La Jornada 12 de marzo de 1997

Esencial, el pleno respeto a soberanías: Zedillo

Elena Gallegos y David Aponte, enviados, Tokio, 12 de marzo Ť En el actual contexto de la globalización, las relaciones entre los países deben basarse en el ``cabal respeto'' a las soberanías nacionales y en el ``invariable'' principio de igualdad jurídica, sostuvo aquí el presidente Ernesto Zedillo, y advirtió que sin la observancia plena de esos postulados se falta a la dignidad de las naciones y sus pueblos, se lesiona la confianza necesaria para las relaciones internacionales y se inhibe la cooperación.

Japoneses y mexicanos --convino al hacer referencia a las injerencias en los asuntos internos de los pueblos-- coincidimos en que el respeto a esos principios es la base de las relaciones de genuina amistad y de provecho recíproco, y es la única manera ``verdaderamente recta, visionaria y, sobre todo justa, de conducir las relaciones entre los Estados''.

Zedillo habló así en una sesión solemne --duró 23 minutos-- de la Cámara de Representantes de la Dieta. Antes Juro Saito, líder de la Cámara de Consejeros, quien también asistió al pleno, dijo que la relación bilateral además de dar frutos en el ámbito económico y político puede llevar paz y prosperidad a las regiones y al resto del mundo. Adelantó que la visita del mandatario mexicano ayudará a construir una nueva relación entre las dos naciones de cara al siglo XXI.

En su turno Soichiro Ito, presidente de la Cámara de Representantes, también habló de la necesidad de fortalecer las relaciones bilaterales, fundamentalmente por la importancia que tiene la Cuenca del Pacífico. Afirmó que esto contribuirá a crear una región de paz y prosperidad. ``México y Japón están abriendo una nueva página de amistad''.

De un total de 500 parlamentarios, acudieron al salón poco menos de 400, invitados especiales y algunos miembros del cuerpo diplomático. Ante ese auditorio, el presidente Zedillo centró su intervención sobre los principios que han regido la política exterior mexicana, fundamentalmente el que se refiere a la igualdad jurídica de los Estados. Principios --dijo-- que han sido fundamentales en la relación con Japón.

Nuevamente y como lo ha hecho en varias ocasiones desde el lunes, recordó el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación signado en 1888 entre las dos naciones y que convirtió a México en el primer país que reconoció plenamente la integridad territorial japonesa y su igualdad jurídica frente a las demás naciones.

También repitió lo relacionado con la primera migración organizada a México --concretamente a Chiapas-- y destacó las aportaciones hechas por la comunidad japonesa en los terrenos económico y cultural. Incluso se refirió a la aparición de Toshiro Mifune, un famoso actor japonés, en la cinta El hombre del carrito.

Desde la tribuna del espléndido salón revestido de cedro de la Cámara de Representantes, y en el que fueron colocadas las banderas de México y Japón, Zedillo insistió en que el marco de igualdad jurídica y respeto mutuo ha alentado relaciones económicas que han sido benéficas para ambos países.

Habló otra vez del esfuerzo que hacen los mexicanos para tener una económía ``sana, abierta, predecible y productiva'', y dijo que éste ha sido acompañado ``de una honda reforma del Estado para fortalecer nuestro sistema de justicia, la vida democrática y la descentralización de recursos y responsabilida- des hacia los gobiernos locales''.

Para Zedillo la reforma del Estado dará nuevo vigor a la estabilidad política de México, fundada en la democracia, el pluralismo, el diálogo, el consenso y la cercanía de la autoridad con los ciudadanos.

Remató su discurso señalando que como en 1888, hoy las relaciones México-Japón se fundan en la igualdad jurídica de los Estados; ``sin la observancia plena e invariable del principio de igualdad jurídica no hay un cabal respeto a la soberanía nacional. Tampoco hay el esencial respeto a la dignidad de cada nación y de su pueblo''.

La falta de ese respeto --remarcó-- lesiona la claridad y la confianza necesarias para las relaciones internacionales e inhibe la cooperación, indispensable para el logro de los propósitos comunes.

Zedillo abandonó el edificio del Parlamento a las 12 horas con 32 minutos. Este fue construido después de la Segunda Guerra Mundial exclusivamente con material japonés, excepto un tragaluz inglés que remata la cúpula del salón de sesiones. Una de las características que enorgullece a sus diseñadores es que en sus pasillos pueden contarse 4.5 kilómetros de alfombra roja.

