la verdad yo nada más iba a calentar la banca, y en el banco cada vez tenía más problemas por mi actitud contestataria. En aquellos años había que ir de traje y rasuradito, y el día en que no me rasuraba me prestaban ellos mismos un rastrillo... Y si se perdía dinero te esculcaban ahí mismo, registraban en los cajones de tu escritorio. Si lo que más me llenaba era la caricatura, no tenía caso seguir en lo otro, así que decidí vivir de ella.

ųƑVivías solo en 1970, cuando tomaste esta decisión?

ųNo, parte del premio de El Universal lo invertí en casarme. Y malamente. No porque me haya ido mal en el matrimonio, sino porque decidí casarme antes de que me pagaran el premio, y éste llegó cuando ya estaba yo endeudado. Los primeros años fueron difíciles, porque parte de la bronca para que tú te mantengas independiente es resolver tu sobrevivencia. Si quieres defender tus opiniones, debes estar consciente de que puedes ser despedido en cualquier momento. Sólo así, cuando tú sabes que le puedes decir al editor: "sabes qué, yo no voy a dibujar tus ideas porque no estoy de acuerdo, y si quieres ahí muere la cosa", tienes la oportunidad de ser más libre.

ųSales entonces de El Universal Ƒy a dónde te vas?

ųA la revista Sucesos, de Gustavo Alatriste, que dirigía Mario Menéndez Rodríguez. De ahí habían salido Helioflores, Rius, todos ellos. Era un espacio para la caricatura que yo no había explorado. Ahí me recibió don Rosendo Gómez Lorenzo. Él me abrió los espacios. Después se fue a El Universal y abrió los espacios en los que hoy están Naranjo y Helioflores. En Sucesos comencé a aprender más, a discutir, a conocer el periodismo, a saber cómo hacer un cartón atinado y no andarme equivocando con frecuencia. Fue determinante mi aprendizaje en una revista semanal, no cotidiana como el periódico.

ųƑCrees que tus monos han creado escuela?

ųNo. No conozco a nadie que le guste dibujar como yo.

ųƑNi siquiera entre los moneros de Guadalajara, en Jis o en Trino... el culto al feísmo?

ųEllos dibujan más bien rápido, sin mucha pretensión; pero de ahí a que sus monos sean, como en mi etapa actual, pretendidamente feos, no.

ųƑNo crees que es más importante que el dibujo tu trabajo como periodista de opinión, tu manejo del discurso?

ųHace muchos años pensaba que sí. Por eso durante mi primera etapa no me preocupé demasiado por el estilo. Ahora te puedo decir que cuenta muchísimo. Entre el Magú de aquel tiempo, con un dibujo malo pero una idea clara, y una caricatura de Naranjo, quien dibuja muy bien y también tiene una opinión política democrática e independiente, pues claro que los medios iban a optar por quien tuviera mejor presencia, quien fuera más atractivo. Ahí gana el que dibuja mejor. El estilo puede ser feo, pero el mío era feo y simple. Hoy es feo pero lo adorno, confundo a muchos que creen que así dibujo porque quiero.

ųƑQué música te gusta más?

ųLa verdad es que no tengo una música en especial. Procuro trabajar con un fondo que a veces son sonidos, noticias, ruidos, o bien música clásica, aunque no busco algo en especial cuando estoy trabajando en mi cartón.

ųƑDónde haces el cartón: en tu casa, en el periódico?

ųHe cambiado mi forma de trabajo. Cuando comenzó ųhace más de diez añosų el proyecto de Unomásuno, los moneros trabajábamos en la redacción. Eso significaba un gran esfuerzo, porque a veces trabajábamos hasta con público. A últimas fechas, en La Jornada hemos cambiado, pero no te podría decir las razones. Trabajo en la casa pero la fuerza de la costumbre de estar al tanto de la información me mantiene pegado a la radio o a la televisión a todas horas. Sí, requiero tranquilidad y al mismo tiempo ese nerviosismo de la información.

