Jorge Legorreta
La conurbación del centralismo

Uno de los retos del próximo gobernador electo del DF es enfrentar el excesivo centralismo político, que ha conducido hacer de esta ciudad la concentración urbana más poblada del planeta. Las tendencias indican que la ciudad podría pasar de l8 a 32 millones de habitantes al finalizar la tercera década del siglo XXI. Tal concentración de población no estaría, por supuesto, en el DF y su área metropolitana, sino asentada en las ciudades cercanas que formarían para ese entonces un solo núcleo urbano. No es ciencia ficción; es una visión muy real impulsada por las fuerzas políticas de un centralismo hasta hoy intocable, omnipotente, que no rinde cuentas a nadie, sólo actúa bajo la batuta del Ejecutivo y sus dependencias.

Unir físicamente a la ciudad de México con Pachuca, Toluca, Cuernavaca y Cuautla nos parece hoy tan inverosímil como pensar a principios del siglo XX que algún día podría juntarse con Tlalnepantla, La Villa, Xochimilco y Tlalpan. En los próximos años, la conurbación de la ciudad de México con aquellas ciudades podría darse; las decisiones políticas están prácticamente tomadas, aunque tendrán un brevísimo compás de espera, dependiendo de los futuros acontecimientos electorales.

La conurbación de la zona metropolitana de la ciudad de México con Pachuca se producirá en los primeros años, de tomarse hoy la decisión federal de construir el nuevo aeropuerto entre Tizayuca y Pachuca. Tal decisión es competencia exclusiva de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, es decir del Presidente de la República.

Con Toluca la conurbación está casi consumada; en ella influyó la construcción de los acueductos de Lerma y Cutzamala y, más recientemente, la autopista de cuota a Toluca. La historia de la ciudad nos ha demostrado que a donde hemos llevado el agua y las carreteras hemos llevado la urbanización. Esta misma tesis se aplica para el caso de Cuernavaca y Cuautla, cuya conurbación está prevista para los próximos 25 años. La sierra del Ajusco, que se cubre hoy con áreas verdes y boscosas, podría desaparecer más rápidamente si el Ejecutivo Federal decide iniciar la carretera La Venta-Colegio Militar; es uno de los tramos del tercer anillo metropolitano ya construido en la parte norponiente del estado de México. De hecho, la urbanización de la sierra del Ajusco empezó hace algunos años, no sólo por los asentamientos ilegales que han causado un gran daño a las reservas ecológicas. El crecimiento urbano de fraccionamientos y casas habitación de otros sectores sociales se observa a lo largo de todas las grandes y pequeñas vialidades que comunican la ciudad de México con Cuautla, Oaxtepec, Tepozotlán y Cuernacava. Pero también alrededor de todos los poblados semirurales, como Milpa Alta, Topilejo, San Francisco y Santa Cecilia, entre otros. En gran parte, uno de los detonadores de la urbanización del Ajusco ha sido la construcción del Acuaférico, un acueducto subterráneo proveniente del Cutzamala. Con agua suficiente, el valor de la tierras agrícolas y boscosas se ha incrementado, cambiando sus usos agrarios a urbanos.

Otra obra significativa que impulsará la conurbación de la ciudad hacia el norte rumbo a Querétaro es el Tren Elevado. Su trazo definitivo irá de Bellas Artes a Barrientos, ubicado en los límites de los municipios de Tlalnepantla y Atizapán de Zaragoza. Según recientes declaraciones oficiales, la obra de concesión federal será iniciada en breve. Al parecer, se cuenta ya con la indispensable decisión presidencial. Existe además el proyecto de construir cinco trenes radiales a las ciudades de Querétaro, Toluca, Pachuca, Cuernavaca y Cuautla, lo cual impulsará la conurbación con ellas. Dicho proyecto, promovido desde hace años por la SCT, está contenido en el Programa General de Desarrollo Urbano del DF, recientemente aprobado por la Asamblea de Representantes.

He aquí la mano de un centralismo político unívoco, vertical, incuestionable, al cual se enfrentará el próximo gobierno electo del DF. Acotar su poder es indispensable para impedir el excesivo crecimiento de la ciudad, el aumento millonario de población y la desordenada conurbación con las ciudades cercanas. Todo dependerá de quién llegue al gobierno el próximo 6 de julio. Mientras tanto, habrá que someter a un profundo debate electoral la naturaleza del centralismo del Estado mexicano, más que preocuparnos por su presencia física en los territorios administrativos del Distrito Federal.