Cena en el Palacio Imperial

En el vestíbulo sur del Palacio Imperial, en punto de las 19 horas con 30 minutos del martes (4:30 de la mañana de la ciudad de México), el emperador Akihito y la emperatriz Michiko recibieron al presidente Ernesto Zedillo y a su esposa Nilda Patricia Velasco, y los condujeron al Salón Shakkyo, donde saludaron a los 144 de los 146 invitados a la cena de Estado que compartirían minutos después. Sólo el embajador cubano y su esposa se disculparon.

Tal como lo marca el protocolo, los hombres fueron de esmoquin. Salvo las mujeres de la familia imperial, las otras invitadas a la cena iban ataviadas con kimonos de seda. La emperatriz, de blusa negra y falda verde esmeralda, lució un hilo de perlas en el cuello, pendientes y un espléndido prendedor de brillantes que remataba el discreto escote. La señora Zedillo vistió un sobrio pero elegantetraje negro de noche.

La familia real, miembros del cuerpo diplomático acreditado en Tokio, altos funcionarios del gobierno, algunos de los hombres más ricos de este país e intelectuales, acompañaron a la familia real y a sus invitados.

El Palacio Imperial se levanta en el corazón de Tokio sobre una superficie de un millón 150 mil metros cuadrados. Separado del resto de la ciudad por el río y amplios jardines, rescata lo más exquisito de la arquitectura japonesa, aunque su construcción cumplirá apenas 30 años. El antiguo palacio, una magnífica construcción de madera del siglo pasado, fue dañado seriamente, como gran parte de esta ciudad, por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial.

Ingresar en territorio del emperador resultó toda una experiencia para los reporteros asignados a cubrir la actividad, y es que por razones que resultan obvias, las medidas de seguridad son sumamente estrictas, pese a la extremada cortesía de los anfitriones.

Con todo y las acreditaciones oficiales proporcionadas por los gobiernos japonés y mexicano, los informadores fueron sometidos a rigurosas inspecciones, en tres aduanas, antes de adentrarse en los salones del palacio. Los hombres de seguridad contaron, una y otra vez, a los integrantes del grupo. Pasaron lista y revisaron cámaras y grabadoras con escrupulosa atención.

No era para menos, los reporteros mexicanos observaron el encuentro del emperador Akihito y el presidente Zedillo a sólo dos metros de distancia. Además, las advertencias repetidas hasta el cansancio no dejaron lugar a dudas: nadie que no hubiera sido autorizado previamente debía tomar fotos o grabar discursos. Nadie. De ocurrir, los reporteros serían instados en el momento mismo a abandonar el palacio. Por supuesto que nadie lo hizo.

Mientras en el Salón de Banquetes, 32 candiles colgaban de los techos de cedro; de impecable frac, 80 meseros daban los últimos toques a arreglos florales, cubiertos y copas. Los respaldos de las sillas, la mantelería y la vajilla exhibía el escudo de la famili real: el crisantemo.

Se sirvió consomé royale, sakurada al azafrán, terreine de turbot en belleveu, gigot de mouton a la printaniere, ensalada de saison, acompañados de Chablis Grand Cru, cosecha 1987, y Chateau Mouton Rothschild, cosecha 1981. Después de los postres, todos brindaron por la salud de los emperadores y del presidente Zedillo y su esposa, con Moet Chandon y Dom Perignon 1985.

El emperador Akihito dijo, a los brindis, que México ha mostrado ``un resplandeciente desarrollo económico en años recientes'', y calificó la conducción del mandatario mexicano al frente del gobierno como ``honesta y constante'' para construir una sociedad estable.

Recordó cuando estuvo en México hace 33 años. Era el príncipe heredero. Su padre, el emperador Hirohito, había recibido unos meses antes al presidente Adolfo López Mateos y a su esposa, doña Eva Sámano, en esta ciudad. Evocó su visita a Teotihuacán. Elogió la obra de Rivera, Siqueiros y Tamayo, y contó que ``en el hermoso bosque de Chapultepec planté un árbol. Recientemente he oído que ha crecido''.

Por su parte el presidente Zedillo, parafraseando a Octavio Paz dijo que México debe mirar más, mucho más, hacia el Pacífico, ``hacia el océano que fue nuestro horizonte histórico, que es nuestro horizonte geográfico de mayor potencial, y que está llamado a ser el horizonte tecnológico y cultural del siglo XXI''.

Al igual que Akihito, Zedillo hizo referencia a la primera migración japonesa organizada --35 campesinos fueron llevados a Chiapas-- y que este año cumple 100. Finalmente resumió el propósito central de su visita: ``dar una visión de las enormes oportunidades de inversión y comercio, de intercambio y cooperación que se abren entre México y Japón''.