ųƑCuál es la información que necesitas para dar tu opinión, que finalmente es una opinión editorial?

ųAhora es más sencillo. Hace muchos años tenía dificultades para conocer muchos de los acontecimientos informativos; debía recurrir a varios medios para hacerme una idea. Leía a los analistas, o las versiones de distintos periódicos. Pero al paso del tiempo uno va obteniendo datos casi con los puros encabezados del diario o la noticia en la radio. Se va discriminando la información. Simplemente analizas quién dice la información, en qué medio, qué analista, etcétera. Uno sabe si creerles o no. Leo casi exclusivamente La Jornada, le doy una ojeada a algún periódico oficialista o algún otro, aunque sin la pretensión de empaparme demasiado de lo que dicen esos diarios. También estoy pendiente de la radio y de la televisión; es muy difícil pensar que de ahí se puede obtener información fidedigna y confiable aunque, claro, la televisión proporciona las figuras de las que se puede hacer fácilmente escarnio.

ųƑEres un analista político?

ųPodría serlo si escribiera, pero el dibujo limita los razonamientos. Cada cartón es una sola razón en sí mismo. Yo expongo mi razón sobre un asunto y ésta es lapidaria. Digo si esto está bien o está mal. Generalmente, decimos lo que está mal, ya que no hacemos cartones laudatorios. Uno ejerce el análisis para uno mismo, y lo que se expone en el cartón es la conclusión de ese análisis. El producto es como una opinión última, siempre muy discutible. Sí, diría, soy analista pero al final digo mi última opinión, y ésta es muy discutible.

ųAunque murió Abel Quezada, hay un resurgimiento de la caricatura política a partir de los jóvenes que hicieron primero el Másomenos, después las Histerietas, etcétera. ƑCrees que hoy existe una generación equiparable a la del Chango Cabral y todos los demás que vienen a la mente?

ųHay, sí, un pequeño grupo que pretende mantener la caricatura crítica y humorística con sentido social, pero este grupo se topa con la dificultad de que no hay medios apropiados en el país para trabajar, para emitir sus críticas. Siento que en los últimos tiempos los periódicos han preferido tener cartonistas que sean dóciles, no riesgosos, en lugar de los jóvenes que optan por defender su punto de vista como ciudadanos politizados. Muchos de los jóvenes que no pudieron publicar en medios críticos y que en su momento enjuiciaron a los que trabajábamos en los suplementos que mencionaste, acabaron haciendo cartones totalmente a favor del sistema. Es muy lamentable que no haya espacios y que los que ya existen no puedan abrirse más porque ya están ocupados.

ųƑY las tiras cómicas hechas en México?

ųEn los treinta y cuarenta había una tradición de tira cómica mexicana, pero la industrialización de la prensa hizo que llegara la tira cómica importada a través de los sindicatos. En términos relativos es más barata y mucho menos comprometedora. Son los monitos que nada tienen que ver con lo que pasa en este país. Muchas veces tampoco tienen un gran humor. Desde que surgió Unomásuno, al director se le ocurrió que hubiera un suplemento hecho aquí. Becerra Acosta lo pensó para niños pero yo lo acabé haciendo como un trabajo político. Buscamos gente nueva y con ella, de algún modo, se impuso un estilo que continuó luego en La Jornada. Es muy difícil pensar que ya llegamos, que ya se logró, pero hay que ver quiénes les dan continuidad. El espacio se abrió y eso es lo importante.

ųƑPor qué Magú, si tú eres Bulmaro Castellanos?

ųCuando empecé a hacer caricatura yo me llamaba Gumaro. Así me decían porque así estaba en mis papeles. Mis padres se arrepintieron a la media hora de haberme puesto Bulmaro y le dieron una lana al del Registro Civil para que me pusieran Gumaro. Fui Gumaro hasta los 18 años, y entonces decidí encontrar mi firma invirtiendo las dos primeras sílabas de lo que fue mi nombre: Ma-gú.