Eduardo Montes
Chiapas: la paz acosada

En buena hora fueron liberados los sacerdotes jesuitas Jerónimo Hernández López y José Luis González Rosas, y los campesinos Ramón Parcero Martínez y Francisco González, dirigentes de la organización Xi Nich. Así se puso fin a la burda provocación montada por las autoridades chiapanecas, empeñadas en enturbiar el ambiente social y político del estado de Chiapas y mantener bajo acoso sistemático a las organizaciones indígenas no sometidas a su control y a los sacerdotes de la diócesis de San Cristóbal, a los que la oligarquía de esa región atribuye ser fuente de todos sus males, como si los indígenas y campesinos por si solos fueran incapaces de rebelarse contra las injusticias, la marginación y el atropello a sus derechos.

Pero el gobierno de Chiapas falló en sus cálculos. Se equivocó si esperaba que su acción contra los sacerdotes y los dirigentes de Xi Nich sólo motivaría una tibia y pasajera protesta. La reacción de franjas de la opinión pública, pero sobre todo la de las altas jerarquías de la Iglesia fue rápida, enérgica y generalizada, pese a la posición del nuncio Prigione. Tal reacción fue determinante para impedir que el juez penal Fausto Blas López se hiciera cómplice de las maquinaciones del gobierno, y con ello se puso punto final a esta provocación concreta, pero seguramente no a la conducta irresponsable del gobierno de Ruiz Ferro y del ex comunista, ex socialista y ex poeta Eraclio Zepeda.

Sin embargo, la paz en Chiapas y la posibilidad de una salida negociada y digna al conflicto que estalló el 1o. de enero de 1994 están en peligro constante, sometidas a un acoso sistemático, del cual la provocación reciente sólo es una parte. Allí subsiste un problema grave, de alto riesgo, ante el cual las fuerzas políticas de izquierda no deberían cerrar los ojos ni eludir sus responsabilidades, que son las de contribuir a impedir que la política gubernamental al borde de la guerra desemboque en un nuevo intento de solución militar y de aplastamiento del EZLN y del movimiento indígena. Esta es una posibilidad que de materializarse contaminaría toda la vida política del país, significaría una regresión y cancelaría los avances políticos de sentido democrático. Permitiría al gobierno conjurar el riesgo de su derrota electoral el mes de julio al explotar el miedo al cambio para garantizar la gobernabilidad y la paz, como lo hizo en 1994.

Los signos de la situación actual son preocupantes, los resume el subcomandante Marcos con precisión en su carta a los legisladores miembros de la Comisión de Concordia y Pacificación publicada ayer en estas páginas: ``Se acordó una reforma constitucional [en la mesa de Derechos y Cultura Indígena, en San Andrés]. No se cumplió. Se acordó que la Cocopa la elaborara. No se cumplió. Se acordó aceptar la propuesta de la Cocopa. No se cumplió. Se acordó que la Cocopa no aceptaría contrapropuestas sino sólo posiciones sobre su documento. No se cumplió. En ninguno de los casos el EZLN es el incumplido''. Dicho en otras palabras, el gobierno se ha negado a cumplir acuerdos que firmó con el EZLN el 16 de febrero de 1996 en San Andrés Sacamch'en o Larráinzar. Detrás de su negativa, grave precedente en la política nacional, está la determinación del gobierno de imponer su voluntad al EZLN por encima de su declarada intención de buscar una solución negociada. Para conseguir lo anterior ya doblegó a los integrantes de la Cocopa, quienes con su declaración del 4 de marzo lo admiten implícitamente y con ello se achican como instancia conciliadora. Simultáneamente se intensifican las presiones militares y policiacas en la zona del conflicto para vencer la resistencia del EZLN y de sus bases de apoyo.

Seguramente el EZLN no se va a doblegar pese a las circunstancias adversas, pero las fuerzas políticas y sociales progresistas y de izquierda cometerán un error histórico si no intervienen para encontrar solución política a este conflicto y conjurar los riesgos para la paz.

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En otros rumbos, otros indígenas, tlapanecos, mixtecos, nahuas, desde hace 18 años luchan en la montaña de Guerrero por democracia, justicia y dignidad, inspirados por la conducta firme de un viejo luchador socialista: Othón Salazar. Mañana realizarán una marcha contra el hambre, por la soberanía nacional y por el respeto a sus derechos políticos. Irán de Xochihuehuetlán a Tlapa.