La Jornada 12 de marzo de 1997

Avivó la protección militar la pugna entre los cárteles

Jorge Alberto Cornejo, corresponsal/ II y última, Tijuana, BC, 11 de marzo Ť La protección que por muchos años brindó el general Jesús Gutiérrez Rebollo al narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los cielos, primero desde la quinta Región Militar en Jalisco y luego en el Instituto Nacional para el Combate a las Drogas (INCD), no impidió que grupos criminales antagónicos intentaran asesinar al capo.

A finales de 1994, Ramón Arellano Félix, jefe del cártel de Tijuana, se reunió en la ciudad de México con los sicarios a su mando en una casa de seguridad de esa organización delictiva en Polanco; antes había convivido con ellos en el restaurante La Tablita, ubicado en esa zona de la capital mexicana.

De acuerdo con un documento entregado por el INCD a la oficina del fiscal federal en San Diego, California, a la reunión acudieron Emilio Ricardo Valdez Mainero, alias El CP, y Alfredo Hodoyán Palacios, alias El Lobo o El 88 --ambos presos actualmente en San Diego y sujetos a un juicio de extradición--, así como Fabián Martínez González, alias El Tiburón, Fabián Reyes Partida, alias Domingo, y Manuel Rico Urrea, procesado por el delito de narcotráfico.

Allí se planearon los homicidios de personas antagónicas a su grupo, entre las que destaca Amado Carrillo, lo que condujo a un enfrentamiento entre militares y narcotraficantes, donde dos soldados y un civil murieron el 22 de julio de 1996 en Guadalajara, Jalisco.

Según una versión de Alejandro Hodoyán Palacios, recluido en una prisión castrense acusado por el gobierno mexicano de ser miembro del cártel de Tijuana, informes de inteligencia militar indican que dicho enfrentamiento se llevó a cabo cuando los hermanos Arellano Félix se enteraron de que su rival Amado Carrillo contaba con protección de miembros del Ejército en la ciudad jalisciense.

Esta versión se incluye en un testimonio notariado que dictó Alejandro Hodoyán el 4 de marzo, un día antes de ser aprehendido por un supuesto comando castrense en esta frontera y trasladado al Campo Militar número 1 en la capital del país. Ese testimonio será utilizado por su familia para impedir la extradición del hermano Alfredo, actualmente preso en San Diego luego de su detención junto con Emilio Valdez Mainero por efectivos de la Agencia Estadunidense Antidrogas (DEA) en octubre de 1996.

Tanto el testimonio documentado de Hodoyán Palacios como el informe del INCD coinciden en que entre las más de 35 personas ejecutadas por el cártel de Tijuana desde 1985 a la fecha, se cuenta el ex comandante de la Policía Judicial Federal (PJF) en Baja California, Ernesto Ibarra Santes, acribillado en la ciudad de México el 14 de septiembre de 1996 con ayuda de miembros del INCD asignados al aeropuerto capitalino, uno de ellos un comandante de apellido Granados.

Según la versión de Hodoyán Palacios, durante los cinco meses que permaneció detenido en campos militares de Guadalajara y la ciudad de México, entre septiembre de 1996 y febrero de este año, fue interrogado en repetidas ocasiones respecto de las actividades de los hermanos Benjamín y Ramón Arellano Félix, a quienes los miembros del Ejército responsabilizan del atentado donde dos soldados murieron.

Dicho atentado habría ocurrido, según esta versión, como consecuencia de informes que proporcionó a los capos de la droga de esta frontera una persona identificada sólo como R-10, en el sentido de que Carrillo Fuentes sería escoltado por militares al servicio de Jesús Gutiérrez Rebollo para salir de Guadalajara.

Semanas más tarde el informante fue arrestado por personal bajo el mando del general Gutiérrez Rebollo, trasladado a un cuartel militar donde fue víctima de actos de tortura física y luego ejecutado por soldados, ante la presencia del propio Hodoyán Palacios, de dos tiros en la cabeza.

Los reportes oficiales indican que el atentado contra los militares tenía como objetivo acabar con Carrillo Fuentes, y fue encabezado personalmente por Ramón Are- llano, señalado por las autoridades como el más violento de los 12 hermanos que componen la familia Arellano Félix.

En dicho tiroteo habrían participado, entre otros, Alfredo Hodoyán Palacios y Fabián Reyes Partida, quienes viajaban en una camioneta tipo suburban color negro que luego ocultaron en una casa de seguridad de Ramón Arellano, ubicada en la calle de Bogotá de la colonia Providencia, donde se refugió desde 1993 junto con su familia Fausto Soto Miller, alias El Chef, luego de participar en la balacera donde murió el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.

En esa misma casa, a principios de septiembre, fueron detenidos el hombre identificado como R-10 y Soto Miller, y días después, utilizando a R-10 como señuelo, las autoridades militares lograron la captura de Alejandro Hodoyán Palacios, de 35 años, a quien confundieron con su hermano menor Alfredo Hodoyán, de 25, y brazo derecho de Ramón Arellano, de 33.

El frustado intento por asesinar a Carrillo Fuentes le costó al grupo de los Arellano Félix importantes piezas dentro de su organigrama, pues a raíz de ese incidente las autoridades militares detectaron la camioneta desde la que se disparó contra los soldados en julio de 1996 en casa de Fausto Soto Miller, al que apresaron.

Luego en declaraciones ministeriales, Soto Miller brindó valiosa información que condujo a la captura de los hermanos Hodoyán Palacios y Emilio Valdez Mainero, este último compadre de Ramón Arellano, así como de otros miembros del grupo armado de la organización criminal.

El daño que ocasionó al cártel de Tijuana la protección de Gutiérrez Rebollo a Amado Carrillo Funtes sólo es equiparable al golpe que recibió la organización criminal cuando se le responsabilizó del asesinato del cardenal Posadas Ocampo.

Gutiérrez Rebollo utilizó su posición al frente del INCD para detener ilegalmente a Alejandro Hodoyán Palacios el 11 de septiembre de 1996 en Guadalajara, y para obligarlo mediante chantajes y amenazas de muerte contra su familia a que revelara información relacionada con el cártel de los hermanos Arellano Félix.

En aquella ocasión Hodoyán, quien según su familia fue reaprehendido el pasado 5 de marzo y recluido ilegalmente en el Campo Militar numero 1, fue liberado con la intervención de la embajada estadunidense, luego de que la DEA le ofreció acogerse al programa federal de protección a testigos otorgándole una nueva identidad con la condición de que convenciera a su hermano Alfredo, y a su amigo Emilio Valdez Mainero, de que revelaran información que sirviera a las autoridades de ambos países para dar con el paradero de los Arellano Félix.

Sin embargo, una vez liberado y trasladado a San Diego, Hodoyán Palacios decidió no colaborar con la DEA y regresó a esta frontera, donde permaneció oculto durante una semana en una propiedad de su familia, en el municipio conurbado de Playas de Rosarito, y luego en casa de sus padres en la colonia Hipódromo.

En este último domicilio, el 4 de marzo, dictó el testimonio cuya copia sirvió como base para esta publicación, siendo reaprehendido el 5 de marzo por un supuesto comando militar en el estacionamiento de unas oficinas también propiedad de su familia.